TODO ESTÁ EN BOURDIEU
Pablo Casado, una mosca en la mierda
"Era una tentación demasiado jugosa para que el líder del PP pudiera pasar más tiempo sin meter el hocico entre la inmundicia del discurso de la extrema derecha y hozar con desenfreno"...
No ha podido resistirse. El olor de la excrecencia era demasiado apetitoso para que pudiera soportar tanto tiempo sin darse un atracón. Tener ese banquete de heces y deposiciones tan cerca durante tanto tiempo era una tentación demasiado jugosa para que el líder del PP pudiera pasar más tiempo sin meter el hocico entre la inmundicia del discurso de la extrema derecha y hozar con desenfreno. La trampa para moscas del discurso de los posfascistas es demasiado efectiva con los líderes conservadores que tienen poca autoestima, y en ese mercado Pablo Casado es el valor más alto.
Lo hemos repetido muchas veces en los artículos que alertan sobre el proceso de emulación de la derecha conservadora de los usos, hábitos y discursos de la extrema derecha. Si hay algo que es una norma en la literatura sobre los movimientos de la extrema derecha en Europa es que cuando los partidos conservadores o liberales se acercan a las posiciones más radicales para tapar la fuga de votos lo único que consiguen es reforzar a su adversario más integrista.
Existe un pensamiento ilusorio en las plumas masajistas de los conservadores de este nuestro país que les llevará al desastre. Una corriente representada por el jefe de opinión de El Mundo que piensa que Pablo Casado puede emular el contexto y las circunstancias que llevaron a Isabel Díaz Ayuso a tapar el ascenso de Vox. Radicalizarse para hacerse indistinguible de los fascistas es algo que excita mucho a la clá propagandística que vive de dar carnaza a sus lectores, pero que en términos electorales les llevará solo a un fortalecimiento absoluto de las posiciones de la extrema derecha a nivel nacional, porque tan solo les deja potencial de crecimiento en lo que queda por canibalizar del partido de Inés Arrimadas.
En Madrid, el crecimiento de Isabel Díaz Ayuso fue posible por la desaparición de un Ciudadanos que, a nivel nacional, ya se desangró en las anteriores elecciones y deja poco margen a Casado. La radicalización del PP al aproximarse a VOX no le va a proporcionar ningún rédito en un electorado posfascista muy asentado y descarnado, lo único que logrará con esas posiciones extremas será consolidar las posiciones de VOX y espantar a aquellos electores más moderados y desideologizados que abarcan la más importante bolsa de electores que consolida las mayorías.
El único momento del vacuo legado como máximo dirigente del PP en el que Pablo Casado tuvo un cierto atisbo de lucidez y, consiguió llevar la iniciativa ante VOX descolocando a Santiago Abascal, ocurrió en la moción de censura de los posfascistas. Un instante de luz conservadora, con un discurso sólido, convincente, que logró desubicar a los fascistas y que por única vez en todo su mandato permitió atisbar una posición propia entre las grietas que ahora asoman en su liderazgo por la presión de VOX e Isabel Díaz Ayuso. Pablo Casado no sabe qué quiere ser porque está solo preocupado en achicar el agua en su autoridad, el líder del PP se sabe débil y contestado de manera interna y externa. Sus enemigos huelen la sangre y él reacciona como el animal herido acorralado que enseña los dientes para poder sobrevivir. No funcionará, porque esa estrategia para paliar la sangría conservadora por la extrema derecha nunca ha funcionado.