Gervasio Sánchez: "Hay que mostrar a las víctimas de las guerras con nombres y apellidos, no como un ejército de ceros"
Vidas minadas es un proyecto que busca dar visibilidad a todas aquellas heridas que se esconden tras una prótesis y mostrar que los estragos que provocan las minas antipersona no se pueden borrar.
Sofia Elface tenía tan solo once años cuando pisó una mina. Iba a coger leña con su hermana en los alrededores de su pueblo, en Mozambique. Por desgracia, solo sobrevivió ella. "Después del accidente cambió todo. Porque yo ya no podía ayudar a mi mamá, ya no podía ayudar en mi casa...", nos cuenta Sofia.
Ahora tiene casi 30 años y para llegar hasta aquí ha tenido que pasar por más de una operación para poder estar hoy haciendo una vida lo más normal posible. La mozambiqueña necesitó varios cambios de prótesis hasta conseguir una que se adaptarse a sus piernas y la permitiera andar bien.
Para Manuel tampoco fue fácil. Se encontraba recogiendo café en El Salvador cuando le explotó una de las bombas que las guerrillas depositaron en los años 80. "A partir de ese día mi vida cambió rotundamente. Antes trabajaba en la agricultura. Al no tener pies... fue muy difícil para mí", explica Manuel. Años después, Manuel se casó, tuvo hijos y ahora trabaja en una empresa textil.
Un libro como denuncia y homenaje
Son solo dos de las historias recogidas por Gervasio Sánchez en Vidas minadas. Él, uno de los fotoperiodistas de guerra españoles más reputados de nuestra historia, acaba de publicar una nueva versión de un proyecto que lleva activo desde 1997, en el que fotografía a víctimas de minas antipersonas.
"Cuando todo se desmorona y los puentes de convivencia se resquebrajan, aparece lo peor de la condición del ser humano"
Su trabajo es mostrar el lado más real y humano de lo que está pasando en territorios en conflicto. Y sabe que es en tiempos de guerra cuando la humanidad desaparece. "Cuando todo se desmorona y los puentes de convivencia se resquebrajan, aparece lo peor de la condición del ser humano", asegura. Con más de 30 años de experiencia, no hay duda de que lo que hace, lo hace bien. En 1993 ganó el Premio a Mejor Periodista del Año de la Asociación de Periodistas de Aragón por su cobertura en la guerra de Bosnia y desde ese momento los reconocimientos a su larga trayectoria no han cesado. En 2009 le fue concedido el Premio Nacional de Fotografía.
Era 1997 cuando un joven Gervasio Sánchez publicó por primera vez Vidas minadas. Quería rendir homenaje a las víctimas de las minas. "Las heridas de las guerras son para todas la vida. Eso te produce una doble amputación y tienes que usar prótesis hasta que te mueras", asegura. Fotografió su sufrimiento pero también su día a día. El aprendizaje de cómo se vive siendo un mutilado, el asimilar sus nuevas realidades. Un libro sincero, duro y tierno al tiempo.
Un proyecto renovable
Cinco años después, en 2002, presentó una nueva versión con más fotos. Y al cumplir 10 años, Gervasio Sánchez lanzó una tercera versión del proyecto, recorriendo toda una década de las vidas de esas víctimas a las que había capturado su cámara. Diez años en los que se podía ver una evolución de esas vidas minadas, obligadas a empezar de nuevo.
Este 2023 presenta Vidas minadas 25 años, un libro que recoge fotografías de toda una vida. "Muchos de los protagonistas, que conocí recién heridos, siendo unos niños, ahora son adultos, tienen pareja, tienen hijos". Porque el fotógrafo siempre se implica a fondo con la gente a la que retrata y nunca ha perdido el contacto con Sofía ni con Manuel, ni con aquellas victimas que han sido protagonistas de sus imágenes.
Habrá una nueva versión de sus 'Vidas minadas', cuando el proyecto cumpla 50 años
Así, observado esta nueva edición del libro, somos testigos del paso del tiempo. De la evolución de las heridas, las físicas y las psíquicas. De cómo cada persona aprende a vivir con su propia desgracia a su manera. Cómo, detrás del dolor, ha habido espacio para todo un abanico de sentimientos, exactamente igual que ocurre con todas la vidas que habitan el mundo. Porque, como el propio Gervasio nos explica, "hay que mostrar a las víctimas de las guerras con nombres y apellidos, no como si fueran un ejército de ceros".
Pero no termina aquí este proyecto. Gervasio Sánchez nos ha adelantado que habrá una nueva versión de sus Vidas minadas, cuando el proyecto cumpla 50 años. Porque este libro no tiene final y está en constante crecimiento.
La lucha contra las minas
Las minas han sido utilizadas desde hace mucho tiempo como un arma muy poderosa, silenciosa y efectiva contra los enemigos. En sus inicios fueron empleadas para frenar el avance de los ejércitos y proteger zonas estratégicas. Se hicieron tan populares que se usaron para todo tipo de conflictos.
"Cada civil que muere deja una historia inconclusa"
Sin embargo, los mayores afectados por estas armas han sido los civiles. Se calcula que el 90% de los afectados por estas armas son civiles. Historias cercenadas porque, como dice Gervasio Sánchez, "cada civil que muere deja una historia inconclusa". Por ello, tras una larga lucha en la que se involucraron personalidades de todo tipo, como Lady Di, las minas antipersona quedaron expresamente prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario (DIH) en 1997, el mismo año en el que comenzó el proyecto de Vidas minadas.
Sin embargo, no siempre es suficiente un tratado de paz. "A veces la gente piensa que porque firmes un tratado de paz, ya se ha terminado la guerra. No, después de las guerras llegan las postguerras, empiezan los accidentes de minas, porque los campesinos regresan a sus casas, se encuentran todo sembrado de minas que los combatientes se han olvidado de recoger".
Y ahí comienza una nueva historia.