¿Fue Hernán Cortés un dios o un diablo? Esta novela reescribe la historia del controvertido conquistador
Tras el éxito de su primero libro, Nadie lo sabe, Tony Gratacós regresa con Todos sabrán mi nombre, protagonizada también por el cronista Diego de Soto. En esta ocasión, el autor viaja a 1525.
Tony Gratacós
Editorial: Destino
Año de publicación original: 2024
Bienvenidos a bordo. La aventura está apunto de comenzar. Busquen un buen lugar desde el que contemplar el viaje porque promete ser apasionante. En cubierta ya está Diego de Soto, cronista del reino. Un personaje real que, en la pluma de Tony Gratacós se ha convertido casi en su alter ego, capaz de llevarnos por el lado más desconocido de la historia de España.
Fue Diego de Soto quien nos dio otra versión de la vuelta al mundo de Magallanes-Elcano en Nadie lo sabe, la primera novela de Gratacós, con la que sumó más de 25.000 lectores. En ella se daba una versión diferente del viaje que pasó a la historia, añadiendo buenas dosis de misterio y de aventuras a lo que aprendió el autor tras un extenso proceso de documentación.
En esta ocasión, De Soto se embarcará, desengañado, tratando de huir del imperio español y de sus cloacas. Pero el destino, en forma de tormenta, le llevará a las costas orientales del nuevo mundo, un territorio conquistado pocos años antes por Hernán Cortés al mando de poco más de medio millar de hombres.
Cortés, un dios en la Tierra
La novela gira en torno a la figura del conquistador. Primero como objetivo a alcanzar por Diego de Soto y después como personaje enigmático, empeñado en conseguir que su historia se cuente, pero obsesionado por controlar el relato. Una especie de Coronel Kurtz de 'Apocalypse Now' o el explorador Kurtz de El corazón de las tinieblas, si recurrimos a la literatura. Un hombre poderoso en un mundo hostil, que esconde más de lo que habla.
Pronto Diego de Soto entiende que en la conquista de Tenochtitlán, la batalla entre Cortés y Moctezuma, sucedida unos años antes, fue tan sangrienta como misteriosa. Y que la desaparición del famoso tesoro del dios hombre azteca tiene la culpa de casi todo.
Encontrarlo o, al menos, entender qué ocurrió con él antes de que los españoles tuvieran que salir de Tenochtitlán se convertirá en la obsesión de Diego de Soto y en el motor de esta entretenida novela.
Una novela de aventuras
El tiempo presente en el que está escrito Todos sabrán mi nombre consigue que el lector se sienta uno más en ese barco, un compañero de aventuras de Diego de Soto en la tarea de descubrir la realidad (otra realidad) de lo que ocurrió realmente hace cinco siglos.
Por eso, lo principal de Todos sabrán mi nombre es que, una vez a bordo, ya es imposible bajar. La tensión del relato, el ritmo, la ambigüedad de algunos personajes, todo está construido para el entretenimiento. Gratacós, así, vuelve a conseguir que la historia de España se aleje de los aburridos libros de historia y se parezca más una película hollywoodiense.