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Feminicidios: cuando el asesino es tu hijo, tu nieto, tu vecino

Imagen de archivo de una concentración feminista en Santander | Europa Press
  Madrid | 13/09/2022

"Es un bofetón a lo que somos. Una sociedad en la que las mujeres conviven con verdugos a los que quizá una vez llevaron al parque, cambiaron pañales, prestaron sal. En la que hijos y nietos conciben la vida a golpes e insultos".

Habrá muchas más, pero se me ocurren dos formas de abordar este debate. Veamos. Desde enero hasta junio de este año han muerto asesinadas 19 mujeres en España. Su asesino no ha sido ni su pareja ni su expareja. A nueve las mataron sus hijos o sus nietos, a otra la mató el padre, otra fue asesinada por otro familiar, seis cayeron a manos de vecinos o compañeros de piso… Son mujeres que mueren por el hecho de ser eso, mujeres. Conviven con la violencia sin que haya una relación sentimental vigente o pasada. Mueren y nadie las cuenta. Hasta ahora. Son 19 desde enero de este año.

Luego hay otra forma de abordarlo. Mucho más simplista. Esa que se mofa o niega la fuerza de los datos solo por su procedencia. Si lo dice Irene Montero, a saber. Si viene del Ministerio de Igualdad, meh. ¿Sabes que la rueda de prensa la ha dado la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género? ¿Quién, la juez Vicky Rosell? Pero si esa es la que montó una vez un pollo en el aeropuerto, ¿verdad? ¿Y no tiene algún pufo por ahí? A saber si es juez de verdad.

Qué sabrán estas paniaguadas, subvencionadas, que no han acabado una carrera universitaria ni saben lo que es pagar una nómina. Vienen ahora a hablar de feminicidios cuando están malgastando el dinero público en chiringuitos de sus amigas. Y amigues. Ja, ja, ja. Qué risa.

La relación de las mujeres con la violencia dura toda la vida, dice Ángela Rodríguez Pam, secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género. A mí se me ponen los pelos de punta con esta frase, mi cerebro dice que tampoco exageremos. Que ya está bien de meternos miedo.

Pero luego miro a mi derecha y a mi izquierda, o echo la vista atrás, y me reconozco en el privilegio. De la que no ha olido nunca un bofetón, mucho menos una paliza. La que ha vivido rodeada de cariño, apenas algunas discusiones. La que tuvo un novio algo controlador que la cambió por otra. Bendita sea mi abuela y mis padres y mi hermana. Mis primos, mis vecinos del número cinco de la calle Felipe Calleja de Getafe. También los del 11.

Pero otras muchas no. Más de la mitad de esas 19 mujeres tenían más de 60 años. Eso es un bofetón a lo que somos. Una sociedad en la que las mujeres conviven con verdugos a los que quizá una vez llevaron al parque, cambiaron pañales, prestaron sal. Una sociedad en la que hijos y nietos conciben la vida a golpes y a insultos. Hay que nombrar las cosas para que existan. Llegar a lugares donde no hemos sido capaz de llegar. Son 19 mujeres que no fueron asesinadas por aquel con el que compartieron cama, a veces hijos.

España es el primer país europeo en contabilizarlas. Y ya sé que hacer un censo no acaba con el problema, pero aflora algo que está entre nosotros. Abre un debate ante el que tendremos que hacernos preguntas.

Aunque puede que no, que nos quedemos en la brocha. En criticar que se dedique dinero público a estas tonterías. En añadir que sobran ministerios y también artículos como este. Total, yo tampoco sé lo que es pagar una nómina.