'El hijo olvidado', el thriller policiaco de Mikel Santiago con un Humphrey Bogart de Gernika
El autor vuelve a demostrar su solvencia a la hora de plantear tramas absorbentes en las que lanza a sus personajes por caminos sin aparente salida.
Mikel Santiago
Editorial: Ediciones B
Año de publicación original: 2024
Han detenido a Denis, acusado de asesinato. Aitor Orizaola no se lo puede creer. Aquel niño curioso y tranquilo, su sobrino, al que cuidó y quiso como si fuera un hijo en su infancia, no se ha podido convertir en un criminal con poco más de 20 años. Pero como agente de la Ertzaintza sabe que si le acusan de un delito tan grave, algo tiene que haber.
Pero Aitor no está en condiciones de liderar la investigación. Primero, obviamente, por la implicación personal. Pero además, el último caso en el que estuvo involucrado le dejó un posible expediente disciplinario y una larga baja, después de que le agujerearan el pecho y las piernas y estuviera a un paso de perder la vida.
Solo, presionado por el dolor y la impotencia de su hermana, Aitor se enfrentará a lo que parece una conspiración, un enigmático suicidio y a una familia tan poderosa como para poder controlar aparentemente todo lo que ocurra.
El Sam Spade vasco
Mikel Santiago se ha consolidado ya como uno de los nombres importantes de la novela policíaca en nuestro país. Tras La trilogía del Illumbe, que inició con El mentiroso y de la que ha vendido más de medio millón de ejemplares en poco más de tres años, no se ha dado tiempo para descansar y ya vuelve a estar en las librerías. Y lo ha vuelto a romper. En pocas semanas ya copa la parte alta de las listas de los más vendidos.
El hijo olvidado se consume con facilidad, dejándose caer con gusto en los laberintos que propone el complejo cerebro del autor
Y lo hace con una novela de esas que da gusto leerse. De ritmo rápido, con personajes definidos y de rasgos humanos, anclada en el presente, con referencias a series, películas y canciones conocidas por todos, huyendo de estereotipos vacíos y dotándole a todo el texto de ese ambiente del País Vasco donde hay más silencio que verborrea y más contención que postureo, El hijo olvidado se consume con facilidad, sin esfuerzo, dejándose caer con gusto en los laberintos que propone el complejo cerebro del autor.
Así, su protagonista, Aitor, es un policía serio, casi huraño, leal y concienzudo, que hacia fuera muestra un hombre tosco y profesional, pero que dentro esconde un ser sensible, atormentado por sus errores del pasado. Una especie de Humprey Bogart del siglo XXI procedente de Euskadi. Una tierra donde, por cierto, el detective Sam Spade no habría llamado tanto la atención con su actitud, me parece.
Una montaña rusa de letras
El hijo olvidado, con sus casi 600 páginas, se convierte en un parque de atracciones portátil. El lector se lanza con gusto por las empinadas cuestas que plantea Mikel Santiago en sus tramas, dejándose caer al abismo por el que se desliza su protagonista, viendo encajar una pieza tras otra en un rompecabezas que condena a su sobrino.
'El hijo olvidado', con sus casi 600 páginas, se convierte en un parque de atracciones portátil para el lector
Pero rápidamente el incauto lector tiene que aferrarse con fuerza al giro que plantea el autor, haciéndole subir de nuevo, atrapar un poco de aire, intuir que hay una salida y en seguida, volver a lanzarse a tumba abierta hacia una persecución de la que no hay manera de escapar.
Hay laberintos de espejos también, paseos románticos en norias envenenadas, seres humanos increíbles y todo está medido y dosificado en pro del espectáculo. Porque eso es El hijo olvidado, un producto de ocio muy cuidado, donde el País Vasco aparece con sus gentes, sus paisajes y sus circunstancias como un ente clave en la creación de la trama y en su resolución.