50 años sin Salvador Allende y un país de heridas abiertas
Richard Nixon temía que el triunfo del socialismo en Chile se contagiara a otros países de América Latina y pusiera en peligro los intereses de Estados Unidos. Tras fracasar su intento de impedir la victoria de Allende, tomó la decisión de favorecer el golpe de Estado militar, del que se cumplen 50 años.
La aviación chilena ataca el palacio presidencial de la Moneda. Bombas y tanques para culminar la guerra de la derecha contra el gobierno de Allende, amparada y espoleada por Estados Unidos. Empeñados todos en acabar con la vía democrática al socialismo.
El peligro socialista
El autor de la última gran biografía de Salvador Allende, Mario Amorós, confirma que "el temor de que pudiera ser replicada en países clave en el tablero de la Guerra Fría, era un peligro enorme para Estados Unidos".
"El triunfo del socialismo era un peligro enorme para Estados Unidos"
Para matar esa esperanza hubo que matar también a Salvador Allende, referente ya de la izquierda internacional, y convertido desde ese día en un mito por su sacrificio y sus último discurso desde la Moneda la mañana del golpe de Estado, horas antes de suicidarse, en el que pronunció aquellas ya históricas palabras de "pagaré con mi vida la lealtad del pueblo".
Después de Allende
Luego, la represión: los estadios convertidos en campos de fusilamiento, las desapariciones forzosas, la dictadura.
"El Chile de Pinochet condenó a la miseria a las grandes mayorías"
Y el Chile de Pinochet convertido en el laboratorio de las políticas neoliberales, de la mano de los economistas de la Universidad de Chicago, "una auténtica hecatombe social en Chile", asegura Mario Amorós, "que condenó a la miseria a las grandes mayorías del país y acabó con la concepción de la educación y la salud como derechos sociales".
Chile hoy
Del estallido social contra ese modelo de la desigualdad surgiría el presidente que llegó a la Moneda reivindicando a Allende. Su intento de acabar con la Constitución de Pinochet fracasó, será la ultraderecha actual, sus herederos políticos, quienes piloten el diseño de la nueva Carta Magna. Los mismos que justifican el golpe, 50 años después.