Enfermedad benigna

Cómo tratar la hiperplasia benigna de próstata (HBP): los síntomas urinarios pueden afectar a la salud y la calidad de vida

La HBP es el crecimiento no canceroso de la glándula prostática, una condición muy común en hombres a partir de los 50 años. Más de la mitad de los mayores de 60 años padecen esta enfermedad.

Un hombre con dolor y molestias. Agencias

La hiperplasia benigna de próstata (HBP) es una enfermedad benigna muy común en los hombres a partir de los 50 años, de hecho, más de la mitad de los mayores de 60 años la tiene. Se trata del crecimiento (no canceroso) de la próstata o glándula prostática, por lo que también se le llama agrandamiento de la próstata y puede conllevar en ocasiones, síntomas muy molestos que repercuten en la salud y en la calidad de vida de los hombres.

"Este aumento de tamaño de la próstata puede comprimir la uretra y dificultar la salida normal de la orina, lo que genera una serie de síntomas urinarios", explica a laSexta el Dr. Juan Justo Quintas, urólogo de ROC Clinic y HM Hospitales, con motivo de Movember, el movimiento de concienciación sobre la salud masculina y que se celebra durante todo el mes de noviembre.

Las consecuencias más frecuentes incluyen, enumera el experto, dificultad para orinar, necesidad de orinar con mayor frecuencia, sensación de vaciamiento incompleto de la vejiga, e incluso complicaciones más serias como infecciones urinarias recurrentes, retención urinaria aguda o crónica, y daño a los riñones si no se trata adecuadamente.

Por ello, para prevenir complicaciones que puedan afectar seriamente la calidad de vida y la salud general es fundamental detectar y tratar la hiperplasia benigna de próstata. "Sin un manejo adecuado, la obstrucción urinaria puede progresar y generar infecciones, cálculos en la vejiga, daño renal y episodios de retención urinaria que requieran intervenciones de emergencia", explica el doctor.

Además, el tratamiento oportuno de la enfermedad, añade, "puede mejorar significativamente los síntomas urinarios, restaurando una vida diaria más cómoda y activa para el paciente". Como siempre o casi siempre en medicina, el tratamiento dependerá de los síntomas y de las características individuales de cada paciente.

Síntomas de la hiperplasia benigna de próstata

Para poder detectar la hiperplasia o el agrandamiento de la próstata es clave consultar al médico ante los siguientes síntomas, para bien descartar o bien poner cuanto antes, el tratamiento más adecuado para tratarla.

  • Dificultad para iniciar la micción
  • Disminución del flujo o chorro de orina
  • Necesidad de orinar frecuentemente, especialmente durante la noche (nicturia)
  • Sensación de vaciamiento incompleto de la vejiga
  • Urgencia urinaria o pérdida de control sobre la micción
  • Dolor o molestias al orinar
  • Infección de orina

"Es recomendable acudir al médico tan pronto como estos síntomas comiencen a afectar la calidad de vida o se presenten de forma recurrente", expone el doctor Justo Quintas.

Y, en términos generales, "recomendamos ir al urólogo aunque no se presenten síntomas a partir de los 50 años o de los 45, en el caso de que existen antecedentes de cáncer de próstata".

Fármacos y cirugía para la hiperplasia benigna de próstata

Como hemos comentado, el tratamiento de la HBP dependerá de la gravedad de los síntomas, el impacto en la calidad de vida del paciente y sus preferencias. Las opciones incluyen desde tratamiento farmacológico, que es la primera línea de manejo en casos leves o moderados, hasta la cirugía.

En el caso de los fármacos, explica el doctor Justo Quintas, se incluye medicamentos como los alfa-bloqueadores, que relajan el músculo prostático, y los inhibidores de la 5-alfa reductasa, que reducen el tamaño de la próstata.

Por otro lado, "cuando los síntomas son severos, afectando a la calidad de vida del paciente, podemos optar por la cirugía mínimamente invasiva", añade el urólogo. Dentro de la cirugía, existen dos métodos.

Por un lado, la enucleación prostática con Láser de Holmium (que es el tratamiento desobstructivo gold standard), "indicado para todos los tamaños prostáticos que tiene la misma eficacia que la cirugía abierta pero con mucha menor agresión y muchas menos complicaciones", explica el experto.

Y por otro, la cirugía mínimamente invasiva con AquaBeam, que "un sistema quirúrgico robótico que utiliza un chorro de agua a alta precisión, guiado por imágenes en tiempo real, para eliminar el tejido prostático sobrante de manera segura y sin necesidad de emplear energía térmica, reduciendo el riesgo de daño a los tejidos circundantes aliviando los síntomas de manera significativa y preservando la eyaculación. Éste último se convierte en la opción elegida para muchos hombres que buscan la eficacia en la reducción del tejido prostático sin comprometer su función sexual".

Clásicamente se empleaban técnicas como la Resección Transuretral (RTUp) para próstatas menores de 60cc, que consiste en extirpar poco a poco el adenoma prostático con un bisturí clásico a través de la uretra, o la cirugía abierta para próstatas más grandes. "Afortunadamente, estas técnicas se han ido sustituyendo por otras más modernas que implican menor invasión y por tanto conllevan menos complicaciones, menor dolor y una recuperación mucho más rápida", comenta el doctor.

No, tener HBP no es un factor de riesgo para tener cáncer de próstata

Por último, es importante recalcar que la hiperplasia benigna de próstata no es un factor de riesgo para tener cáncer de próstata. "Aunque ambas condiciones afectan a la próstata y pueden coexistir, son enfermedades distintas", explica el doctor.

La hiperplasia benigna de próstata se relaciona con el envejecimiento y los cambios hormonales, sostiene el urólogo, mientras que el cáncer de próstata involucra el crecimiento anormal y descontrolado de células prostáticas.

Por tanto, es importante, subraya contundente, explicar a los hombres que padecer HBP no significa que tengan mayor probabilidad de desarrollar cáncer. "Aún así, es clave realizar controles regulares con un urólogo, especialmente después de los 50 años, para descartar cualquier problema maligno", concluye.