TODO ESTÁ EN BOURDIEU
Inútiles, sociópatas y una mentira en la comida
"Es mentira que Carlos Mazón estuviera comiendo con una periodista para ofrecerle la dirección de A Punt, eso es solo una coartada pactada encontrada diez días después de varias mentiras para poder ocultar la verdadera motivación de esa reunión privada".
La comparecencia de Carlos Mazón nos ha retrotraído a la historia más infame de la derecha española, puede que a veces perdamos el foco con la presencia de la extrema derecha de Vox y olvidemos que nuestra derecha es una pústula infecciosa que arrasa con la vida de quienes tienen la mala suerte de caer bajo su gestión. La DANA no fue mortal por la lluvia, ni por la riada ni por el desborde del río, lo fue porque en la Comunitat Valenciana estaban gestionados por el PP y por Carlos Mazón.
Son inútiles. Unos ineptos. Esa ineptitud a veces cuesta vidas, esta vez ha costado más de 200 y está siendo acompañada por una campaña de elusión de la responsabilidad que es un insulto a la memoria de las víctimas. Carlos Mazón dijo en su comparecencia que habían actuado lo mejor posible con la información disponible, es decir, que él lo ha hecho bien y la tragedia se debe a la dimensión incalculable de un desastre que nadie podía prever. Se marcó un "se iban a morir igual" y no había nada que hacer más de lo que se hizo. La estrategia de Isabel Díaz Ayuso de insultar y despreciar a las familias de las víctimas puede funcionar con un ecosistema mediático como el de Madrid que protege a la lideresa de cualquier inclemencia, pero no le va a servir a Mazón porque es un cadáver político y tóxico al que nadie quiere acercarse. Además de inútiles son sociópatas.
Pero vamos a la comida, porque todo está en esa comida infame. Decía Manuel Jabois en una estupenda columna sobre la comida de Carlos Mazón con la periodista Maribel Vilaplana que lo políticamente correcto a veces es atropellado por la vida. Esta comida además es la responsable de que el President de la Generalitat atrasara decisiones que hubieran salvado a 217 valencianos. Pero nosotros somos mejores que ellos y debemos mantener la compostura y la profesionalidad incluso en circunstancias funestas.
Hay informaciones que por delicadas y privadas les corresponde única y exclusivamente decirlas a los implicados, aunque estén jugando con la buena fe y la profesionalidad de todos aquellos que sabemos que mintió sobre el motivo de la comida responsable de más de 200 muertes. Es mentira que Carlos Mazón estuviera comiendo con una periodista para ofrecerle la dirección de A Punt, eso es solo una coartada pactada encontrada diez días después de varias mentiras para poder ocultar la verdadera motivación de esa reunión privada. Los valencianos no merecen más mentiras, las familias de los fallecidos menos aún y si Carlos Mazón o Maribel Vilaplana no tienen el coraje de reconocer las verdaderas razones de esa comida que ya no es privada sino la responsable de que no se tomaran las medidas de alerta en tiempo y forma se acabarán sabiendo y les pesarán mucho más. Porque los valencianos no van a tolerar que insulten a quien ha perdido todo. Están a tiempo de ganar algo de dignidad reconociendo lo que ocurrió en esa comida que tantas vidas costó.
La comparecencia de Carlos Mazón iba a reconfortar a los valencianos. Ya sabíamos antes de que se produjese que no había nada que pudiera hacer o decir que pudiera paliar mínimamente el dolor causado por la tragedia en boca de quien provocó con su negligencia las muertes. Alberto Núñez Feijóo es experto en alimentar expectativas que no se pueden cumplir y que le acaban arrastrando al fango. Era difícil esperar que, además de no reconfortar, la comparecencia hurgara en la herida de quien ha perdido todo y de las víctimas de la riada, pero lo ha conseguido. Carlos Mazón, en su intento por eludir responsabilidades, ha logrado de una manera indecente e ignominiosa escupir sobre los cadáveres calientes de los valencianos muertos. Si Carlos Mazón y Alberto Núñez Feijóo creen que algo de lo que han hecho o dicho puede reconfortar a alguien, que acudan al funeral de Rubén e Izan y le pidan disculpas a sus padres. Así es como se muestra liderazgo y coraje, no escondiéndose y aferrándose al cargo desde el que, mientras comía con una amiga, gestaba la muerte de 217 personas.