'Olor a hormiga', la novela que da voz (y sexo) a la tercera edad
Júlia Peró se lanza, en su primera novela, a hablar de la vejez como nadie lo había hecho: con valor y honestidad, iluminando todas sus caras, incluso las que siempre han estado ocultas.
Júlia Peró
Editorial: Reservoir Books
Año de publicación original: 2024
Olvido no es un nombre cualquiera. Olvido es el nombre de una mujer a la que le ha alcanzado de lleno la vejez. Bueno, según ella, la vejez es una enfermedad que su cuerpo lleva desarrollando desde los 14 años. Pero ahora está en su apogeo. Y ha conseguido encerrar a Olvido en casa. Ya no se atreve a bajar a la calle. En realidad, le da miedo hasta el recibidor, así que no pasa del pasillo.
Con ella vive un gato que le habla. El maldito gato le dice todo lo que ella no se atreve a decirse a sí misma. Y son pocas cosas, porque Olvido no se ha callado casi nada nunca. El problema es que el gato es posible que no exista, pero eso a Olvido le da exactamente igual. Como le dan igual las habladurías de los vecinos detrás de su puerta. "Hace mucho que no vemos a Olvido". "Huele un poco raro tras esa puerta". "¿Y la chica que venía a limpiar la casa? ¿Ya no viene?".
La chica que venía... una chica joven, repleta de juventud y de belleza. Una chica simpática, que limpiaba su casa, pero que ya no viene. Una chica que, de algún modo, atraía mucho a Olvido. Físicamente. Sin embargo Olvido no recuerda muy bien por qué dejó de venir. Porque Olvido, quizás lo sospechabais, tiene muchos problemas de memoria.
Personas antes que mayores
Júlia Peró, poeta, artista disciplinar, consigue en Olor a hormiga, su primera novela, algo realmente complicado: salir airosa tras más de 200 páginas de una historia localizada en un piso viejo con tan solo dos personajes. Una encerrona en toda regla, un reto literario descomunal que solventa tirando mucho de estilo y apoyándose en un persona inolvidable.
La novela defiende el sexo, la felicidad, la rabia y el amor de quien está en la última parte de su vida como algo natural
Porque Olvido representa a esa tercera edad empeñada en ser algo más que un colectivo. Una señora mayor que, más allá de su edad, siente, teme, ama, desea, sufre, se enfada y hierve por las cosas por las que todos, independientemente de nuestra edad, lo hacemos.
De este modo, su novela funciona como una reivindicación de las personas mayores. Pero más por el lado de las personas que por el de mayores. Y defiende el sexo, la felicidad, la rabia y el amor de quien está en la última parte de su vida como algo tan natural y humano como los de cualquier otro sujeto.
El olvido como estilo
Pero lo principal es que ese fondo lleno de magníficas intenciones no resulta en ningún momento ni pedante, ni adoctrinador, ni edulcorado. Porque el texto está escrito con la rabia y la gracia de quien se olvida constantemente de todo. Con la ira de una persona de trato difícil y con la ternura de alguien que sabe que sus días se están terminando y que lo que su cabeza está construyendo es muy probable que no exista en realidad.
Solo una poeta puede lanzarse a un abismo tan insondable como la demencia y salir no solo viva, sino además con gracia
Y Olvido, aunque a veces es insoportable, otras veces es capaz de trazar puentes hacia su pasado que aguantan un capítulo, lo suficiente como para iluminar con las luces de la biografía las sombras del presente, permitiendo al lector comprender el conjunto de un ser humano aparentemente incomprensible.
Solo alguien con la sensibilidad de la poesía en su sangre habría sido capaz de lanzarse a un abismo tan insondable como la demencia y salir no solo viva, sino además con gracia. Olor a hormiga es un título para no olvidar.