'La Revolución francesa contada para escépticos', un paseo por la historia en el que sentirte como si estuvieras tomando la Bastilla
Juan Eslava Galán firma una historia novelada sobre uno de los eventos más transformadores de la historia de Europa. Un relato accesible y colorido, a través de diversos personajes que nos ponen en el centro de la Revolución francesa.
Juan Eslava Galán
Editorial: Planeta
Año de publicación original: 2023
Seis años antes de la caída de la Bastilla, las multitudes parisinas de los tres estamentos se reunieron en las inmediaciones de Versalles al final del verano de 1783 . Sin antorchas, horcas y demás herramientas en ristre, ricos y pobres estiraron el cuello hacia atrás atónitos al cielo sobre el palacio real.
Estamos ante una historia de los últimos años del absolutismo desgranada en torno a diversos personajes reales e imaginados
Ante ellos se elevaba el globo aerostático de los hermanos Montgolfier. Un prodigio de la tecnología gala que se desplegaba en toda su magnificencia, con el astro rey y la flor de lis, símbolos del monarca y su estirpe, en sus costados.
El escritor y divulgador, Juan Eslava Galán, arranca su Revolución francesa contada para escépticos con esta anécdota. El rey Sol a punto de explotar, como una enorme bola de gas en el cielo ante la mirada de su pueblo. A partir de las palabras que sus protagonistas pudieron decir, Eslava Galán pinta la historia de los últimos años del absolutismo, la caída de la monarquía y el ascenso de Napoleón.
Testigos de la historia
Eslava Galán nos pasea por el París prerrevolucionario con la misma soltura con la que se interna, en cada capítulo, en los estamentos de sus protagonistas. Intereses marcados y diferenciados, a los que se añade un contexto que reaparece con la voz del escritor hablando directamente a sus lectores: los escépticos a los que va dirigido el título.
"El mejor de los tiempos y el peor de los tiempos", como rezaba la introducción de Dickens de Historia de dos ciudades. El británico supo desgranar "la época de las creencias y de la incredulidad" de los años revolucionarios como ningún otro. Del racionalismo ilustrado británico, que fue anticipando un siglo de pensamiento y ciencia; hasta las supersticiones que convivían con el día a día de los franceses de a pie, los sans-culottes. Eslava Galán hace referencia en La Revolución Francesa contada para escépticos a la erupción del volcán Laki y la nube de polvo y azufre que cubrió parte de Europa a finales del siglo XVIII. Signos y augurios que inflamaron a un pueblo al borde del desastre a cambiar su propia historia y la del mundo.
El que esté libre de pecado...
Una atmósfera que precipitó en menos de una década los acontecimientos que llevaron a la decapitación de la familia real francesa. Aun así, los hombres del racionalismo y la Enciclopedia que tomaron el relevo también guardaban esqueletos en sus armarios. Calaveras que salieron rodando en los años más sangrientos de la Revolución.
Su autor se permite la licencia de dejar que la contemporaneidad permeé expresiones que acerquen a sus protagonistas a nuestro tiempo
Un relato ágil, escrito de forma directa, introduciendo datos que su autor tuvo a bien intercalar con notas al pie que nos recuerdan que, efectivamente, se trata de eventos históricos. Aunque a veces nos resulte difícil de creer. Su autor se permite la licencia de dejar que la contemporaneidad permeé expresiones que acerquen a sus protagonistas hasta nuestro tiempo. Una dosis de efectismo para terminar de convencer a los escépticos a los que va dirigida esta historia. Galán dispone de cartas, diarios y testimonios de la época para terminar de apuntalar un relato que derrocha la intención de entretener.
Sin embargo, sus mayores virtudes resultan también en vicios que se vuelven repetitivos. Los 'chistes verdes', alusiones a la vida sexual de sus protagonistas y demás chascarrillos restan credibilidad y alejan el relato de Galán de la cara más humana de sus protagonistas. Si la Maria Antonietta de Stefan Zweig pugnó por recuperar la humanidad de la austriaca, perdida en los humos de la historia, Galán la vuelve a reducir a la mera categoría de descerebrada.