Todo está en Bourdieu
¿Por qué salen los nazis de la cloaca?
"Los que bramaban en Chueca eran unos nazis, que han existido siempre, pero el altavoz y la oportunidad se la han brindado personajes como Abascal o Díaz Ayuso".
Hace cinco años no hubiera sido posible que un grupo de doscientos nazis se atrevieran a desfilar por Chueca gritando "fuera sidosos de nuestros barrios", no porque no lo pensaran, sino porque eran conscientes de que su discurso era tan marginal que ni se les hubiera ocurrido intentar capitalizar un discurso público propagado de manera habitual desde la llegada al panorama política de VOX. La gota fina ha ido calando hasta empapar las calles.
La posibilidad de acción se ha abierto después de un lento goteo de mensajes, palabras y soflamas que han puesto en cuestión los derechos de un colectivo vulnerable para después, cuando se han producido las agresiones, negar que se les agrede por su condición sexual. Un relato medido y dirigido que tiene como objetivo llevar a cabo sus políticas públicas contra los y las homosexuales. Para ello es preciso iniciar un proceso de deshumanización unido a la atribución de características asociadas con el vicio y la promiscuidad hasta negarles la capacidad de amar. Una construcción retórica que tiene como intención poner en la diana a todo un colectivo.
"La homofobia solo está en la cabeza de la izquierda", declaró Ayuso, dando paso a la validación de los discursos de odio y negando que en España haya un problema de odio y orden público contra las personas homosexuales. Ese paso de Ayuso, el de ampliación de base de un discurso público que niega el conflicto y el problema que sufren las personas LGTBIQ+ es importante porque imposibilita el consenso como paso previo para las políticas de protección de colectivos vulnerables. Un camino ya avanzado que ahora quieren retroceder. Si el problema no existe no es necesario llevar a cabo políticas activas de protección, no es preciso entonces incluir la educación afectiva sexual en las escuelas, ni las charlas de concienciación. El deseo último de VOX se cumple, el pin parental se aplica por defecto. El plan sigue su marcha.
La acción es el último peldaño de la performatividad de la palabra cargada de odio. Durante los últimos años se ha creado un enemigo colectivo de la idea de España que tiene la extrema derecha y que se conforma con las personas migrantes, los menores no acompañados, las feministas, los y las homosexuales y la izquierda. A partir de la construcción simbólica de ese objetivo se crea una ambiente propicio para que los más radicales, sean seguidores de VOX o colectivos aún más radicalizados, intenten capitalizar el beneficio de ese humor público dirigiendo su ira contra ellos. La estrategia consiste en darse visibilidad, cooptar el odio y hacerlo propio para mostrar a la opinión pública su oferta política.
Promueven la violencia con su discurso y se hacen las víctimas cuando se denuncia. Sí, lo hacen. De forma directa, como Abascal pidiendo que alguien se levante a abofetear a Pere Aragonés mientras hablaba en la radio con Losantos. Los que bramaban en Chueca eran unos nazis, que han existido siempre, pero el altavoz y la oportunidad se la han brindado personajes como Santiago Abascal o Isabel Díaz Ayuso.