Rita Barberá y Francisco Camps, en el circuito de Fórmula 1 de Valencia | Archivo

La ciudad de la euforia - Rodrigo Terrasa

"Tras el brillo de las lentejuelas, los flashes de las cámaras de fotos y los fuegos artificiales, se escondía ya toda la maquinaria de un sistema de corrupción perfectamente engrasado que a nadie parecía preocupar".

AhoraQuéLeo
 |  Madrid | 15/11/2021

Rodrigo Terrasa

Editorial: Libros del K. O.

Año: 2021

Sinopsis: "La fiesta en Valencia no se acaba nunca", decía un alto cargo del Partido Popular Valenciano. Él acabó procesado, como la gran parte de los políticos que dirigieron la comunidad a principios del siglo XXI. Una época marcada por los tejemanejes, la corrupción y el dinero, que corría en todas direcciones y que les permitió incluso poner de su parte a la opinión pública, cegada por las luces de neón, la aparente bonanza económica, los puestos de trabajo y el nombre que se hizo Valencia en el mundo teniendo hasta su propio circuito de Formula 1.

Este libro repasa todos aquellos personajes inolvidables -el yonki del dinero, constructores en trikini, artistas chatarreros- y todos aquellos casos que convirtieron a Valencia en 'La ciudad de la euforia'.

Por qué recomendamos 'La ciudad de la euforia', de Rodrio Terrasa

Principalmente, porque Rodrigo Terrasa escribe muy bien. Su habilidad con las palabras es un conductor que guía de manera suave pero con enorme pericia al lector por el largo y tortuoso entramado de casos de corrupción de la comunidad valenciana.

Con descriptivas anécdotas reales, textuales declaraciones judiciales, sonrojantes escuchas telefónicas, salvajes historias difíciles de creer y datos tan enormes como demoledores, Terrasa avanza por el lodo del dinero sucio, ese que empantanó una ciudad hasta las caderas, dejando a su paso la luz encendida en un lugar en el que nadie quería salir de la oscuridad.

Un repaso en toda regla, exhaustivo y divertido, pero también demoledor y, por tanto, triste, de las etapas más vergonzantes de la política nacional, tan fea que incluso ni la gente en la calle quiso mirar.