Álvaro Pombo | RAE

Álvaro Pombo vence al tiempo: a sus 85 años sigue publicando joyas literarias tremendamente humanas

El flamante Premio Cervantes ofrece en El exclaustrado un retrato del alma humana tan lúcida como cruel. Una nueva novela que demuestra que el Premio Cervantes está en uno de sus mejores momentos.

 |   | 25/12/2024

Álvaro Pombo

Editorial: Anagrama

Año de publicación original: 2024

Si hay un arco de personaje en el mundo de la literatura que me fascina ese es el de Álvaro Pombo. Ese escritor serio y profundo, con su carácter norteño y fama de solitario y huraño, desapareció por completo el día que le conocí. Se acababa el siglo XX y Pombo acudió a un programa de televisión en el que yo trabajaba.

Cuando llegué al plató, mucho antes de que empezara la grabación, nos avisaron de que Pombo ya estaba allí, antes que nadie. Sentado en un rincón a oscuras todavía, permanecía en silencio, muy atento a los movimientos de los trabajadores del programa. "No le importunéis con menudencias" nos avisaron. "Tiene mal carácter".

Separados por un muro de respeto y miedo, nadie se atrevió a acercarse a él hasta que llegó el presentador del espacio. Pero en cuanto apareció y alguien superó esa barrera invisible e inexistente, apareció el verdadero Álvaro Pombo. Un hombre afable, divertido, bromista y terriblemente tierno que nos demostró que, aquellos largos minutos en los que trabajamos a su alrededor, él no había dejado ni un minuto de observarnos.

El escritor observador

Me enfrento ahora, años después, a su nueva novela, El exclaustrado y recuerdo aquella anécdota. Porque leyendo la historia del anciano Juan Cabrera, un hombre que vive aislado en su piso del barrio de Argüelles de Madrid, rodeado de libros, veo en este personaje la capacidad de observación del alma humana que demostró entonces Pombo.

Tiene Álvaro Pombo esa prodigiosa capacidad de ahondar en lo más profundo de nosotros y a la vez bromear con el habla bien pegadita a la calle

Y es que tiene Álvaro Pombo (y por extensión todos sus libros) esa prodigiosa capacidad de ahondar en lo más profundo de nosotros, de descubrir quiénes somos, cuáles son nuestras pulsiones y de dónde nacen nuestros miedos. Y, a la vez, ser capaz de bromear y charlar con el habla bien pegadita a la calle, a lo moderno, a la actualidad. De ser humano, en una palabra. Tremendamente humano.

Puede gritar desde un atril aquel inolvidable y pasional "¡¡U, Pé y Dé!!" que nos dejó a todos en las retinas y los archivos audiovisuales y a la vez firmar libros de una hondura emocional tal como El metro de platino iridiado, Dónde las mujeres o La fortuna de Matilde Turpin, que le valió el Premio Planeta en 2006.

El exclaustrado enclaustrado

Pombo, a pesar de sus 85 años, está firmando algunas de sus mejores novelas en la recta final de su carrera. Si con Santander, 1936, su anterior título, se hizo con el Premio Francisco Umbral en 2023, tan solo un año después vuelve a las librerías con una historia tan sencilla como agobiante.

Medias verdades, venganzas y celos irán creciendo con el pasar de las páginas, con la sutileza con la que lo hacen las cosas a las que no prestamos atención

Y es que Juan Cabrera no siempre vivió en su piso de Argüelles. Confinado en un convento benedictino durante años, decidió salir a sus cincuenta y pico años tras darse cuenta de que allí encerrado ya no escuchaba a Dios. Pero también puede haber influido la denuncia que hizo de tres novicios a los que sorprendió en una situación impropia, al menos para él, para sus ojos.

Años después, un joven sobrino al que hace años que no ve, Jaime, aparece en su vida para perturbar su tranquilidad. Y de su mano llega un profesor de este, Antón Rubial. Uno de aquellos novicios que fueron expulsados del convento tras la denuncia de Cabrera.

Entre los tres y la mujer de Antón, Petri, con quien se casó al ver truncada su carrera eclesiástica, surgirá una red de engaños, medias verdades, venganzas y celos que irá creciendo poco a poco, con el pasar de las páginas, con la sutileza con la que lo hacen las cosas a las que no prestamos atención hasta que las tenemos encima, como las telas de araña o las flores.

Retrato del alma humana

El exclaustrado es una novela de las de antes, canónica. Con un narrador omnisciente que sigue muy de cerca las diatribas de Juan Cabrera. Un hilo de pensamiento que se extiende de un personaje a otro, que va explorándolos para no dejar ninguna arista sin tratar, para desentrañar las motivaciones de cada uno, para arañar hasta el último gramo de humanidad que hay en nosotros.

Álvaro Pombo demuestra su maestría en un texto que te enseña más de ti de lo que pudiera uno pensar leyendo la sinopsis

Y eso hay que saber hacerlo. Y Álvaro Pombo demuestra su maestría con las palabras en un texto que te enseña más de ti de lo que pudiera uno pensar leyendo la sinopsis de la novela. Porque en el fondo todos somos muy parecidos. Y las dudas, la conciencia moral o las diferencias de criterio ante una misma imagen son cosas que hemos sentido todos.

Hay, además, en la novela, una velada crítica a la iglesia católica, o a una parte de ella, al menos. A esa iglesia que busca lo divino en los libros de teología, en vez de salir a la calle y encontrarlo en los seres humanos, el único sitio real donde se puede encontrar en realidad, la divinidad, puesto que fue la humanidad la que la creó.

El exclaustrado es la demostración de que Álvaro Pombo va a recibir el Premio Cervantes, el más importante en lengua castellana, en su mejor momento. Seguro que su discurso en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá el próximo mes de abril será inolvidable y tremendamente humano, como es él.

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