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El carnicero de Gaza

El carnicero de Gaza | Reuters/Ronen Zvulun
  Madrid | 09/05/2024

"Benjamin Netanyahu es el carnicero de Gaza por su actuación como presidente de Israel en la franja de Gaza y las acampadas universitarias son una obligación moral para cualquier estudiante (...) que no pueda estar silente ante la barbarie..."

En tiempos de bruma es preceptivo exponer hechos de forma clara para impedir que el ruido perturbe los estándares morales mínimos exigibles. La decisión simbólica, pero valiente y efectiva, de Pablo Bustinduy, ministro de Asuntos Sociales, de mandar una carta a las empresas que trabajan en Israel para informarles de que deben respetar los convenios internacionales y no dar soporte a los posibles crímenes de guerra que el gobierno de Netanyahu esté cometiendo ha molestado porque afecta a las bases fundamentales que pueden quebrar el apoyo a su Gobierno y que es el soporte económico y las posibles sanciones comerciales además de fomentar el boicot a las empresas de Israel y a las que colaboren con el país. Apuntar a los intereses económicos siempre remueve en el capitalismo.

El BDS es un movimiento que por sus siglas significa boicot, desinversiones y sanciones y que busca señalar a los intereses económicos de Israel por su desprecio sistemático a las resoluciones internacionales y el derecho humanitario por su ocupación de los territorios palestinos. El movimiento es hoy un imperativo categórico que insta a las empresas que colaboren con el Estado que está sometiendo a la población gazatí a que cesen sus actividades o serán afectadas allá donde operen. El consumo es una de las herramientas principales que los ciudadanos tenemos para mostrar nuestro descontento y es un derecho no dar soporte a todo aquel que colabore, en cualquier modo, con el genocidio en Gaza. Es por eso que la decisión de Pablo Bustinduy de poner el foco en las empresas es una decisión que hay que acompañar para que el movimiento BDS adquiera una relevancia que por ahora ha quedado en segundo plano. La reacción de la Embajada de Israel en España muestra hasta qué punto señalar a los intereses económicos de Israel es lo que más duele al gobierno de Netanyahu.

La embajada de Israel en España está buscando que el Gobierno tenga coraje para expulsarles de nuestro territorio. El indecente comunicado es propio de un Gobierno que está masacrando a una población inerme. Es normal que cuando no tienes reparos en asesinar a niños en sus propias casas, bombardear hospitales, dejar sin agua y sin luz a dos millones de personas y evitar que entre ayuda humanitaria no hay mucho problema en mentir en una nota de prensa. Pero es necesario dejar claros algunos hechos básicos que desnuden la vergüenza sionista de los ultras que gobiernan Israel. Israel está cometiendo crímenes de guerra y Benjamin Netanyahu es un genocida. Los hechos son demoledores y las palabras ajustadas a su barbarie. No hay más que acudir a los precedentes históricos para comprender que hechos terribles, con menor capacidad de exterminio, han sido considerados como los más trágicos de la historia europea después de la Segunda Guerra Mundial sin haber alcanzado las cotas de inhumanidad de la actuación de Israel en Gaza.

Radovan Karadzic fue apodado el Carnicero de los Balcanes por sus actuaciones como presidente de la república Srpska en la Guerra de Bosnia y fue mucho menos efectivo en su carnicería que Benjamin Netanyahu. En la masacre de Srebenica fueron asesinados 8372 civiles y en el sitio de Sarajevo se estima que murieron 5.500 civiles. Son los dos eventos más sanguinarios de la guerra de los Balcanes y suman en total 14.232 civiles muertos. En los siete meses del asedio de Gaza por parte de Netanyahu se estima que ya han muerto al menos 35.000 civiles a la espera de que el IDF finalice el asalto a Rafah. Es decir, Benjamin Netanyahu es responsable de más del doble de muertos civiles que los que llevaron a Radovan Karadzic frente a la Corte Penal Internacional a ser condenado a cadena perpetua por los delitos de genocidio por su actuación en Srebrenica y el sitio de Sarajevo.

Benjamin Netanyahu es el carnicero de Gaza por su actuación como presidente de Israel en la franja de Gaza y las acampadas universitarias son una obligación moral para cualquier estudiante que tenga un mínimo de respeto por sí mismo y no pueda estar silente ante la barbarie. Borja Sémper, que decidió irse de la política por la cercanía del PP con la extrema derecha, y vuelve cuando le dan un carguito y su partido gobierna con la extrema derecha, dijo que protestar contra el genocidio en Gaza es apoyar a Hamás. Pero siempre, querido Sémper, es preferible aguantar descalificaciones de personajes advenedizos que prefieren ignorar todos sus principios por un cargo que estar al servicio del relato del carnicero de Gaza. Los hechos claros y de forma sintética. Israel es un Estado criminal, apuntar a las empresas siempre es efectivo, Sémper arrastrará su dignidad por un cargo y quien no levanta la voz contra Netanyhau es cómplice del genocidio.

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