Claire Dederer | Ediciones Península

'Monstruos', cómo seguir consumiendo cultura cuando todos tus héroes son una mierda de personas

Claire Dederer se enfrenta a los demonios del arte. Directores, escritores, músicos y un largo etcétera de creadores con historiales de abuso que llevan a una sola pregunta: ¿cómo podemos seguir consumiendo su obra cuando sabemos toda la verdad?

 |   | 17/12/2023

Autora: Claire Dederer

Traductora: Ana Camallonga

Editorial: Península

Año de publicación original: 2023

Claire Dederer ha dedicado su carrera profesional a la crítica cultural. Desde Monstruos trata de poner orden, sentido y sentimiento en el seno de la cultura de la cancelación.

Un viaje personal, reconstruido a través de sus propias obsesiones, las que se mantienen después de conocer la verdad y a las que es imposible volver sin una sombra de culpa.

Monstruos en el palmarés

El germen de Monstruos arrancó en 2014. Durante una investigación sobre Roman Polanski, la periodista y ensayista llegó hasta el testimonio de la violación a Samantha Gailey, quien tenía 13 años en 1977, cuando sucedieron los hechos. Lejos de horrorizarla tanto como para no poder volver a visionar su obra, los meses siguientes se entregó a ver de nuevo la filmografía del realizador, tratando de apuntar con el dedo hacia detalles que resultasen premonitorios de la monstruosidad de su autor. ¿Era posible encontrarlos?

Tres años más tarde, con el estallido del #MeToo , las mismas preguntas volvieron a aflorar aunque a un volumen atronador. Millones de testimonios se unieron, dando rostro, nombre y sobre todo voz a las víctimas. Casos que habían sido silenciados por el peso del tiempo, el silencio cómplice o el mero statu quo de las cosas.

"Mi solitaria esfera de interés se convirtió de repente de dominio público", explica en referencia a aquellos meses. Dederer reconstruye la última década, la mal llamada "era de la cancelación", para hablarnos de la integridad en el arte. Lejos de atalayas morales, sus propios fracasos personales también tienen cabida en este libro. Porque esas pinceladas de autobiografía sirven para hablar de la mancha que termina por cubrir la vida de las personas, convirtiéndolas en monstruos.

Enfermos de biografía

El filósofo alemán Walter Benjamin defendía que en el seno de toda obra artística reside una parte de barbarie. Una barbarie que para la primera mitad del siglo XX reverberaba en el auge del nazismo, y que en el siglo XXI tiene que ver con la brutalidad personal e íntima. Detalles que intercambiamos con mayor o menor preocupación cuando salen ciertos nombres a colación: John Lennon, Pablo Picasso, Woody Allen, Miles David, Phil Spector... Anecdotarios que casi siempre anticipan o van precedidos de una miríada de bondades y logros profesionales. Seguimos pasando el brazo por encima de la historia a pesar de que el gesto nos fuerce a taparnos la nariz con la otra mano.

Seguimos pasando el brazo por encima de la historia a pesar de que el gesto nos fuerce a taparnos la nariz con la otra mano.

Sin embargo, este contexto termina por ubicarse en el centro de una enorme cámara de eco. "Estamos enfermos de biografía", declara la autora. Y explica que parte del problema de haber perdido la noción moral de nuestro consumo somos nosotros mismos. De los detalles más nimios a los más graves, el exceso de información no sirve para conocer o disfrutar mejor de la cultura, sino para colocarnos en el centro de la obra. Una necesidad que con la aparición de internet se ha hecho cada vez más ubicua.

Aunque Monstruos es capaz de encapsular las preocupaciones de su autora con respecto a las biografías de algunos creadores, llega a resultar abrumador incluso para ella. Un sentimiento de incomodidad que termina por extenderse también al lector. No es un ensayo que pretenda aportar soluciones, aún menos cuando se nos plantean nuevas preocupaciones a cada capítulo. Dicho de otro modo: según Dederer, se puede seguir disfrutando de la obra de un autor depravado, a pesar de que es imposible alejarles de su propia biografía. Toda una contradicción ética.

Dederer recorre un camino paralelo al de autoras como Jenny Offil o Elisa Schappel, haciendo de lo confesional un asunto de orden público. Partiendo de imágenes íntimas con las que construir relatos mucho más grandes, a la altura de los problemas que las atañen.