Psicología

¿Cómo podemos entrenar la resiliencia para superar y enfrentarnos mejor las adversidades de la vida?

"La resiliencia no significa eliminar el dolor ni la frustración, sino aprender a convivir con ellas sin que nos paralicen", explica la psicóloga María Padilla, quien ofrece claves para trabajarla.

¿Cómo podemos entrenar nuestra resiliencia para superar mejor las adversidades?FreePik

Bien sabemos que muchas veces, no es fácil hacer frente a los pequeños o grandes problemas del día día, a las situaciones que muchas veces nos superan y nos sabemos cómo gestionar. Son muchos los factores que dependen para que nuestra resiliencia en un determinado momento, sea o esté más o menos fuerte.

Como explica a la Sexta María Padilla, psicóloga y directora de Capital Psicólogos, la resiliencia es la clave para superar adversidades y crecer. Es esa capacidad tan humana y admirable que nos permite enfrentar los golpes de la vida, adaptarnos y salir fortalecidos. Pero trabajar la resiliencia, "es un acto de autoconciencia y práctica constante", afirma la experta.

Ahora, bien, ¿Cómo podemos entrenar o trabajar nuestra resiliencia? La psicóloga nos ofrece algunas claves que seguro, nos serán de ayuda. Lo más importante, indica, es "comenzar identicando cómo reaccionamos ante los problemas".

Es decir, si somos de los que evitamos, de los que los afrontamos activamente o de los que dejamos que las emociones nos desborden. "Este ejercicio introspectivo nos permite entender nuestras fortalezas y debilidades".

Algunas claves para entrenar nuestra resiliencia son, las siguientes.

  • Cambia tu perspectiva. Cada adversidad lleva consigo una lección. Cambiar el "¿por qué a mí?" por un "¿qué puedo aprender?" es un primer paso.
  • Entrena tu mente. Practicar mindfulness o técnicas de relajación ayuda a gestionar el estrés y las emociones.
  • Fomenta redes de apoyo. Hablar con amigos, familia o profesionales reduce la carga emocional y nos conecta con soluciones colectivas.
  • Divide y vencerás. Aprende a identificar la gravedad de los problemas y prioriza. No todo tiene la misma importancia ni requiere el mismo esfuerzo emocional.
  • Actúa con propósito. Define metas pequeñas, concretas y alcanzables que te permitan avanzar, aunque sea un poco, hacia la solución.

"La resiliencia no significa eliminar el dolor ni la frustración, sino darles espacio y aprender a convivir con ellos sin que nos paralicen", afirma Padilla.

¿Qué personas suelen ser más resilientes?

Es importante destacar que todos los seres humanos tenemos la capacidad de desarrollar resiliencia, pero es cierto que "hay quienes parecen destacar de forma natural en esta habilidad", explica la experta, es decir, hay personas que son más resilientes que otras. Y esto ocurre por diversos motivos y factores.

"Diversos estudios señalan que las personas más resilientes han sido moldeadas por una combinación de factores protectores, modelos de aprendizaje y experiencias previas, los cuales se retroalimentan para crear un sólido soporte emocional y psicológico", explica Padilla, insistiendo que la clave está en la combinación estos tres elementos, que explicamos a continuación.

1. Factores protectores: el colchón emocional desde la infancia

Las personas con buena autoestima, fuertes redes de apoyo, sentido de propósito y habilidades de afrontamiento tienden a ser más resilientes. Esto no es casualidad, ya que estos recursos suelen desarrollarse a partir de experiencias tempranas que favorecen el equilibrio emocional. Entre estos factores protectores destacan, tal como enumera y detalla la experta, son:

  • Un trato amable ante los errores. Aquellos que crecieron en entornos donde la equivocación no era castigada severamente, sino vista como parte del aprendizaje, suelen tener una relación más saludable con el fracaso. Esto les permite tolerar mejor la frustración en la adultez.
  • Exposición gradual a la incertidumbre. Quienes fueron guiados para manejar la incertidumbre sin sobreprotección, pero también sin ser expuestos a desafíos por encima de sus capacidades, aprenden que no tener todas las respuestas es normal y manejable.
  • Permiso para sentir. Crecer en un ambiente donde las emociones podían ser expresadas abiertamente, y donde no había una discrepancia abismal entre lo que el niño sentía y lo que los adultos decían que "debería" sentir, fortalece la conexión emocional y evita la confusión interna.
  • Críticas constructivas. Una infancia con pocas críticas despectivas y más feedback constructivo fomenta una autoestima robusta, que es esencial para enfrentar las adversidades sin sentirse anulado.

2. Aprendizaje de modelos: lo que vemos es lo que aprendemos

Por otro lado, las personas resilientes a menudo, han tenido la oportunidad de observar a figuras parentales, cuidadores o mentores que manejaron sus problemas con estrategias saludables. Estos modelos no solo enseñan mediante sus acciones, sino que también nos transmiten la creencia de que los problemas se enfrentan y que se pueden superar.

Por ejemplo, señala Padilla, "un padre que maneja el estrés con calma en lugar de con reacciones explosivas enseña que es posible navegar situaciones tensas con equilibrio o una madre que muestra aceptación hacia los errores de sus hijos y explica cómo aprender de ellos genera confianza y autonomía emocional. Estos aprendizajes tempranos actúan como "mapas internos" que las personas replican en su vida adulta".

3. Experiencias previas: el músculo emocional se fortalece con el uso

Y por último, es clave lo que aprendemos en nuestras experiencias. "Afrontar y superar adversidades acordes a la etapa evolutiva de una persona es un entrenamiento esencial para la resiliencia. Los retos pequeños y manejables actúan como escalones que preparan a los individuos para enfrentar desafíos más complejos en el futuro".

Por ejemplo, un adolescente que aprendió a superar el rechazo de no ser elegido en un equipo deportivo puede desarrollar mejores estrategias para enfrentar una ruptura amorosa más adelante.

O cómo las experiencias de estrés moderado, como cambiar de escuela o adaptarse a nuevas dinámicas familiares, "pueden aumentar la capacidad de recuperación siempre y cuando el entorno sea de apoyo", explica Padilla.

Cómo trabajar la resiliencia en los niños

En el caso de los niños, es importante fomentar la resiliencia, ya que, según Padilla, "es un acto de amor y preparación para la vida". Por ello, en este caso, las claves que deberíamos proporcionales para su entorno son fundamentalmente cuatro.

En primer lugar, un apoyo constante, ya que "los niños necesitan sentir que cuentan con sus cuidadores, amigos y profesores para superar desafíos", sostiene Padilla. En segunda lugar, es importante que los niños/as vean en nosotros buenos modelos de afrontamiento, esto es, "mostrar cómo lidiar con las emociones difíciles y aceptar las situaciones sin solución inmediata es una enseñanza invaluable".

En tercer lugar, es clave fomentar en los pequeños una buena autoestima y autoeficacia: "Ayudar a los niños a reconocer sus logros, pequeños o grandes, y confiar en sus capacidades les brinda una base sólida para enfrentar el futuro", y por último, es fundamental hacerles ver y enseñarles que "las adversidades son una parte inevitable de la vida. No se trata de evitar que tropiecen, sino de enseñarles a levantarse", finaliza la psicóloga.