Amistad, folclore y nostalgia: la novela perfecta para leer este verano en el pueblo se llama 'Leche de pantera'
Alexis Sellés brilla con una emotiva primera novela costumbrista que reflexiona sobre temas generacionales como la culpa, la precariedad y el desapego.
Alexis Sellés
Editorial: Editorial Dieciséis
Año de publicación original: 2024
El éxito de un libro depende de muchos factores, pero uno de los más importantes –y más desconocidos por los lectores– es el de la distribuidora, la empresa que sirve de enlace entre editoriales y librerías y que se encarga de que el libro tenga la mayor visibilidad posible.
Este último eslabón de una enorme cadena puede acabar devorando en apenas días la ilusión y el trabajo de meses o años. Porque sin una buena distribución y colocación, el libro, sea bueno o malo, sencillamente no existe.
Las grandes perjudicadas son, como en todo, las pequeñas editoriales. Las invisibles. Las que apenas se encuentran en las mesas de novedades. También son las valientes, las que apuestan por la calidad en lugar de la cantidad, yendo en contra de las demandas de un mercado absurdo y saturado.
'Leche de pantera' es una novela atravesada por temas generacionales como la precariedad y la incertidumbre
Publican obsesionadas por la buena literatura, sabiendo que ya han perdido, pero con la esperanza de que un libro encienda la mecha. Algo así le ocurrió a la editorial Dieciséis con Tan jóvenes y la pena, el enorme debut narrativo de Millanes Rivas, un autor que, con su segunda novela, Paisaje nacional, ha dado el salto a Alianza Editorial. Una editorial grande. Una buena distribución. Una novela que localizaréis fácilmente en las mesas de novedades.
Más complicado lo tendréis, por desgracia, con Leche de pantera, también de la editorial Dieciséis. Otro debut literario que brilla a su manera, como lo hizo Tan jóvenes y la pena, y que merece sin duda más atención de la que ha recibido. Aunque estilísticamente son distintas, ambas historias están atravesadas por temas generacionales como la precariedad y la incertidumbre.
Un torbellino de melancolía
Alexis Sellés nos traslada a una pequeña localidad alicantina de la que "sus habitantes jóvenes huyen por falta de oportunidades". El protagonista de este libro, un treintañero, regresa de Madrid al pueblo tras saber que su abuela ha sido ingresada.
Esa llamada, que pone en pausa su vida, se convierte enseguida en un torbellino de melancolía que arrastra al protagonista por unos recuerdos que se entrelazan con la inmediatez del presente.
El chico, ya en el pueblo, se reencuentra con sus amigos de la infancia, Alba y Jordi. Y a través de este triángulo de amistad (y de otros tantos personajes), Alexis Sellés nos habla de la culpa, la familia, el desapego o la pérdida. "Morirse es como cuando saltan los plomos de casa y te quedas a oscuras, mejor que te pase con alguien", dice su abuela.
Alexis Sellés nos habla de la culpa, la familia o la pérdida
La novela se lee con la sonrisa de quien se ve irremediablemente reflejado en muchas de sus páginas. 145 páginas profundas y emotivas. Porque Sellés escribe con delicadeza, con un estilo lleno de lirismo, con toques de folclore rural y con unas palabras marcadas profundamente por la nostalgia.
Leche de pantera es ese familiar al que llamas tío pero que no es ni tío ni familiar, es el reencuentro con el amigo al que nunca ves pero siempre está, es una partida de FIFA un caluroso día de verano, es un capazo lleno de frutas y hortalizas, es un abrazo de despedida.
La costumbre
También es una historia sobre la costumbre, un término que se repite en distintas ocasiones y que merece la pena mencionar, porque alrededor de ella se levantan algunos de los pasajes más bellos.
"Si me cortara las venas en este preciso instante, brotarían de ellas mitos y símbolos de mi infancia"
"Es la tierra que conozco, la de mis padres, una tierra hecha de costumbre que fluye por dentro de mí como litros de sangre marrón", dice el protagonista. "Si me cortara las venas en este preciso instante, brotarían de ellas mitos y símbolos de mi infancia podridos por el tiempo y salpicados de colores rojizos".
Porque los pueblos están hechos de costumbres. Y las relaciones familiares. Y los silencios. Y las amistades también. "Supongo que la costumbre es más fuerte que la muerte".