'Mi padre alemán', el viaje de un hijo por países que ya no existen para iluminar un pasado criminal
Ricardo Dudda persigue la memoria de su padre a través de fronteras y ciudades que cambiaron de nombre. Un árbol genealógico cuyas raíces terminaron por apuntar hacia lugares cada vez más profundos y oscuros.
Ricardo Dudda
Editorial: Libros del Asteroide
Año de publicación original: 2023
La casa de Gernot Dudda no tiene estantes ni marcos entregados a la nostalgia. De sus muros no cuelgan tampoco banderas o enseres familiares. Nada que apunte a una dirección concreta hacia el pasado. En la casa del Hoyo, a escasos 10 km de Mazarrón, el 'padre alemán' del autor vive desde hace décadas entregado a las pequeñas tareas del día a día.
Ricardo Dudda nos lo presenta en las páginas de Mi padre alemán cerca del mar, en chanclas, hojeando un libro. Pero también siendo un niño, huyendo junto a su familia como refugiados de la II Guerra Mundial de una Prusia que ya no existía; más tarde, en los 90, reconvertido en un publicista de éxito en España, organizando fiestas multitudinarias, haciendo gala de una personalidad arrolladora.
Un compendio de imágenes que, a medida que nos adentramos en la historia de los Dudda, va adquiriendo un color cada vez más intenso, como si fuésemos también protagonistas del descubrimiento de una vida más allá de retratos familiares e historias deslavazadas.
Durante dos años su autor se sumió en entrevistas y conversaciones con su padre. Un proceso que le llevó a delimitar algunas líneas rojas. Explicar la historia de su familia conllevaba adentrarse en la del corredor libre de Danzig, explicar las fronteras movedizas de países olvidados. En definitiva, perderse entre la historia del viejo continente y olvidar contar la de su padre. Aunque lo que habría de descubrir también acabaría afectando a su investigación, cambiando drásticamente su propio relato familiar.
Silencio heredado
George Steiner anotó sobre el lenguaje que en su mayoría está compuesto de silencio. El segmento que queda dedicado a lo que no puede ser comunicado, escrito o hablado. Ricardo se enfrentó al mutismo de su padre, quien trató siempre de esquivar la nostalgia. Pero también al de su abuelo, Richard, que preservó la afonía culposa de los años de la guerra.
El primero había decidido omitir y adornar, con un lenguaje cuidadoso, las tristes idas y venidas familiares; el hambre y la guerra. Sus años de publicista habían transformado vivencias en pitchs, más digeribles que la realidad anterior. El segundo guardaba horrores imposibles de reformular. Desde el presente, Ricardo debía recomponer el discurso de ambos, encontrando una voz que uniese a los tres hombres. El árbol genealógico se terminó por convertir en un arbusto de espinas culposas.
Su padre transformó sus vivencias para contarlas. Su abuelo guardaba horrores imposibles de reformular. Ricardo recompuso el pasado de ambos
Cuando estalló la contienda, Richard Dudda trabajaba como policía local. Los años siguientes los pasó patrullando la retaguardia del frente oriental, muy cerca del carnicero nazi Friedrich Jeckeln. Ricardo descubrió que había sido parte de las operaciones de persecución de milicianos, en su mayoría judíos, orquestadas por las SS. Imposible saber si sus manos estaban manchadas de sangre, si había cumplido órdenes, promovido actos crueles o tratado de mitigarlos. Ricardo no podía especular. Bajo sus ojos estaba las prueba de su presencia. De que él estaba ahí cuando todo eso estaba ocurriendo. A este doloroso descubrimiento se le sumaba otro: debía explicarle a su padre lo que el suyo había hecho durante la guerra.
Gernot calló mientras su hijo le explicaba lo que había encontrado, no le interrumpió ni trató de justificar nada. Al silencio del abuelo se le sumaba décadas después el de su hijo, aceptando los pecados heredados, escuchando y entendiendo, más allá de lo que cualquier palabra pudiese apostrofar.
Ordenar la culpa
Mi padre alemán hace méritos tan literarios como humanos para contar su historia. No es sencillo hacer arqueología personal y no caer en el sentimentalismo fácil. Pero tampoco lo es ser honesto y llegar hasta el final, cueste lo que cueste.
Ricardo Dudda logra dar forma a vidas que viajan en muchas direcciones y épocas distintas sin renunciar a la ternura como fondo de todas ellas. Deteniéndose y reelaborando su discurso, preocupado por que la forma no sepulte al contenido, tratado siempre con cariño y compromiso. El resultado es un libro que trata de tender puentes entre tres generaciones distintas, desprovisto de cualquier signo de nostalgia reaccionaria.