LAS CLAVES DE LA BRÚJULA
Carlos Pérez García-Pando: "La contaminación no entiende de fronteras, las políticas y las medidas sí"
En el espacio dedicado a Constantes y Vitales en la sección 'Las Claves de la Brújula', de Onda Cero, hablamos con Carlos Pérez García-Pandola, jefe de grupo de investigación del Barcelona Supercomputing, sobre los efectos que produce en la salud el ozono troposférico.
La calidad del aire que respiramos es vital para nuestra salud, y no nos paramos a reflexionar sobre los efectos nocivos que tiene sobre nuestro cuerpo. Y es que la exposición a los niveles actuales de ozono troposférico en Europa es una de las principales causas de mortalidad prematura debida a la contaminación atmosférica, especialmente en verano.
Los niveles elevados de este ozono se asocian a una serie de efectos adversos para la salud respiratoria, como el agravamiento del asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la disminución de la función pulmonar e infecciones respiratorias, que en los casos más graves pueden conducir a la hospitalización y la muerte.
Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona y el Barcelona Supercomputing Center, en colaboración con el Instituto Nacional de salud de Francia, y centrado en el viejo continente, muestra que el número estimado de muertes atribuibles al ozono troposférico durante el periodo de estudio, entre 2015 y 2017, fue de 114.447, o lo que es lo mismo, una tasa de mortalidad atribuible de 72 muertes por millón de habitantes y año.
Las mayores cargas de mortalidad se estimaron en los países más poblados, como es lógico: Alemania, Italia, Francia, Reino Unido, España y Polonia.. Pero las tasas de mortalidad más elevadas se registraron en los países del sudeste europeo como son Bulgaria, Serbia, Croacia, Hungría, Grecia y Rumanía.
Un informe que demuestra la importancia de los vientos del oeste, ya que los países situados hacia el este presentaron un mayor número de muertes atribuibles a este ozono troposférico importado que otras naciones europeas.
Y de todo ello vamos a hablar con Carlos Pérez García-Pando es jefe de grupo de investigación del Barcelona Supercomputing Center.
Pérez nos explica que "el ozono troposférico es un gas que no es emitido, si no que se forma en la atmósfera a partir de precursores que son otros gases que se emiten de tráfico vehicular, tráfico marítimo, de industria, que se combina óxidos de nitrógeno con compuestos orgánicos volátiles. Ese ozono produce efectos en la salud".
"El tiempo de vida del ozono en la atmósfera es bastante largo, de varias semanas. Eso le permite viajar distancias muy largas", y añade que "es un contaminante complicado, pero no solamente, también tenemos que reducir compuestos orgánicos volátiles de origen antropogénico. Dentro de esos compuestos de nitrógeno, dos grandes focos, sobre todo en España, que nos afectan mucho son el tráfico vehicular, por un lado y, por otro lado, el transporte marítimo, sobre todo en las costas españolas, donde se produce bastante ozono".
Según el experto, "la contaminación no entiende de fronteras, las políticas y las medidas sí que entienden de fronteras. A la hora de tomar medidas concretas no hay tanta coordinación". "España tiene que empezar a coordinarse con Portugal muchísimo más porque tenemos un trasvase de ozono entre los dos países muy importante". "La contaminación atmosférica es un problema global y exige soluciones locales, pero a la vez colaboración y la contribución de todos".
Respecto al trabajo que realizan en el Barcelona Supercomputing Center, el investigador explica que "hacemos investigaciones de muchos tipos: ciencias de la tierra, de la vida, de ingeniería, y utilizamos la computación de miles de ordenadores trabajando a la vez para resolver problemas muy complejos numéricamente".