Guía del Berlín de Paloma Sánchez-Garnica: de la Puerta de Brandeburgo a Sachsenhausen

Viajamos a Alemania con Paloma Sánchez-Garnica para recorrer los escenarios de 'Últimos días en Berlín', novela finalista del Premio Planeta 2021.

  Madrid | 27/07/2022

Tras recorrer el Madrid de Almudena Grandes, continuamos esta serie de guías literarias con el Berlín de Paloma Sánchez-Garnica.

'Últimos días en Berlín', obra con la que fue finalista del Premio Planeta 2021, trata, según su autora, "de las consecuencias que provoca los totalitarismos en la vida cotidiana".

Para conocer más a fondo esta historia, hemos visitado los escenarios de la novela junto a Sánchez-Garnica. Podéis ver la guía completa en el vídeo principal, o visualizarla por partes a continuación. Comenzamos por la puerta de Brandeburgo.

Puerta de Brandeburgo

De estilo neoclásico, inspirada en la Acrópolis de Atenas, la Puerta de Brandeburgo es la antigua puerta de entrada a Berlín. Levantada en el siglo XVIII por orden de Federico Guillermo III de Prusia, quedó gravemente dañada tras la Segunda Guerra Mundial. Los bombardeos destruyeron prácticamente por completo la cuadriga que mira a la avenida Unter den Linden.

En 1961, con la construcción del Muro de Berlín, la Puerta de Brandemburgo quedó en la zona Este; es decir, en la parte de la RDA (República Democrática Alemana). Y fue a ella a la que Ronald Reagan se refirió en 1987 con una de sus citas más famosas: "Tear down this Wall", en español, "derribe este muro". Se lo decía a Mijaíl Gorbachov, en esa fecha secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética.

El Muro cayó dos años después, en 1989. Sin embargo, el suelo de la Plaza de París, lugar en el que está ubicada la Puerta de Brandenburgo, muestra todavía hoy el punto exacto por el que pasaba y que convirtió este monumento en la mejor representación de la división de Alemania. Y, por lo tanto, el lugar perfecto para comenzar cualquier guía por Berlín.

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Edificio del Reichstag

Caminando unos cinco minutos, se llega al Reichstag, sede del Parlamento Alemán desde 1999. Pero sus muros guardan dentro mucho más que las llaves de la democracia del país. Y es que aquí se libró una de las batallas más costosas en vidas humanas: la batalla por el Reichstag. El 30 de abril de 1945, los soviéticos comenzaron su asalto a este edificio (que, desde 1933, estaba en desuso tras un incendio cuyo origen y motivación sigue generando controversia), librando la batalla casi habitación a habitación debido al gran número de soldados alemanes atrincherados.

No fue hasta tres días después, concretamente en la noche del 2 de mayo de 1945, cuando los soviéticos se hicieron con el control total del Reichstag, dando así por concluida la Batalla de Berlín, el último gran combate en Europa de la Segunda Guerra Mundial. "Para Stalin era muy importante", cuenta Sánchez-Garnica. "Llegar al Reichstag como símbolo como símbolo de haber doblegado al pueblo alemán". Pero no fue esa misma noche, sino la del día siguiente, cuando se sacó la famosa foto en la que los soviéticos colocan su bandera en el techo. Y es que la primera foto que tomaron, la madrugada del 2 al 3 de mayo, tuvo que repetirse porque el oficial ruso que llevaba la enseña portaba demasiados relojes alemanes en su muñeca.

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Monumento del Holocausto

A diez minutos andando del Reichstag se levantó entre los años 2003 y 2005 el Monumento al Holocausto, cuya traducción literal del nombre en alemán es 'monumento memorial a los judíos asesinados en Europa', y es, según nuestra guía, "la consecuencia de esta ideología perversa que era el nazismo".

Obra del arquitecto Peter Eisenman y del ingeniero Buro Happold, son 19.000 metros cuadrados en los que se levantan 2.711 bloques de hormigón de diferentes alturas. Estos, además, están colocados sobre un terreno irregular para que la experiencia al visitarlo resulte aún más angustiosa.

"Los bloques se refieren a los prejuicios, a la violencia que no nos damos cuenta de que está, de que nos van engullendo y tragando hasta que nos encontramos atrapados en esos prejuicios que nos quitan la fortaleza y la libertad", concluye Paloma Sánchez-Garnica dirigiéndose a la salida del monumento.

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Mohrenstrasse

Los personajes principales de 'Últimos días en Berlín' viven en un edificio de la calle Friedrichstrasse, en la parada de metro Mohrestrasse. "Quería que estuviera cerca de la Puerta de Brandeburgo", aclara la escritora.

Pero lo está, además, del lugar en el que se ubicaba la Cancillería del Régimen Nazi, en la que Hitler se construyó su famoso despacho de cuatrocientos metros cuadrados. Hoy, en ese lugar, está un restaurante chino llamado Peking Ente (Pato Pekín) y un discretísimo cartel que informa de lo que un día fue.

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'Últimos días en Berlín' está compuesta por "historias contadas a pie de calle en una época devastadora, pero también fundamental para Europa. Pero, sobre todo, es una historia de búsqueda y de intriga que yo creo puede gustar al lector", explica en el siguiente vídeo la finalista del Premio Planeta.

Y es evidente que su novela ha gustado: ya va por la novena edición y ha sido traducida a varios idiomas.

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Sachsenhausen

Situado a unos 35 kilómetros del centro de Berlín, aproximadamente a una hora en coche, se encuentra este campo de concentración fundamental para el régimen de Hitler.

Explica Andrés Cavallero, amigo argentino de Sánchez-Garnica y guía turístico afincado en Alemania desde 2006, que para los nazis esta era una prisión modelo. "Desde aquí se organizaban las deportaciones masivas, el régimen de torturas de todos los campos, se administraba la mano de obra esclava, estaba la escuela militar...". Y es que, su cercanía a la capital lo convertía en un lugar destacado para la maquinaria de tortura del Tercer Reich.

Se estima que hasta 1945, fecha en que el ejército soviético liberó el campo junto a soldados polacos, pasaron por aquí cerca de 200 mil personas, de las cuales murieron alrededor de treinta mil.

Entre los prisioneros hubo españoles, "alrededor de doscientos", aclara Andrés. "Entre ellos, el presidente de la República Francisco Largo-Caballero. Llegó aquí muy avanzado de edad y consiguió sobrevivir". Una foto, que hoy cuelga de uno de los barracones de la Fundación que lo gestiona como memorial del horror, lo ilustra.

Paloma Sánchez-Garnica decide acabar aquí su guía por Berlín "porque además de un símbolo del horror es, un símbolo de la memoria, y no debemos olvidar lo que pasó". Y concluye con la famosa frase de Primo Levi, víctima superviviente del Holocausto: ""Ocurrió. En consecuencia, puede volver a ocurrir . Esto es la esencia de lo que tenemos que decir. Puede ocurrir, y puede ocurrir en cualquier lugar".

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