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DISCULPEN QUE NO ME LEVANTE

Un proceso desalentador

"Si todos esos individuos caraduras que no han respetado su turno y han hecho valer su posición para obtener el privilegio de vacunarse piensan de verdad que estaban haciendo lo adecuado, ¿por qué lo hicieron de tapadillo?"...

El consejero de Sanidad de Ceuta, Javier Guerrero | EFE
  Madrid | 25/01/2021

Estábamos expectantes ante la llegada de 2021. "Peor que el 2020 no puede ser", decíamos. De momento, tampoco está siendo mejor. El proceso de vacunación transcurre desesperadamente lento. Llegan las dosis a cuentagotas, los laboratorios no cumplen con sus compromisos de producción, faltan las jeringuillas adecuadas para aprovechar todas las dosis y el protocolo se ha convertido en un coladero para cargos públicos y sus alrededores.

Los caraduras han aflorado como si fueran gremlins en remojo y han puesto de manifiesto las lagunas del plan para inmunizar a la población. Los ciudadanos aceptamos en su día sin discusión que los primeros tenían que ser los más vulnerables y después, todos los demás. Es desolador que alcaldes, consejeros y hasta curas de pueblo se hayan apresurado a poner el brazo. Los generales por delante de los soldados. Que si sobraban dosis, que si soy alcaldesa y paciente de riesgo, que si antes ejercía de médico, que yo no quería y me obligaron... Qué vergüenza, cuánto desánimo.

Algunos han dimitido, otros han sido suspendidos de militancia y unos pocos se resisten a abandonar sus puestos privilegiados. Uno de estos últimos es el Consejero de Sanidad de Ceuta. No quería vacunarse -asegura-, pero sus técnicos le dijeron que si él no lo hacía, ellos tampoco (si tus amigos se tiran por un puente, ¿tú vas detrás?). Javier Guerrero ha añadido, como para reforzar su inocencia, que a él ni siquiera le gustan las vacunas. Es un mensaje, además de cínico, de una irresponsabilidad manifiesta. Para no gustarle, ha corrido como una liebre para saltarse el protocolo, aunque pretenda convencernos de que prácticamente se cayó encima del bote de Pfizer.

Y si todos estos individuos que no han respetado su turno y han hecho valer su posición para obtener el privilegio de vacunarse piensan de verdad que estaban haciendo lo adecuado, ¿por qué lo hicieron de tapadillo? ¿Por qué no convocar a los medios de comunicación para decir aquí estoy yo poniéndome la vacuna, anímense, no tengan miedo? Porque estaban siendo unos caraduras y no querían quedar en público como lo que son. La vacuna es nuestra oportunidad de dejar atrás esta pesadilla. Era importante hacerlo bien. De momento, entre unas cosas y otras, tenemos más de lo mismo: una sensación de desánimo constante, un martillo pilón.