Escrita por Manuel Marlasca y Lorenzo Silva

'El Solitario', la novela gráfica sobre uno de los criminales más peligrosos de España

Jaime Giménez Arbe, apodado El Solitario, tiene el dudoso honor de haber despertado la admiración de medios y ciudadanos durante los 14 años que duraron sus fechorías. Atracos a mano armada en bancos y cajas de ahorros de todo el país que terminaron con tres guardias civiles muertos. La novela gráfica 'El Solitario' (Random Comics, 2020) tumba el mito.

Irene Morilla
 |  Madrid | 09/06/2020

Llevaba un disfraz y se cambiaba de ropa antes de cada golpe, como Superman. Incluso tenía un apodo: El Solitario. Pero él no era un superhéroe, más bien un supervillano.

Atracador de bancos y asesino de tres guardias civiles, Jaime Giménez Arbe fue, durante 14 años, el enemigo público número uno de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. Con golpes en toda España, con un reguero de dinero, balas, víctimas y miedo. Una historia casi de película, un true crime convertido ahora en novela gráfica.

Manuel Marlasca nos recuerda que pese al "atractivo" que personajes como este nos puedan despertar, "los atracadores no son nada simpáticos y son gente que es muy difícil que despierte simpatía. Quien ha vivido un atraco de El Solitario o de cualquier otro atracador sabe que es una situación terrible" en la que puede pasar cualquier cosa.

'El Solitario' (Random Comics, 2020) está escrito a cuatro manos, las de Lorenzo Silva y Manuel Marlasca, que intercambiaban textos hasta llegar a un consenso. A ellos se les suma las ilustraciones de Cristóbal Fortúnez. Juntos nos trasladan a la Operación Marietta, esa que dio caza a El Solitario. Esa que ahora, en este libro, desmonta al malo.

A Cristóbal Fortúnez, ilustrador, le llamó la atención esa "mirada de husky, fría, que parecía que siempre estaba tramando algo". Lo hizo. Casi 600 mil euros de botín desde 1994 hasta 2007. Hasta que le acorrala la Guardia Civil y la Policía Nacional.

Hoy Jaime Giménez Arbe cumple condena, aunque sigue interpretando su papel de víctima, de inocente, de "expropiador de bancos", incluso en la cárcel.