Psicología

Lo que falta en España para terminar con las conductas de riesgo o el consumo excesivo de pornografía: "La educación sexual es urgente y fundamental"

Dos sexólogas nos explican la importancia de la educación sexual desde que los niños/as son pequeños: la información es poder, el tabú que nosotros mismos como adultos les podemos crear, solo perpetúa el morbo.

Un padre hablando con su hija. FreePik

Estamos en 2024 y la educación afectivo-sexual todavía escasea en las aulas y en los centros escolares españoles. O al menos, de forma general, no se da como se debería. Y es importe que esta educación se aborde desde la aulas pero también, y casi más importante aún, desde las familias, porque es la familia el principal y primer referente de los niños, el primer modelo que van a seguir desde sus primeros pasos de vida.

El Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, desde su proyecto Hablemos de… Sexualidad, destaca la importancia de la educación afectivo-sexual como "piedra angular" de la prevención de la prevención de numerosas problemáticas a las que nos enfrentamos actualmente en materia de sexualidad, como embarazos no deseados, aumento de casos de infecciones de trasmisión sexual y consumo abusivo de pornografía, y educación necesaria para poder vivir una sexualidad igualitaria, sana y libre como sociedad.

"La educación sexual es un derecho humano fundamental, recogido mundialmente, también legislado en España, otra cosa es que en España, la mayoría de los centros cometan la ilegalidad de no impartir esta educación, algo que es fundamental porque es la forma que tenemos de relacionarnos los unos con los otros y va a condicionar nuestro futuro para siempre", afirma laSexta Nayara Malnero (@sexperimentando), psicóloga y sexóloga, que imparte clases de educación sexual en centros escolares de Asturias.

Confiesa Malnero que muchos padres y madres "se sorprenden" de que acuda a las aulas de niños/as de 4 o 5 años a impartir estas clases, pero este tipo de educación es clave ejercerlas desde que los niños/as son pequeños.

Por ejemplo, para prevenir el abuso sexual infancia, para que los niños aprendan que su cuerpo es suyo y que nadie puede tocarles y sobre todo, para que desde pequeños aprendan a relacionarse con todo lo que significa su sexualidad de forma sana. En este artículo de laSexta, la psicóloga Diana Díaz, Fundación ANAR, explica la importancia de esta educación para prevenir estos abusos. "Las familias podemos apoyarnos en herramientas o en recursos como por ejemplo, el cuento de 'La regla de Kiko', un material didáctico del Consejo de Europa, enfocado a la prevención del abuso sexual en la infancia".

La educación sexual es sobre todo, información y autoconocimiento

Hay que recordar que la educación sexual no es solo educación con respecto al sexo o las relaciones sexuales, explica la psicóloga, sino que la educación sexual es también la educación sexos, de cómo nos relacionamos, de las diferencias que existen en cada uno, de cómo cambiará su cuerpo cuando lleguen a la adolescencia, del cambio hormonal que vivirán, de... Todo con un lenguaje adaptado a su edad y a su crecimiento. Por ejemplo, cuando su cuerpo cambie en la adolescencia, "no se estrellarán con la realidad, porque ya saben lo que les va a suceder", señala la psicóloga.

"Es fundamental que nuestra sociedad comience a interiorizar la importancia de hablar sobre sexualidad desde la infancia, lo cual no significa hablar de sexo", afirma igualmente por su parte, Silvia Cintrano, psicóloga especialista en Sexología y Terapia de Pareja del Instituto Centta. Es decir, "la sexualidad es una característica del ser humano que nos acompaña toda la vida, desde que nacemos hasta que morimos, por lo que ignorarla u obviarla, no tiene mucho sentido".

"Acostumbramos a hablar de anatomía, de identidad, de evolución, etc., pero se olvida relacionarlo con la sexualidad: cómo nos sentimos, cómo nos identificamos, qué tenemos, qué nos gusta, qué opinamos, cómo nos percibimos… Son cuestiones tan importantes para el ser humano y su sexualidad, que recorrer ese camino solo, sin información, lo hace mucho más complicado", sostiene la experta.

