TODO ESTÁ EN BOURDIEU

La insurgencia de la burguesía

Comienzo de la marcha lenta que protagonizan los camioneros desde el Wanda Metropolitano de Madrid | EFE
  Madrid | 23/03/2022

"Siempre hay una empresa responsable de las condiciones de un trabajador y el gobierno tiene que segregar a los empresarios de los empleados, ya sean por cuenta propia o ajena, a la hora de atender a sus demandas para priorizar a los transportistas vulnerables"...

Patricio Guzman nos enseñó en el documental 'La Batalla de Chile' lo que ocurre cuando los gremios patronales se unen en confluencia de intereses políticos ocultándolo bajo reivindicaciones materiales y arrastrando a empleados a trabajar por y para los intereses de la burguesía. El paro patronal que comenzó en Chile en octubre de 1972 nos enseña de manera nítida cómo la retórica obrerista utilizada por los grandes empresarios chilenos para paralizar el país haciendo pasar sus intereses de clase como una lucha por el pan puede atrapar a incautos que son incapaces de eludir la trampa y más aún cuando la izquierda no posee la fuerza avasalladora en las calles que tenía la Unidad Popular. Los empresarios no pueden llevar a la calle a luchar por sus intereses a los trabajadores si no existen condiciones objetivas y materiales que lo vistan de necesidad, en Chile las crearon de manera artificial con la presión de EEUU y en España están utilizando las condiciones materiales creadas por el conflicto en Ucrania. No todos los transportistas que están parando son empresarios, pero los que lo están haciendo, condicionados por esa misma patronal, responden a los intereses reaccionarios de un paro empresarial que tiene como último objetivo acabar con el gobierno de España. Es sano decir la verdad.

Es fácil distinguir entre huelga y paro patronal. Hay muchos elementos que ayudan a desencriptarlo sin problema alguno. La huelga busca la mejora de las condiciones de los trabajadores frente a los intereses de su empresa privada o empleador público mientras que el paro patronal busca mejorar los márgenes de las empresas mediante beneficios fiscales, subvenciones, merma de las condiciones de contratación de sus empleados o subrogación de los derechos de los empleados al Estado. El derecho a la huelga está recogido en el artículo 28 de la Constitución y conlleva obligaciones como servicios mínimos para garantizar los derechos del resto de ciudadanos mientras que un paro patronal puede ser salvaje porque no existen esos servicios mínimos, de hecho estoy seguro de que no han oído hablar de ellos mientras se habla de desabastecimiento o paros industriales. Otra de las circunstancias que permiten diferenciarlos con claridad es el celo de la policía a la hora de enfrentarse a quien se moviliza, no verán tanquetas en un paro patronal como sí las hubo con los trabajadores del metal en Cádiz.

Lo importante de una movilización no es quién forma parte de ella sino para qué intereses trabaja, por qué motivos se produce y cuales son esas reivindicaciones. La izquierda tiene un complejo para posicionarse de manera frontal contra una masa de personas movilizándose en la calle y cooptando las artes y prácticas de la lucha de la clase trabajadora. Los análisis que se muestran renuentes a ser críticos con cualquier performance obrera ignora de forma habitual que hay trabajadores que por motivos ideológicos y culturales pueden operar contra sus intereses de clase por simple desclasamiento. El paro patronal del transporte de estos días ha sido convocado por empresarios que tendrán flotas de tres, cinco, diez o treinta camiones y al que se han podido unir multitud de autónomos, y falsos autónomos, que están en unas condiciones de precariedad por las condiciones a las que le someten las empresas a las que prestan servicios y que no les permiten repercutir el incremento de costes por la competencia salvaje que existe en el sector. Siempre hay una empresa responsable de las condiciones de un trabajador y el gobierno tiene que segregar a los empresarios de los empleados, ya sean por cuenta propia o ajena, a la hora de atender a sus demandas para priorizar a los transportistas vulnerables dividiendo la unidad de acción de la protesta de cualquiera que tenga un camión y favoreciendo a los trabajadores que se han visto obligados a secundar el paro patronal. Hay que separar el polvo de la paja. Precisión y finezza.

En las movilizaciones de la patronal agraria de Murcia del pasado 16 de febrero una reportera de TVE preguntaba a uno de los manifestantes cuáles eran las causas del paro y las exigencias al gobierno, a lo que el hombre cuestionado respondía: "Yo la verdad es que no lo sé, porque yo vengo mandao por mi empresa". No es difícil escudriñar entre los motivos de las actuales movilizaciones del transporte para poder encontrar que los empresarios se movilizan con trabajadores interpuestos para acomplejar a la izquierda y que no pueda expresar con claridad que las exigencias de un paro patronal responden a unos intereses de clase y reaccionarios que se desenmascaran ofreciendo por parte del gobierno mejoras de condiciones a los trabajadores de forma inequívoca para que quede en evidencia que las condiciones objetivas sobre las que se sustentan las movilizaciones están siendo aprovechadas para la insurgencia de la burguesía como parte de un proyecto política de acoso y derribo a un gobierno que consideran ilegítimo.