'El reino de Celama', el imperio de Luis Mateo Díez donde nunca morirá la cultura campesina
Luis Mateo Díez, premio Cervantes 2023, reúne en este libro sus tres primeras novelas sobre el territorio imaginario de Celama, un páramo en el que sus gentes, cada vez en menor número, pelean por no desaparecer.
Luis Mateo Díez
Editorial: Debolsillo
Año de publicación original: 2003
Lejos de Narnia o de la Tierra Media, Celama es un reino literario (casi) sin magia. Un páramo yermo lleno de gentes llanas, un ambiente rural donde las historias de seres humanos se suceden, casi se amontonan, formando un modesto imperio, único y común al tiempo, un espacio de leyenda y realidad creado por acumulación, brotado de la imaginación desbordante y el pasado más adherido al alma de Luis Mateo Díez.
El flamante Premio Cervantes de 2023 nació en un pequeño pueblo de provincia de León, Villablino. Y muy pronto aprendió que la identidad está estrechamente ligada al relato. Los cuentos y leyendas propios de la zona que por tradición oral pasaban de padres a hijos, marcaron, a fuego, la voluntad relatora del joven Mateo.
Así, sus historias han estado siempre pegadas a la tierra, al campo. Y crecen impregnadas de esa pátina de leyenda que tienen los relatos que se cuentan en comunidad, alrededor del fuego, en las frías noches del frío invierno.
La creación del reino de Celama
Hasta que en 1996, la fuente de historias que es la mente de Luis Meto Díez llega a Celama. Y encuentra un lugar árido en el que, irónicamente, las historias brotan incesantemente. Un espacio tan fecundo que el propio escritor decidió hacerlo su morada y escribió tres novelas sobre el lugar en tan solo seis años: El espíritu del páramo. Un relato (1996), La ruina del cielo. Un obituario (1999) y El oscurecer. Un encuentro (2002).
Los dos primeros libros están formados por relatos repletos de humanidad, por los que desfilan diferentes protagonistas, incluidos perros, gatos e incluso algún que otro fantasma. Sin orden cronológico, las historias se superponen mostrando un retrato de las gentes de Celama gracias al amontonamiento de situaciones, pero sin un personaje principal que las vertebre.
'La ruina del cielo' es divertida, amena y está cargada de un talento disparado, donde cada personaje supera en carisma y agudeza al anterior
El espíritu del páramo está lejos de ser un texto costumbrista, huye del realismo social. Más bien busca en la sencillez del día a día llegar al trasfondo lírico de una realidad rural. La ruina del cielo, por su parte, se construye como un bombardeo de historias breves que arrojan luz sobre el pasado de Celama. Textos escondidos en unos supuestos documentos encontrados por el médico del pueblo a principios de siglo XX, que aportan una herencia fascinante.
Es este el mejor libro de los tres, galardonado con el premio Nacional de Narrativa y con el premio de la Crítica. Una lectura incesante, divertida, amena, cargada de un talento disparado, donde cada personaje supera en carisma y agudeza al anterior y que deja un poso herido, disfrazado de sonrisa complaciente.
En El oscurecer, en cambio, hay un orden más habitual, una estructura de novela típica, con un narrador en tercera persona que relata la historia de un viejo que rememora el reino de Celama, al que ya no puede volver. Los tres juntos dibujan el paisaje del pasado, presente y negro futuro del páramo. Como un tríptico iniciático que marca las costuras del lugar... y sobre el que el propio Luis Mateo Díez ha regresado en más de una ocasión.
Celama, reino despoblado
Porque en Celama se empieza a ver un problema del que ahora se habla mucho, pero que a finales del siglo XX, cuando se escribió, no era vox populi: la despoblación. "Cada vez menos y con menos ganas en las mismas hectáreas hueras", dice Luis Mateo Díez en los primeros párrafos del primer libro.
Y ese dolor, esa melancolía implícita en grandes dosis del texto, es la que da a la lectura de El reino de Celama un cariz de legado, de intento por mantener la memoria de un pueblo viva. Son estas tres novelas el testamento de un lugar y un tiempo que poco a poco va desapareciendo. Y a pesar de esa agonía lenta, todo el texto está repleto de un profundo sentido del humor. Porque, ¿qué es si no vivir, más que buscar la risa en el camino a la muerte?