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CIENCIA APARTE

Cómo ajustar la mascarilla para aumentar su eficacia

Las mascarillas han demostrado ser una de las mejores armas contra la propagación del coronavirus pero tienen un defecto: su deficiente ajuste a la cara. Ya hay sobre la mesa varias propuestas innovadoras para mejorarlo. Las analizamos.

Proyectos para mejorar el ajuste de las mascarillas | Fix the Mask
  Madrid | 17/02/2021

Hasta que no se haya logrado la inmunidad poblacional por medio de las vacunas, el uso de mascarilla ha demostrado ser eficaz para ralentizar la propagación del coronavirus cuando se combina con otras medidas de protección: distanciamiento físico, higiene, y evitar multitudes y espacios interiores mal ventilados. En la actualidad se están presentando varias propuestas innovadoras para mejorar la eficacia de las mascarillas, sobre todo atendiendo a su mayor defecto: el deficiente ajuste a la cara.

Las mascarillas homologadas disponibles en el mercado español (quirúrgica, higiénica y FFP2) están hechas con un material basado en fibras poliméricas prensadas capaces de retener partículas y aerosoles, primero por tamaño, y segundo y más importante, por inercia química. Estos materiales han demostrado ser muy eficaces en ensayos de filtración (retención de partículas, gotas y aerosoles) y de respirabilidad (permiten el paso de aire). Además de unos buenos materiales, el ajuste al rostro también es clave para garantizar la protección. Por eso se están investigando nuevos accesorios y nuevas formas de colocar la mascarilla para mejorar el ajuste.

El estudio de los CDC sobre la doble mascarilla: resultados y limitaciones

Recientemente los CDC (Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades de Estados Unidos) publicaron un estudio en el que se evaluaron diferentes colocaciones. Probaron tres escenarios para evaluar la protección de uno mismo (emisor) y de los demás (receptor): mascarilla quirúrgica, doble mascarilla (higiénica sobre quirúrgica) y quirúrgica con el ajuste mejorado con los extremos perfectamente remetidos y nudos en las gomas.

Si el ajuste de la mascarilla quirúrgica es deficiente, como en la imagen superior, puede dejar huecos a los lados y en el contorno de la nariz por los que se escapan los aerosoles (A). Colocando una mascarilla higiénica por encima, con un diseño más ergonómico (B), se reducen los huecos. La segunda opción para mejorar el ajuste que evaluaron los CDC es haciendo nudos en los extremos, doblando los bordes para que queden perfectamente remetidos (C).

En el experimento de los CDC se utilizaron dos cabezas simuladoras flexibles: emisor y receptor. La cabeza emisora se programó para expulsar aerosoles (a razón de 15 L/min, la respiración normal de una mujer haciendo trabajo ligero) y la cabeza receptora se programó para inhalar (a razón de 27 L/min, la respiración normal de un hombre o mujer haciendo trabajo moderado). En cada caso se tomaron medidas tras 15 min de exposición.

El primer experimento mostró que la mascarilla quirúrgica bloqueaba el 56,1% de las partículas de una tos simulada y la mascarilla higiénica bloqueaba el 51,4%. La combinación de la mascarilla higiénica cubriendo la mascarilla quirúrgica (mascarilla doble) bloqueó el 85,4% de las partículas. La mascarilla quirúrgica remetida y anudada bloqueó el 77,0%.

En el segundo experimento se evaluó la transmisión de diferentes escenarios, con emisor y receptor con y sin mascarilla en diferentes colocaciones. Cuando el receptor no llevaba mascarilla y el emisor llevaba doble mascarilla (higiénica sobre quirúrgica) o quirúrgica anudada y remetida, la exposición acumulada del receptor se redujo en un 82,2% y 62,9%, respectivamente. Cuando el emisor estaba sin mascarilla y el receptor llevaba doble mascarilla o quirúrgica anudada y remetida, la exposición acumulada del receptor se redujo en un 83,0% y un 64,5%, respectivamente. Cuando la fuente y el receptor estaban equipados con dobles mascarillas o anudadas y remetidas, la exposición acumulada del receptor se redujo en un 96,4% y 95,9%, respectivamente.

