La escritora rusa Liudmila Ulítskaya, desde su exilio: "En Rusia para sobrevivir hay que callar"

Ulítskaya, habitual en las quinielas del Nobel de Literatura, vive exiliada en Berlín. Ha visitado España para presentar su última novela, 'Una carpa bajo el cielo' (Automática editorial, 2011), y hemos hablado con ella. Puedes ver la entrevista en el vídeo que acompaña estas líneas.

   | 12/05/2023

Marzo de 1953.Unión Soviética. "Era por la mañana. En la radio decían que Stalin estaba enfermo, pero estaba claro que había muerto", recuerda la escritora Liudmila Ulítskaya.

El día que murió Stalin

Apenas tenía 10 años por entonces, pero todavía recuerda aquellos días. "Mi madre me estaba haciendo una trenza y me dio un tirón tan fuerte, que todavía lo recuerdo".

"En las calles de Moscú murieron al menos 200 personas pisoteadas y aplastadas"

Eran días históricos. La gente se echó a la calle, pero la avalancha humana acabó en tragedia. "Lo que pasó en las calles de Moscú no está documentado, pero al menos 200 personas, oficialmente, murieron pisoteadas y aplastadas contra las paredes".

Con esos recuerdos e imágenes, Ulítskaya inicia su última novela, 'Una carpa bajo el cielo', en la que recorre la historia rusa reciente, hasta la caída de la URSS.

Callar para sobrevivir

La escritora, Premio Formentor 2022, ha empezado a ver paralelismos con aquella época. "Ha comenzado la nueva época del silencio, cuando el ser humano, para sobrevivir, tiene que callar".

"El miedo ha calado en la vida cotidiana de los ciudadanos rusos"

Ella, crítica con el régimen de ese señor al que prefiere no nombrar -se le traba la lengua cuando lo intenta, dice-, se exilió en Berlín en cuanto Rusia atacó Ucrania. "Es la única ciudad que ha sido capaz de vivir un renacer tan drástico", asegura. "Cuando paseas por las calles históricas de la ciudad pisas placas metálicas que llevan los nombres de los que fueron asesinados durante el nazismo".

Lejos de su país, denuncia que "el miedo ha calado en la vida cotidiana de los ciudadanos rusos". "Mucho me temo que el miedo y la tendencia que hay de denunciar al prójimo es una enfermedad que tardará en curarse", lamenta.

"Aprecio mucho el segundo puesto, con que me mencionen en relación al Nobel ya tengo suficiente"

También tardará en llegar, cree, el fin de la guerra. "Creo que la guerra durará hasta que los recursos de Rusia acaben".

Hasta entonces seguirá lejos de casa, escribiendo y alzando la voz. Y sin esperar, por cierto, el Premio Nobel de Literatura por el que tanto le preguntan. "Toda mi vida he apreciado muchísimo el segundo puesto, siempre me ha gustado más que el primero", cuenta con una sonrisa. "Que me mencionen en relación al premio es como estar en ese segundo puesto, ya tengo suficiente".