Ledicia Costas y su novela sobre las brujas gallegas: "Llevo toda mi vida buscando lo sobrenatural"
Ledicia Costas indaga en la Galicia mágica de las meigas y bruxas en su nueva novela Piel de cordero.
Esta novela parte de un recuerdo de la infancia de la autora. Al lado de su casa, en Vigo, había una bruja que pasaba consulta y Ledicia Costas tiene muy presente los gritos que escuchaba de las mujeres que acudían. "Gritaban efectivamente como si tuvieran un demonio dentro. Yo le preguntaba a mi abuela qué les pasaba y ella me contestaba que tenían un espíritu dentro pero que la bruja se lo iba a quitar. Y, efectivamente, salían distintas", relata.
Nos confiesa que esa bruja sigue pasando consulta y que es famosa porque tiene un bar que hace las veces de sala de espera. "Me daba miedo pensar que a lo mejor ese espíritu que acababa de quitarle de dentro a alguien pudiera entrar en nuestra casa. Ese es el sustrato del que nace toda mi obra literaria y en concreto esta novela", cuenta Ledicia Costas.
"Llevo toda mi vida buscando lo sobrenatural"
Se reconoce como interesada por todas las historias que tienen que ver con el más allá, el mundo de ultratumba y las brujas. Con esos ingredientes ha escrito también superventas para el público infantil y juvenil, pero ahora presenta una novela arraigada en la Galicia mágica, Piel de cordero. Para escribirla ha tenido que documentarse con libros de hechicería. "Llevo toda mi vida buscando lo sobrenatural. He leído fórmulas con todo tipo de barbaridades, que pueden parecer animaladas a priori pero luego quizás no lo son tanto", revela la autora.
Un relato en el que rompe lanzas en torno a esas mujeres que siglos atrás fueron perseguidas por la Inquisición. En un mundo en el que solo algunos hombres tenían acceso al conocimiento, las brujas hacían de curanderas en aldeas remotas. "Manejaban los conocimientos de las plantas medicinales, cómo elaborar ungüentos para curar herpes, urticaria o cualquier dolencia. Eran en muchos casos analfabetas pero unas auténticas sabias", apunta Costas.
Brujas, las primeras feministas
Pero la novela tiende un puente entre pasado y presente. Esas mujeres (acusadas de brujería) del pasado están unidas en la ficción con mujeres contemporáneas. "Es que estamos muy conectadas. Me gusta pensar que nosotras hoy le hemos puesto el nombre a la sororidad pero creo que viene de estas mujeres que se juntaban para hacer aquelarres y tejían entre ellas ya una red de sororidad reivindicando ser libres para bailar, reírse y disfrutar", señala Ledicia Costas.
Su novela recuerda cómo en España hay documentados unos 50 asesinatos de mujeres por caza de brujas, pero la Inquisición asesinó en toda Europa a cerca de 50.000. "Fue un auténtico genocidio. Una mujer podía ser condenada por bruja por las cuestiones mas peregrinas desde ser pelirroja a saber más de la cuenta", denuncia la autora.
Hay paralelismos interesantes que tienen su reflejo en el pasado y el presente como la violencia obstétrica. La novela arranca con un parto salvaje (casi animal) sucedido dos siglos atrás que nos recuerda mucho a la secuencia de arranque de la película 'O Corno' de Jaione Laborda. Guarda algunas similitudes con el parto que se produce en el pasaje literario de la actualidad. Es un ejemplo de cómo esas intervenciones violentas a la hora de asistir en el alumbramiento han persistido durante siglos a pesar de los avances en la medicina.
La autora reconoce que es una apuesta consciente por dotar a la ficción de esta perspectiva de género que vertebra la historia en el ayer y en el hoy. "Las mujeres hemos tenido que rebelarnos desde siempre para ir ganando derechos y para estar en el momento en el que estamos ahora", apunta la autora añadiendo que nunca podemos dar por sentado esos derechos adquiridos.
En ese sentido, presenta un retrato que rompe con los estereotipos clásicos de las brujas, trayéndolas a un plano más humano en el que podemos verlas cercanas a muchas mujeres de hoy día. "Las mujeres antes estaban obligadas a tener un marido, tener hijos, no podían cuestionarse el mundo en el que vivían. En cambio las protagonistas de la novela se rebelan. Creo que es una novela sobre mujeres que no están conformes con las circunstancias que les ha tocado vivir", añade Costas.
Un momento vital complicado
Llegados a este punto, es necesario compartir que ha habido un tercer plano de lectura que ha impregnado la novela de una mística añadida. El primer y segundo plano vienen dados por esta estructura que, sin duda, es un acierto y que nos mantiene enganchados al relato. El juego de malabares entre Catalina, la bruja del pasado y Lola, la mujer de hoy que vive sumida en una crisis existencial.
La tercera dimensión viene al pensar cómo la autora pudo firmar una historia como esta en la que espíritus de difuntos se quedan aferrados a los vivos, y enfrentarse meses después a la muerte de su pareja.
"Es cierto que esta novela ve la luz en un momento que está atravesado por un duelo. Evidentemente cuando empecé a escribir este libro no podía imaginarme que que ahora iba a encontrarme en este momento vital. Es probable que ahora no fuera capaz de escribir este libro", reconoce la autora emocionada.
La literatura es como una criatura con la capacidad de mutar y adaptarse a situaciones
Nos cuenta que en la revisión del texto decidió cambiar la dedicatoria y que encontró en lo que había escrito un cierto poder terapéutico, la ficción como ese refugio al que siempre se puede acudir, por doloroso que sea. "Es curioso como la literatura es como una criatura con la capacidad de mutar y adaptarse a situaciones", añade la autora.
Nos reconoce que Lola, la protagonista contemporánea, tiene algunos rasgos de escepticismo en estas artes que ella comparte. Cobra especial importancia que su fragmento está escrito en primera persona. Y advierte que ha usado ese recurso de un carácter reacio a lo sobrenatural para que todos podamos sentirnos apelados por este mundo mágico. "La novela yo creo que te está retando, todo el tiempo, y está jugando con el escepticismo de la persona que lee. Hay que entrar en la novela, ir con la mente abierta y dejarse ir y volar", apostilla Costas.
También hay una parte muy personal de la autora encarnada por su Galicia natal, que vuelve a ser casi un personaje de la trama como hizo en su anterior novela, Golpes de luz. Introduce escenarios reales como el Pazo de Oca. "Es un lugar absolutamente mágico es fascinante. Tuve el privilegio de poder visitarlo, para documentarme y escribir, fue muy inspirador", revela. Y lanza una invitación a visitar el conocido como 'Versalles gallego', para meterse de lleno en esta historia que atrapa.