Hay que tener en cuenta que este estudio tiene grandes limitaciones. La principal es que se ha hecho con un único tipo de mascarilla quirúrgica e higiénica, así que no es representativo de todas las mascarillas que se encuentran en el mercado. Las conclusiones no son extrapolables, es decir, no se puede asegurar que la doble mascarilla o el anudado siempre vayan a mejorar la protección. El ajuste de las mascarillas es muy variable y también depende de la fisionomía de la cara de cada cual.

Doble mascarilla higiénica sobre quirúrgica: bien si mejora el ajuste, mal por todo lo demás

El estudio de los CDC muestra que colocar una mascarilla higiénica (o de tela) sobre una mascarilla quirúrgica puede ayudar a mejorar el ajuste, por lo que el riesgo de transmisión disminuye notablemente. Se recomienda solo en caso de no encontrar mascarillas quirúrgicas que se adapten bien al rostro. No se trata de añadir más capas filtrantes, sino de mejorar el ajuste.

Los materiales por sí solos, tanto de higiénicas como de quirúrgicas, retienen más del 90% de las partículas, pero si no se ajustan bien, la eficacia filtrante se reduce a la mitad, puesto que deja de depender tanto del material y pasa a depender más del diseño.

La capacidad filtrante de los materiales no aumenta significativamente añadiendo más capas, un filtro extra o una mascarilla sobre otra. Pero sí empeora la respirabilidad. Esto puede generar sensación de asfixia y acumulación de humedad, lo que podría reducir aún más el tiempo de uso por debajo de las 4 horas recomendadas. Cuando una mascarilla está húmeda indica que el material se está saturando y no se garantiza la eficacia, por eso hay que cambiar de mascarilla en cuanto esta se humedece.

Otras combinaciones de doble mascarilla: se desaconsejan

Dos mascarillas quirúrgicas, dos higiénicas o dos FFP2. Estas combinaciones se desaconsejan. Primero porque la filtración no mejora significativamente y la respirabilidad empeora, generando sensación de asfixia y acumulándose más humedad reduciendo la eficacia. Segundo y más importante, dos mascarillas idénticas, una sobre otra, pueden empeorar el ajuste a la cara, consiguiendo lo contrario a lo que se pretende.

También se desaconseja usar las mascarillas quirúrgicas o higiénicas al revés, con la capa de dentro hacia afuera. La capa de dentro es absorbente, retiene la humedad que acompaña a la respiración. La capa de fuera es hidrófoba, repele la humedad. Si se coloca al revés, el riesgo de contagio aumenta, ya que la capa de fuera absorbería las partículas de los demás, y la de dentro no retendría las propias.

Hay que tener en cuenta que el tratamiento hidrófobo que tienen las mascarillas homologadas en la cara exterior sería de poca utilidad si la mascarilla se cubre con otra mascarilla casera textil de algodón o lycra que sí absorben la humedad.

La peor combinación de todas es colocar una mascarilla quirúrgica o higiénica bajo una FFP2. La mascarilla FFP2 suele ser la que mejor se ajusta a la cara, la que ofrece un sellado más hermético. De hecho, la denominación FFP2 se corresponde tanto al diseño como al material. Colocar una mascarilla por debajo altera el diseño original e impide el correcto ajuste a la cara, consiguiendo lo contrario a lo que se pretende. Hay quien ha adoptado esta técnica para supuestamente estirar las 8 horas de uso de las FFP2. Esto no es correcto. Las FFP2 son producto sanitario, así que no se debe estirar el tiempo de uso recomendado por el fabricante ni se debe colocar ningún accesorio que se interponga en el contacto directo de la FFP2 con la cara.

Hay una excepción a esta norma que habitualmente se observa entre sanitarios: colocar una quirúrgica sobre la FFP2. Esto se hace para proteger la FFP2 de salpicaduras, que son algo frecuente en la práctica médica. Si una FFP2 se humedece o salpica, habría que cambiarla inmediatamente por una nueva aunque no hayan pasado las 8 horas de uso. Colocando una quirúrgica por encima se protege a la FFP2, y en caso de salpicadura solo habría que renovar la quirúrgica. Esto no afecta al ajuste de la FFP2, pero empeora la respirabilidad y no mejora significativamente la filtración, por eso solo es útil para casos muy concretos.

