Según un estudio
Dosis bajas de radiaciones ionizantes se asocian a un riesgo de muerte por cáncer mucho mayor del que se pensaba
Así lo sugiere una investigación, publicada en la revista 'The BMJ'. Hasta ahora sólo se tenían datos sobre los efectos de la radiación en el riesgo de morir de cáncer sobre los supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima.
Este verano se ha estrenado en los cines españoles la película Oppenheimer, que narra la vida del científico Robert Oppenheimer, creador de la bomba atómica. Ésta fue usada por primera vez, como arma arrojadiza por Estados Unidos contra Japón, ordenador por el presidente Harry S. Truman, provocando uno de los mayores desastres de la historia: Hiroshima y Nagasaki.
Hasta ahora, las estimaciones que se tenían de los efectos de la radiación en el riesgo de morir de cáncer se han basado principalmente en estudios sobre los supervivientes de las bombas atómicas lanzadas sobre Japón, estimaciones que se utilizan para establecer el nivel de protección exigido a los trabajadores expuestos regularmente a dosis mucho menores de radiación en la industria nuclear y otros sectores como la sanidad.
Sin embargo, los últimos datos del Estudio Internacional de Trabajadores Nucleares (INWORKS) sugieren que estas estimaciones de riesgo pueden subestimar los riesgos de cáncer derivados de la exposición a dosis mucho más bajas de radiación ionizante administrada durante un periodo prolongado en el lugar de trabajo.
El riesgo de cáncer se duplica
Por ello, los investigadores de un reciente estudio publicado hoy jueves 17 de agosto en la revista científica'The BMJ', rastrearon y analizaron las muertes de 309.932 trabajadores de la industria nuclear del Reino Unido, Francia y Estados Unidos (INWORKS) de los que se disponía de datos de seguimiento individual de la exposición externa a radiaciones ionizantes.
De este modo, y durante un periodo de seguimiento que abarcó de 1944 a 2016, murieron 103.553 trabajadores: 28.089 de estas muertes se debieron a cánceres sólidos, que incluyen la mayoría de los cánceres distintos de la leucemia.
A continuación, los investigadores utilizaron esta información para estimar el riesgo de muerte por cánceres sólidos en función de la exposición de los trabajadores a la radiación 10 años antes. Los resultados mostraron que este riesgo aumentaba un 52% por cada unidad de radiación (Gray; Gy) que habían absorbido los trabajadores. Una dosis de un Gray equivale a una unidad de un Joule de energía depositada en un kilogramo de una sustancia.
Pero cuando el análisis se restringió a los trabajadores que habían estado expuestos a las dosis acumuladas de radiación más bajas (0-100 mGy), se duplicó aproximadamente el riesgo de muerte por cánceres sólidos por unidad Gy absorbida.
Del mismo modo, restringir el análisis sólo a los trabajadores contratados en años más recientes, cuando las estimaciones de la dosis de radiación penetrante externa ocupacional eran más precisas, también aumentó el riesgo de muerte por cáncer sólido por unidad Gy absorbida.
Por otro lado, excluir las muertes por cánceres de pulmón y cavidad pulmonar, que podrían estar relacionados con el tabaquismo o la exposición profesional al amianto, tuvo poco efecto sobre la fuerza de la asociación.
Limitaciones del estudio
No obstante, los investigadores reconocen algunas limitaciones de sus hallazgos, como que la exposición de los trabajadores empleados en los primeros años de la industria nuclear puede haber sido mal calculada, a pesar de sus esfuerzos por tener en cuenta las mejoras posteriores en la tecnología de dosímetros, un dispositivo para medir la exposición a la radiación.
Igualmente, señalan que el análisis separado de las muertes restringido a los trabajadores contratados en años más recientes encontró un riesgo aún mayor de muerte por cáncer sólido por unidad Gy absorbida, lo que significa que el mayor riesgo observado en la cohorte completa no fue impulsado por los trabajadores empleados en los primeros años de la industria. Tampoco se disponía de datos a nivel individual sobre varios factores potencialmente influyentes, como el tabaquismo.
"La gente suele suponer que las exposiciones a bajas tasas de dosis plantean menos riesgos cancerígenos que las exposiciones a altas tasas de dosis experimentadas por los supervivientes de la bomba atómica japonesa. Pero nuestro estudio no encuentra pruebas de un menor riesgo por unidad de dosis de cáncer sólido entre los trabajadores típicamente expuestos a la radiación a bajas tasas de dosis", sostienen los investigadores.
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Es por ello que esperan que organizaciones como la Comisión Internacional de Protección Radiológica utilicen sus resultados para fundamentar su evaluación de los riesgos de las radiaciones de baja dosis y baja tasa de dosis y, en última instancia, en una actualización del sistema de protección radiológica.