Todo está en Bourdieu
Pedro Sánchez como el capitán del Costa Concordia
"Nadie que ha mamado un mínimo de compañerismo en la izquierda se atrevería a dejar su seguridad en manos del presidente, porque es consciente de que le venderá en cuanto vengan mal dadas".
Pedro Sánchez no tiene una cultura política en la que la lealtad sea un valor destacable. No conoce el odio primitivo que se le tiene en la clase obrera consciente de sí misma a un esquirol y lo que importa entre los de abajo saber que tienes al lado alguien en quien confiar y entrelazar los brazos. Nadie que ha mamado un mínimo de compañerismo y fraternidad en la izquierda se atrevería a dejar su seguridad en manos del presidente, porque es consciente de que le venderá en cuanto vengan mal dadas. No sé si son conscientes en Moncloa de que la imagen que está transmitiendo el presidente de forma rutinaria es que no es una persona en la que se puede confiar porque a la mínima optará por salvarse a sí mismo y abandonar a los suyos.
El mundo de los liderazgos se puede medir aprendiendo de la actuación de diferentes personajes históricos frente a las crisis que tuvieron que afrontar. Imitar a los que actúan con honestidad y de manera ejemplar no es fácil, por eso solo los más importantes quedan en nuestro recuerdo. Alguien del equipo de Pedro Sánchez que no sea my servil tendría que regalar un libro sobre la historia del Endurance y la odisea de Ernest Shackelton para que aprendiera lo que hace un capitán de barco con su tripulación cuando vienen mal dadas. Se puede resumir en que nunca se les abandona. A ver si se le pega algo.
Se entiende y se nota que a Pedro Sánchez los ministros de su gobierno de Unidas Podemos no le gustan, que no está cómodo con ellos, que aquello de no dormir bien iba en serio pero que no le queda otro remedio porque los españoles le dieron un mandato claro que no le permitía gobernar en solitario. Pero a pesar de sus deseos e ilusiones ahora son sus ministros, y él es el líder del gobierno, o al menos tendría que serlo. Porque un líder no abandona a los suyos a la menor muestra de debilidad o ataque del adversario. Tampoco pertenece a la cultura política del presidente la memoria partisana que no dejaba atrás a los enfermos o heridos ni huyendo de la persecución de los nazis en el río Neretva o la batalla del Sujetska. No importa que un socioliberal como él no se sienta concernido por valores de compañerismo y lealtad tan elevados, pero serían una buena enseñanza para las personas que están a su lado
No se puede esperar que Pedro Sánchez diera la cara por Alberto Garzón por defender lo mismo que ha defendido él de forma explícita en 2019, ni por defender la acción de la política agraria de su ejecutivo o de los planes 2030, porque para eso haría falta hacer lo correcto y no atender exclusivamente al beneficio electoral. Una perversión y manipulación de unas declaraciones por parte de la derecha han hecho que abandone a su suerte a un ministro de su gobierno permitiendo una cacería injusta que la opinión pública está dando la vuelta. Pedro Sánchez se merece pagar el peaje por acomplejarse y no defender a quien solo ha dicho la verdad. Es normal esa reacción, no es nueva, hablamos de alguien que ha purgado y limpiado a miembros de su propio partido que le habían sido leales y le llevaron a lo más alto. Ábalos sabrá de lo que hablo.
Pedro Sánchez podría haber elegido imitar a Ernest Shackleton o los partisanos yugoslavos y no abandonar a un miembro de su ejecutivo por decir la verdad y exponer con rigor científico la importancia de desintensivar la ganadería, pero siempre ha preferido ser Francesco Schettino y 'caerse' en una lancha dejando a su suerte al resto mientras se hunde el Costa Concordia. Que se tiente bien el salvavidas, que el día que se le pinche no tendrá a nadie a su lado que le saque del agua.