Todo está en Bourdieu
Lo insustancial (I) Villacís
Todos miran a la vicealcaldesa con una mueca de incomprensión porque no es capaz de poner fin al calvario de gestión de Almeida. Pero pedirle cuentas a Villacís es no conocer su esencia.
Los espectáculos y escándalos del Ayuntamiento de Madrid ya adquieren la caracterización de carajal y hace que todos giren la cabeza hacia Begoña Villacís para que termine con la desvergüenza y acepte la moción de censura que saque al PP del gobierno. Todos miran a la vicealcaldesa con una mueca de incomprensión porque no es capaz de poner fin al calvario de gestión de Almeida, que cuando no estaba hablando de Pedro Sánchez como portavoz nacional del partido se dedicaba a la gestión negligente -desfalco mediante- la nadería, el fanatismo y el desprecio e insulto a la memoria de los contribuyentes vivos y las personalidades muertas. Pero pedirle cuentas a Villacís es no conocer su esencia.
Si algo caracteriza a la burguesita, que juega a política con el riñón cubierto por "Marisol pisos", cada vez que le preguntan por alguno de los escándalos del gobierno al que pertenece y da apoyo para su pervivencia es la afectación fingida, el asombro impostado y la hipérbole vacía junto a un micrófono. Solo sirve para eso, para amagar de manera constante e inofensiva con dejar de dar soporte a un gobierno de modo tan insustancial que ya nadie la cree. Es como el ruido del viento que se cuela por una ventana mal cerrada, molesto, constante, anodino e inofensivo.
Puede sorprender que Begoña Villacís prefiera inmolarse con este gobierno antes que ser alcaldesa y tener algo de dignidad, pero eso solo le duraría un año, y si algo tienen interiorizado los de su clase es que la dignidad no cotiza en bolsa. Después, sin partido y sin posibilidad de ser reelegida, solo le quedará volverse al mundo privado, donde los de su calado intelectual ya han visto en la carne de Albert Rivera lo que les pasa cuando hay que doblar el lomo. Así que prefiere hacer aspavientos ruidosos, seguir caminando al lado del alcalde y esperar a recibir en la próxima legislatura el favor del PP en forma de puesto en las listas y nómina pública.
Villacís no es nada sin el PP, porque ya es del PP. Para encontrar respuestas a sus tragaderas hay que preguntarse qué hará la sinsorga Begoña sin el PP dentro de un año, cuando Ciudadanos desaparezca y ella quiera seguir mostrando su futilidad discursiva de bronceado perfecto. No puede traicionar al PP porque está adecentando su nueva vivienda antes de la mudanza. Madrid es un casino donde solo gana una estirpe de sablistas de lo público que llegan a vivir del erario despreciándolo, porque lo vilipendian para que nadie más pueda fagocitarlo. En esas lides Villacís sí tiene talento porque para eso le han instruido en casa, para medrar con peinado de a salario mínimo, sonrisa plena y blanca, espalda recta y ningún tipo de sonrojo ante la mentira y la estupefacción ajena.
Es tiempo de abandonar el pensamiento ilusorio y dejar de acudir con las alcachofas a pedir la declaración de Begoña Villacís mostrándose compungida y apretando fuerte los puñitos. No va a hacer nada contra Almeida porque ella es colaboradora necesaria para que el Ayuntamiento sea, una vez más, un arcón de tributos plebeyos para uso y disfrute de aristócratas y arrimados. No hará nada porque se ha criado en la creencia de que a los de su clase les pertenece todo. La burbuja de niña bien le ha enseñado que la aspiración máxima para vivir del cuento es convertirse en élite extractiva con buenas formas y que para lograrlo nunca se traiciona a los suyos. Tragará, porque viven tan bien gracias a manejar con talento esa suerte. Y, cuando pueda, fichará por el PP.