Todo está en Bordieu
El PP mata a su chivato
"Casado solo ha sido víctima de su propio monstruo. Tiene lo que merece y no debe producirnos compasión ni provocar lamento alguno por su cruel final. No se puede pertenecer a un partido como el PP y esperar un trato humano".
"Prefiero a un gobernante corrupto que a un comunista en el poder", lo dijo Jorge Bustos, el ahora jefe de opinión de 'El Mundo' y punta de lanza del propagandismo ayusista. La sentencia se dijo en el momento de la moción de censura a Cristina Cifuentes en 2017 presentada por Podemos que acabaría fracasando. Recuerdo vívidamente esa frase porque estaba en la misma mesa y comprendí que lo único que estaba haciendo Bustos era expresar una pulsión sincera del pensamiento conservador patrio. Esto es parte fundamental de la psicología de la derecha que se ha hecho carne de manera grotesca desde que el diputado Casero se equivocó al dar a un botón.
Pablo Casado podría haber salido del PP porque nadie creía en su liderazgo, porque era un hombre débil que cambiaba de opinión y discurso por sus complejos, y que se fue asimilando a los fascistas hasta hacerse indistinguible de ellos. El hecho es que va a acabar fuera porque se le ocurrió pedir explicaciones a la hermana del comisionista por los miles de euros ganados a través de la empresa de un amigo con la administración que ella gobierna. Entre censurar a quien tiene una actitud sospechosa de corrupción y a quien pide explicaciones por ese posible caso de corrupción todo el PP se ha conjurado para expulsar de la dirección del partido a quien en vez de guardar la sospecha en un cajón decidió censurar esa actitud y preguntar para saber qué había de verdad. No sorprende que todo el PP haya preferido ponerse del lado del crimen antes que del de la ley. Una loa al estraperlo y elogio del comisionista. Su condición habitual.
A Pablo Casado se le ha ajusticiado como se haría siguiendo la omertá mafiosa. No hay mejor explicación para comprender lo que ha ocurrido con el líder del PP que acudir al código siciliano que impide informar sobre las actividades delictivas de los componentes de la organización. Para los miembros de la derecha Pablo Casado es un cascittuni que tiene que ser ajusticiado y mostrado a la militancia con los genitales en la boca. No se tiene piedad con los chivatos que sacan fuera de la organización lo que se debe dirimir dentro. Casado no ha entendido una cosa muy sencilla para ser presidente del principal partido de la derecha; robar no esta mal, solo importa que no se note.
Para el PP la corrupción solo es un problema si trasciende a la opinión pública por el desgaste que pueda proporcionarles a la hora de lograr apoyos electorales entre aquellos incautos que, sin estar tan ideologizados, les tienen que votar para llegar al poder. Solo les importa la apariencia y mácula que puedan darle los escándalos de corrupción, y para no mancharse es mejor ocultarlo y esperar que no lleguen a salir. No hace falta sentir empatía por Pablo Casado para desentrañar lo sucio del comportamiento que le ha liquidado. Nos equivocamos analizando la disputa y las acusaciones vertidas en términos morales o buscando una explicación racional desde el punto de vista de la ética y el buen honor. Porque solo hay bajeza en cada declaración, tuit, editorial o comunicado. No hay dignidad en uno solo de los miembros del PP a excepción de los pocos que se han quedado al lado de quien ayer apoyaban. No hay honra en ninguno de los múridos que han abandonado el barco dejando solo a quien hace 24 horas juraban lealtad y compañía.
Pablo Casado solo ha sido víctima de su propio monstruo. Tiene lo que merece y no debe producirnos compasión ni provocar lamento alguno por su cruel final. No se puede pertenecer a un partido como el Partido Popular y esperar un trato humano. Es como se suelen empeñar con lo más débiles, es lo que el líder del PP hacía hasta ayer mismo con quien menos tiene, antes de ser despedazado, humillado y enseñado con befa y oprobio ante la opinión pública. Es ley natural, no se puede esperar más de una organización como el PP cuando ve en riesgo el poder. No tienen piedad con el desahuciado, el vulnerable o el que no tiene para comer, menos van a tenerla con el que es solo un lastre para poder enriquecerse. No da pena ver cómo se ensañan entre sí los que no tienen escrúpulos con los vulnerables. Con su pan se coman la sangre derramada.