En definitiva se trata de autoconocimiento, porque como decimos siempre, "la información es poder": "Normalizar, naturalizar, y conocer lo que existe significa únicamente ampliar el (auto)conocimiento y, desde ahí, ser más libres y responsables para tomar decisiones, generando así conductas sanas y de protección".

El tabú sólo hace perpetuar el morbo

Cuando esto no ocurre, cuando no hay información, aparece el riesgo de poder acceder a información no fiable, a crear falsas expectativas, a generar malestar cuando no se identifican con 'la norma', etc. Si no se educa, ¿cómo esperamos que las siguientes generaciones sean mejores, se cuiden más y aprendan a ser responsables y respetuosos con su sexualidad y con la de los demás?", añade Cintrano.

Además, conviene saber que "está ampliamente demostrado que en los países donde de verdad se hace educación sexual, de forma regular e integral, son los países donde el inicio de las relaciones sexuales son más tardía y los índices de embarazo no deseado y de ETS son también más bajos", apunta Malnero.

Por lo que, en contra de lo que podemos pensar, "todo lo que hacemos por retrasar el conocimiento, hace que aceleremos un proceso innecesario para ellos. Esto es, somos nosotros los que con el tabú perpetuamos el morbo".

Por ejemplo, si los jóvenes tuvieran más información sobre todo lo referente a la sexualidad y a las relaciones afectivo-sexuales (no sólo lo referente a las medidas de protección), "no tendrían la pornografía como modelo de referencia. Sabrían que eso que ven a través de una pantalla es solo ficción. Según datos del COP, la edad a la que se produce el primer contacto con la pornografía se sitúa entre los 9 y los 11 años.

Además y según apunta Malnero, la gran mayoría de adolescentes con 16 años consumo porno, pero el 90% de los padres dicen que no, que sus hijos no lo ven: "Tenemos que abrir los ojos, porque cuando doy clases de educación sexual, los niños/as piden saltarse el recreo para seguir haciendo preguntas. Porque quieren saber, porque necesitan hacerlo".

Claves para hablar con los niños de educación sexual

La psicóloga Silvia Cintrano lo especifica o divide en cuatro claves fundamentales que seguro serán de gran ayuda a las familias.

1. Naturalizar hablar sobre cualquier tema. Es importante evitar conversaciones no va a favorecer el conocimiento, la independencia ni la naturalización de ciertos temas. Si los adultos muestran incomodidad, el menor va a entender que es un tema del que no se puede hablar y generará cierta aversión. Así, es clave mostrarse accesibles ya que facilita el camino para que los hijos puedan acercarse, aunque tengan que gestionar su propia vergüenza, esperable en el proceso de maduración que están viviendo.

2. Adaptarse al ritmo. Desde pequeños, es importante hablar y responder las preguntas que van surgiendo, sin dar un exceso de información que los más pequeños no sean capaces de asumir. Tampoco pasa nada si alguna pregunta no se sabe responder, no hay que ser experto en todo. Si esto ocurre, podemos buscar juntos la información para resolver las dudas.

3. Buscar fuentes fiables. Probablemente haya llegado cierta información a los oídos de sus hijos que generan falsas expectativas o es información incorrecta. Aprender y enseñar a buscar alternativas fiables y con base científica puede ser de gran ayuda. En este sentido, existen muchos recursos y manuales que nos pueden orientar en los primeros momentos, sobre todo en la adolescencia, donde surgen más dudas prácticas. Uno de los recursos es el libro 'In Fraganti, hablemos de educación sexual', de la propia sexóloga, donde se presenta la información en diferentes temáticas en formato pregunta/respuesta, muy sencillo y práctico para padres, educadores y menores.

4. No esperar a 'la charla'. Si esperamos a la adolescencia, el menor habrá recorrido solo gran parte del camino, posiblemente sentando unas bases erróneas o dañinas para él. Además, hacer un tabú de un tema tan íntimo y decidir abrirlo más de una década más tarde suele ser complicado tanto para los progenitores como para sus hijos.