Bordes remetidos y nudos en las gomas: se necesita pericia

En el estudio de los CDC, las mascarillas quirúrgicas con nudos en las gomas y los bordes doblados bien remetidos mejoraron notablemente el ajuste y la protección. No obstante, hay que ser muy cuidadoso con esta última configuración, ya que frecuentemente los nudos en las mascarillas empeoran el ajuste formando unos huecos laterales más grandes. El remedio puede ser peor si esto no se sabe hacer correctamente, tal y como aparece en la imagen del estudio.

Este método solo es posible en personas con la cabeza y las facciones pequeñas usando mascarillas de tamaño grande, ya que los nudos y los pliegues reducen la superficie efectiva. La mascarilla debe cubrir de la nariz al mentón y no debe desplazarse al hablar.

Guía de mal uso de la mascarilla: de pendiente, gomas cruzadas, tocarse la mascarilla, de collar, de broma, al revés, de cofia, sin cubrir el mentón, sin cubrir la nariz

Lo que sí se desaconseja completamente es cruzar las gomas de la mascarilla o retorcerlas (segunda imagen de la primera fila), porque empeoran el ajuste y generan más huecos laterales, lo que disminuye la protección.

Otra opción para mejorar el ajuste es hacer un nudo tras orejas, no delante, para reducir la longitud de las gomas y que la mascarilla se pegue más al rostro. Otra opción es que las personas con la cabeza pequeña utilicen mascarillas de tamaño infantil.

Accesorios innovadores: buenos resultados preliminares

En este estudio recientemente publicado se evaluó la eficacia de diferentes tipos de mascarilla (de tela de algodón, higiénica y quirúrgica) combinados con accesorios para mejorar el ajuste a la cara. Los experimentos consistieron en una simulación en un aula en la que tanto alumnos como profesores hablaban y podían contagiarse entre sí. La simulación se hizo con maniquíes que inhalan y expulsan aerosoles. Se probaron diferentes mascarillas y accesorios.

El estudio mostró que, incluso siendo cuidadosos con el ajuste de mascarillas a la cara, se producían grandes fugas, entre el 20% y el 80% de los aerosoles salen por los bordes de la mascarilla. Los investigadores calcularon que incluso si solo hubiera una superficie de fuga de 1 cm2, la mayoría del flujo pasaría por ese hueco en vez de por el filtro.

Las fugas se redujeron notablemente cuando se superponía un ajustador de mascarilla. Los ajustadores son piezas elásticas que se adaptan al contorno del rostro y a la cabeza, sellando los bordes de la mascarilla. Probaron dos modelos similares, el badger seal mask fitter y el FTM mask brace. Los experimentos mostraron que el uso del ajustador de mascarillas permite lograr eficacias de filtración cercanas a la eficacia de filtración real del material, es decir, por encima del 90% en el caso de higiénicas y quirúrgicas. Los ajustadores duplicaron la eficacia filtrante.

Sin embargo, las mascarillas de tela apenas mejoraron su eficacia filtrante con el ajustador. La razón es que los materiales tejidos, como la tela de algodón, no son capaces de retener partículas y aerosoles, porque no tienen el tamaño adecuado ni la inercia química necesaria.

En el estudio se midió la inhalación, es decir, la protección que confiere la mascarilla y el ajustador hacia uno mismo. También se midió la protección hacia los demás contabilizando la cantidad de aerosoles acumulados en el aula. En ambos casos, el uso de ajustadores con mascarillas homologadas (quirúrgica o higiénica) redujo la probabilidad de contagio drásticamente, por encima de la que ofrecen los niveles de ventilación más altos (10 ACH).

La conclusión del estudio es que el uso combinado de mascarilla homologada con ajustador y ventilación continua disminuiría al mínimo el riesgo de contagio en espacios compartidos a través a de aerosoles, que es una vía de transmisión principal.