TODO ESTÁ EN BOURDIEU
Camisas negras en Lorca
"Si entran en la cárcel que se acuerden de quiénes le desinformaron, porque para llegar al poder necesitan gilipollas como ellos que pongan el cuerpo y paguen con el trullo. En VOX se ríen de ellos".
No será que no lo hemos advertido. Los que llevamos años estudiando a la extrema derecha sabemos que el discurso de VOX solo tiene una salida concreta, la del uso de la violencia y su posterior justificación. Pues ya está aquí en sus diversas formas. Una falange de escuadristas camuflados entre sus ropajes de patrones de ganaderíaasaltaron el Ayuntamiento de Lorca agrediendo a la policía, amenazando de muerte a concejales de izquierdas e impidiendo el normal desarrollo de las políticas de una corporación municipal.
Una muestra de violencia más, pero no la única, porque en Cartagena un ultra de extrema derecha atentó contra la sede de Podemos en Cartagena con un cocktel molotov sin que eso supusiera más que una nota a pie de página de los grandes medios cuando no el intento por trasladar a la opinión pública de que el suceso era un montaje del propio partido morado. La violencia se construye con palabras desde los posfascistas y se consolida con el armazón de algunos medios de comunicación que los exoneran de responsabilidad cuando se produce para que no les afecte en su llegada al poder y poder después recoger los frutos. La alegoría de que unos agitan el árbol y otros recogen las nueces se usó en la época de la banda terrorista ETA y sirve para comprender el proceso de conformación de la violencia callejera por parte de la extrema derecha y de quiénes son aquellos que se benefician de ella. La violencia no está tan mal si ayuda a los posfascistas a tomar el poder porque luego repartirán prebendas entre aquellos que les ayudaron.
La desinformación y el discurso del odio promovido por VOX y, que ahora ha arrastrado al PP que ya ha dejado de fingir que le parece mal, solo tiene un lugar en el que desembocar y es el uso de la violencia por parte de individuos radicalizados de sus filas. Los camisas negras de la extrema derecha no empiezan siendo organizados fasci italiani de combattimento, sino ciudadanos radicalizados que operan como tropas de asalto improvisadas en forma de turbas. El quesero y su hermano, los flipados con chaquetas militares que se ven en el vídeo de Lorca, asaltaron con violencia el Ayuntamiento argumentando que estaban desinformados, como si haber estado correctamente informados justificara creerse que su opinión está por encima de la democracia y por así evitar la aprobación de una ordenanza que no les gusta de forma violenta. Si entran en la cárcel que se acuerden de quiénes le desinformaron, porque para llegar al poder necesitan gilipollas como ellos que pongan el cuerpo y paguen con el trullo. En VOX se ríen de ellos y les usan como carne de cañón, aunque no dan pena, se merecen lo que les pase.
Esto no va a parar. Los sucesos de violencia política por parte de los seguidores de la extrema derecha, de VOX, y que cada vez engloba más al PP, se seguirán sucediendo con más virulencia según se acerquen los procesos electorales hasta el momento álgido en el que se diriman las generales y entonces se muestre la rabia y la ira en todas sus formas. Ya no hay manera de pararlo, han comprobado que es efectivo y les genera rédito político y ninguna consecuencia. Se manejan con una sangrante sensación de impunidad gracias a la connivencia cómplice de muchos miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad, judicatura y medios de comunicación, que son de manera mayoritaria sensibles a sus reivindicaciones y actúan con mucha menos dureza cuando el incumplimiento de la ley se hace con una banderita de España en la muñeca. La violencia posfascista es un hecho y solo irá a más. Lo avisamos, pero estaban ocupados calificando de alarmistas a los que lo advertíamos.