Así es la 'Leche Cruda' de Ángelo Néstore, un debut novelístico trans para hablar del Alzheimer
La poeta Ángelo Néstore debuta con su primera novela, Leche cruda. Un libro en el que pone el lenguaje poético al servicio de la prosa para retratar la realidad queer y los estragos del Alzheimer
Ángelo Néstore
Editorial: Reservoir Books
Año de publicación original: 2025
A lo largo de este año 2025 que ya termina, son cuatro las novelas de poetas que hemos reseñado en AhoraQuéLeo. Es posible que 2025 haya sido el año que los poetas han dejado a un lado los versos o aquel en el que los poemarios ensancharon su sangría y se convirtieron en prosa. Todos ellos comparten la memoria, la infancia y una potente voz como catalizadores de sus historias.
Hablamos de ¡Mártir! de Kaveh Akbar, La edad infinita de Miriam Reyes, la segunda novela de Ocean Vuong, El emperador de Alegría y este Leche Cruda de Ángelo Néstore que hoy nos ocupa. Todos, exceptuando a Vuong, son debuts novelísticos, fuera de la producción habitual de sus autores. Un rasgo, el de la poética abriéndose paso en la novela, que viene a ensanchar las miras de esta última.
Rompiendo el género
Mia regresa a Italia tras cinco años de ausencia. Llega a una casa tomada por el Alzheimer de su madre, plagada de silencios y viciada por los recuerdos que ya solo ella retiene de la vida entre ambas. Comienza así un relato que va desde las relaciones madre e hija de los Apegos feroces de Vivian Gornick a la literatura queer de Imogen Beanie. Una historia que se justifica a través del lenguaje exhaustivo y profundo de su autora.
Leche cruda camina entre lo novelístico, lo poético y la propia autoficción, y aunque este libro no es esencialmente una autobiografía, casi sentimos que sus personajes están vivos por cómo se nos presentan y respiran, pero también por sus contradicciones, aquellas que enriquecen la poesía en forma de oxímoron y colorean nuestra vida más allá de los libros.
El género literario se desdibuja en las muchas formas de narrar que Néstore maneja, convirtiendo el lenguaje en su mejor aliado para presentarnos una realidad que, de haber estado desprovista de estas palabras tan crudas como medidas, nos resultaría casi insoportable.
Nombres muertos
La muerte convive con sus dos protagonistas. Lo hace en el recuerdo del padre y el hermano fallecidos, en la enfermedad que cercena la memoria de su madre y del deadname de su protagonista—aquel que las personas transexuales o no binarias abandonan—. Su transición como persona no binaria nos habla de un antes y un después en el que su vida también adquirió otros significados, nuevos recuerdos y nombres que conservar.
La muerte convive con sus dos protagonistas
A medida que la relación entre ambas se desdibuja, Lina recorre la ira y la tristeza que el mal que asola a su progenitora le provoca. Ella ya no habla, no busca su confort y solo se dirige al gato de la familia, Cavalli, quien también se convierte en protagonista de esta historia a su manera.
Las voces de la pérdida
Cavalli tiene una voz propia que podría ser la de los gatos callejeros romanos de los Cuentos escritos a máquina de Gianni Rodari, que observa el mundo de los humanos sin los apegos típicos de la especie. Los felinos no entierran a sus muertos, en cambio se alimentan de sus restos y convierten sus cuerpos inmóviles en vida nueva.
Su futuro se basa en contener, consigo misma, la vida que se le escapa a su madre
Lina no sabe qué hacer con el cadáver en el que se ha convertido su madre. La vuelta a casa le lleva hasta sus diarios de adolescencia, los que fueron escritos con otro nombre, otros pronombres. Se enfrenta a un futuro que empieza a dibujarse en la ausencia de cariño, en el sacrificio de quien debe contener, con su propia vida, la que se le escapa a su madre a medida que su enfermedad avanza.
Leche cruda
Si hubiese que sacar una conclusión de esta ola de poetas que saltan hacia el mundo de la novela, quizás la más obvia es la económica. La novela se vende mucho más en un mundo adicto a la literalidad y la falta de atención. Pero es importante incidir en el cambio que ha sufrido también la prosa.
La autoficción ha transformado la forma que tenemos de leer, obligando a sus autores a utilizar un lenguaje cargado de poesía para retratar realidades cada vez más difusas y cambiantes. A medida que los ismos más dogmáticos recortan los términos en los que podemos referirnos a nuestro propia existencia, la poesía consigue habitar en sus márgenes y afianzarnos a la palabra.
El lenguaje cargado de poesía nos permite retratar realidades cada vez más cambiantes
Moribunda o no, la palabra y la poesía habitan esta Leche cruda de Ángelo Néstore. La voz de su autora es una de las más destacadas dentro del género. Ganó el V Premio Espasa, el Premio de Poesía Hiperión y el Emilio Prados, todos importantes reconocimientos del mundo de la poesía. Una labor que ha compaginado con la de dar a conocer otros talentos, desde la editorial Letraversal que fundó y dirige, o a través de la primera Antología de poesía queer que se encargó de curar para la editorial Espasa.
Un compromiso que habla también sobre la implicación de su autora con la importancia del verso. Hoy que se aplica la economía del lenguaje, los textos autogenerados y la distancia que proporciona el insulto hacia aquello que ni siquiera se busca conocer. Hoy, reconocemos la importancia de que incluso la realidad más cruda pueda seguir encontrando un lenguaje con el que materializarse. Y que la poesía —y la lengua si me apuran— siga siendo un arma cargado de futuro.
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