'Inverosímil', o cómo borrar el alzhéimer con la ilusión de nuevos recuerdos
Paula Vidal firma un libro cargado de ternura. Una novela juvenil sobre crear nuevos recuerdos en la tercera edad antes de que el alzhéimer lo borre todo.
Paula Vidal
Editorial: Destino
Año de publicación original: 2024
Hacer de un desenlace algo inolvidable. Ese es el mantra que recorre Inverosímil. Una novela juvenil, aunque con un trasfondo profundo, donde la memoria y los deseos de la tercera edad se convierten en el motor principal de sus personajes.
Daniel, su protagonista, se lanzará a a la misión de hacer que su abuela disfrute de sus últimos años de independencia antes de entrar a vivir a una residencia de ancianos. Un último verano con el que pacificar su vida, enmendar cosas y emprender otras con las que solo había soñado.
Después de ser diagnosticada de alzhéimer,una simple lista de deseos, algunos más factibles que otros (volar, hacer las paces con antiguas amigas, visitar una ceremonia de té en Kioto...), se convertirá en un itinerario hacia recuerdos más felices, antes de que todos los demás se apaguen.
Ternura contra el olvido
Paula Vidal es capaz de llevar un relato enfocado a jóvenes lectores mucho más allá de las temáticas habituales. La ternura y el cariño inundan Inverosímil en cada capítulo. Una forma de mirar hacia esta enfermedad con la oportunidad de brindar un último chimpún a las cosas, los fuegos artificiales que deben protagonizar un final por todo lo alto.
Daniel descubrirá en el curso de un verano la importancia de brindar a la tercera edad la dignidad que muchas veces ignoramos. Un vínculo que tratará de atesorar mientras su abuela conserve el recuerdo de quién es, y sobre todo, lo que desea. Un pacto tácito que se encargará de mantener vivo.
De esta forma se embarcará junto a su familia en un viaje para procurar a su abuela los recuerdos más felices del final de su vida. Recuerdos compartidos, en el pacto más férreo que se puede plantear ante el olvido: recordar juntos.
Literatura con conciencia
Su autora conservó desde pequeña el deseo de escribir, conservando las libretas que escribió durante la infancia. La literatura juvenil exige a sus creadores un contacto directo con la generación a la que hablan. Convertirles en protagonistas de historias que puedan vivir y respirar como propias, convertirles, en definitiva, en lectores.
En esta tarea se añade una más importante aún. Quienes se acercan a los libros por primera vez deben descubrir mundos y vidas tan radicalmente distintas como parecidas a las suyas. Estableciendo una relación con sus protagonistas de camaradería. Pero también de que aquello que sienten y padecen quienes están tras los renglones puede ser comprendido en ambas direcciones.