¿Leonard Cohen o Siniestro Total? Cuando la música (y el dinero) enfrentó a un pueblo español de 8.000 habitantes
El sociólogo Josep Espluga Trenc cuenta en El año que boicoteamos a Leonard Cohen cómo el pueblo oscense de Binéfar se dividió en 1988, cuando la estrella internacional actuó allí.
Que Leonard Cohen recalase en un pueblo de Huesca como parte de su gira europea en los años 80 ya conforma material suficiente para un libro. Que su llegada levantase rencillas capaces de seccionar en dos bandos a sus vecinos, convierte el recital de un ajeno cantautor canadiense en una de las historias más interesantes y sorprendentes de la música en nuestro país.
"Leonard Cohen era un cantautor de los años 70 y en Binéfar se percibe como una reliquia del pasado"
Josep Espluga Trenc es profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona. Su amor por la música y la sociología se unen en un libro que va más allá del anecdotario y la mera crónica periodística. La editorial Milenio publica El año que boicoteamos a Leonard Cohen, un estudio de caso que arroja un paisaje extraño y ralo, parecido al que circunda Binéfar y que dejó una impronta de lucha en torno a aquel concierto, tan extraña como interesante.
La transición escogió una melodía completamente distinta a la que se había entonado durante el franquismo. Para los más jóvenes, empezaba a oler a naftalina cualquier disco trufado de mensajes antifranquistas y la discografía de Cohen no era una excepción. "Era una persona muy reconocida, un cantautor de los años 70. Y en Binéfar se percibe como una reliquia del pasado", explica Josep Espluga, por mucho que el cantante canadiense trataba de empujar su carrera hacia sintetizadores y cajas de ritmos.
"Soy tu hombre"
Leonard Cohen mordisquea una banana de forma despreocupada en la portada de su octavo álbum de estudio. El 'Soy tu hombre' que rezaban unas enormes letras de inspiración futurística sobre su cabeza daban buena cuenta de su predisposición en una época de portentosas transformaciones. Cohen se alejaba del sabor cantautoril y le acercaba más a una new wave plagada de sintetizadores fm y cajas de ritmos.
Unos días antes había actuado en Anoeta en una gira europea titánica desde la que pugnaba por atraer a otro tipo de público, arañar otras sensibilidades. La madrugada del 11 de junio, Televisión Española emitió una entrevista en Música golfa a propósito de su concierto en San Sebastián.
La periodista Beatriz Pécker le interrogaba erróneamente sobre su futura actuación "en Lérida" ante la imposibilidad de quien no entendía y el torpe inglés de quien preguntaba. "Intuían que había un elemento a explotar pero no dieron con la tecla", explica Espluga.
Binéfar se parecía bastante más a un cartel de festival de los de ahora que a la meca de la jota aragonesa
Hay que resaltar que quienes esperaban al cantante en Binéfar no eran novatos en aquello de la nueva ola. Había habido, y quedaban todavía, muchas olas musicales surcando aquella desértica zona del noreste de España. El municipio oscense, desde los años 60, era parada obligatoria de bandas como Los Brincos o Los Pequeniques. El cartel de las fiestas de septiembre de ese año lo componían Radio Futura y Siniestro Total, y las peñas del pueblo habían hecho lo propio contratando a El Último de la Fila.
Pero no quedaba ahí. Los irreverentes Lords of the New Church habían aterrizado unas semanas antes y Dr. Feelgood lo harían unos meses más tarde de la llegada del canadiense. En definitiva, Binéfar se parecía bastante más a un cartel de festival psicótico de los que ahora se prodigan por toda la geografía de nuestro país que a una meca de la jota aragonesa.
Todo el mundo sabe
A la vista está que el presupuesto de festejo de Binéfar, en ese momento, era mucho mayor que el del resto de pueblos de la comarca de La Litera, a la altura de las capitales de provincia cercanas. Por eso los promotores levantaban el teléfono de los concejales del pueblo para ofrecerles artistas de primer nivel. Incluso internacionales.
El concierto de Cohen cayó como del cielo en un ahora o nunca que una concejala del Partido Aragonesista Regional aceptó a espaldas de las peñas y la municipalidad. "Cuando lo lleva a la comisión de fiestas, las peñas, al no haber contado con ellas se oponen y le dan la espalda", cuenta Espluga Trenc. Que se hubiera contratado por tanto dinero (6,5 millones de pesetas) a un cantautor de otra época tampoco ayudó a tener respaldo político.
Los aragonesistas conservadores del PAR se enfrentaron a los del PSOE con los que gobernaban. La que había sido la banda sonora de toda una generación de izquierdas, acababa de ser contratada y reivindicada como 'el concierto del año' por parte de la derecha. Por muy revolucionario que fuera Cohen, desde la izquierda se llamaba a boicotear su concierto, en aquel mundo al revés que fueron los meses previos al recital.
El boicot
Cuando llegó el 11 de junio, el público ocupó la mitad de los asientos dispuestos en el recinto ferial de La Algodonera. Fuera, muchos los que se acercaban a poner la oreja, intentando escuchar algo más aunque disimulando, sin cruzar hacia la trinchera enemiga. Eran seguidores históricos que no querían pagar la diferencia que mediaba con su compromiso político por ver al cantante.
El libro explica qué llevó a los vecinos a aborrecer a quien cantaba desde hacía décadas a su mismo son
Espluga se afana en su labor sociológica por entender qué llevó a los vecinos a aborrecer a quien cantaba desde hacía décadas a su mismo son. Las entrevistas a sus protagonistas, desde José Nogales, un transportista que quedó irremediablemente vinculado al cantante después de conocerle en el bar del Hotel La Paz, hasta los responsables del boicot o de la municipalidad, protagonistas de un tapete de intereses e ideales propios que terminaron por estallar en un histórico boicot.
Un plano secuencia que su autor maneja con soltura para transportarnos hasta aquel verano de 1988, donde es capaz de dar explicación a las contradicciones que sufrimos los seres humanos en nuestras propias carnes.