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¿Por qué el atún es una de las fuentes de proteína más sostenibles?

Latas de atún en conserva en un supermercado | Pixabay
  Madrid | 30/11/2022

"Además de la salud humana, el pescado es fundamental para el bienestar económico y social. Hay más de 40 millones de personas en el mundo que trabajan en la pesca, y más de 3.000 millones cuya seguridad alimentaria depende significativamente de los productos del mar"...

El pescado aporta nutrientes esenciales como el yodo, el selenio, el calcio y las vitaminas A y D, que tienen beneficios para la salud bien establecidos. También proporcionan ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega-3, que es un componente de los patrones dietéticos asociados con la buena salud. Según las últimas revisiones científicas, la dieta pesco-mediterránea es la que mejor se asocia con la salud cardiovascular y con una mayor esperanza de vida.

Además de la salud humana, el pescado es fundamental para el bienestar económico y social. Hay más de 40 millones de personas en el mundo que trabajan en la pesca, y más de 3.000 millones cuya seguridad alimentaria depende significativamente de los productos del mar según datos de la FAO.

Hace un año se publicó uno de los mayores estudios sobre el impacto medioambiental de la pesca. En lo que concierne al atún, se avaluó la huella de carbono según el tipo de arte de pesca y según la especie.

Las conservas de atún se suelen producir con atunes tropicales como el atún claro (Thunnus albacares, también conocido como atún amarelo, rabil o albacora), el bonito del norte (Thunnus alalunga) y el bonito alistado (Katsuwonus pelamis, también conocido como bonito rayado o listado, que es la especie que más se utiliza en las conservas de atún cuando no indican si son de bonito del norte o de atún claro).

Según el estudio, la captura de atún tropical realizada con arte de cerco presenta la menor huella de carbono de todas. La pesca de cerco se llama así porque consiste en cercar al pez. Una vez ubicado el cardumen o banco de peces, se suelta la red haciendo un círculo a su alrededor. La red cuenta con flotadores y plomos, de modo que una vez los peces estén rodeados, se cierra la red tirando de los extremos de un cabo llamado jareta conformando una suerte de saco. Con este tipo de arte de pesca se emiten entre 3 y 5 kg de CO2 por cada kg de proteína producido.

El estudio ha tomado como referencia la serie histórica que va desde 1996 hasta 2014. Para el cálculo del impacto medioambiental se ha hecho un análisis de ciclo de vida, lo que implica contabilizar las emisiones de CO2 de todos los procesos implicados, desde lo que consumen los buques de pesca cuando faenan hasta que el pescado llega a la mesa. Eso ha permitido proyectar las emisiones en un horizonte de veinte y de cien años, situando al cerco como el arte de pesca de atún tropical menos contaminante.

Le sigue el arte de pesca de palangre, con unas emisiones entre 25 y 30 kg de CO2 por Kg de proteína de atún. El palangre es una técnica de pesca artesanal con una línea de la que penden cientos de anzuelos. Consiste en una línea principal o línea madre, suspendida en el agua por líneas secundarias llamadas orinques, en cuyos extremos se ubican las boyas; de la línea madre penden las brazoladas, en cuyos extremos se encuentran los anzuelos. Dependiendo del tipo y tamaño de anzuelo se pescan las diferentes especies.

El curricán es otro tipo de arte de pesca que está basada en el arrastre del aparejo que suele utilizar cebos artificiales, coloridos y articulados, que simulan a la perfección la manera de nadar de un pequeño pez que en realidad es un anzuelo en el extremo del hilo de pescar. El curricán llega a emisiones de 40 kg de CO2 por cada kg de proteína de atún, con picos de hasta 110 kg.

Para que sirva de comparativa, la carne de vacuno emite de media unos 75 kg de CO2 por cada kg de proteína, la carne de cerdo unos 30 kg, el pollo unos 25 kg, el salmón de piscifactoría unos 15 kg, el tofu de soja emite unos 10 kg de CO2 por kg de proteína y las legumbres alrededor de 5 kg. Por eso el atún tropical de cerco, con solo 3-5 kg de emisiones de CO2 por kg de proteína se considera la proteína menos contaminante.

Con respecto a las especies de atún, el estudio muestra que el bonito alistado es el que exige menos emisiones de CO2. Este túnido se diferencia del atún claro en su tamaño más pequeño, suele tener una talla de unos 70-80 cm y a veces rebasa el metro. Pesa entre dos y cuatro kilos y puede llegar a los 34 kg. Es la especie de vida más corta, ya que no supera los tres años. Es el más capturado en todo el mundo, representando el 50 % de las capturas mundiales de atún. En comparación con el atún claro, en ocasiones la huella de carbono puede llegar a ser hasta diez veces menor. Esto se debe a que el atún claro es la especie de mayor tamaño de los túnidos, normalmente mide unos 150 cm, pero puede llegar a superar los dos metros. Su peso oscila entre los 45-50 kg y puede alcanzar los 200 kg. Su esperanza de vida ronda los cinco años. El atún claro es uno de los pescados más demandados en el sector de las conservas, ya que es más asequible que el bonito del norte. En términos de volumen de captura, se posiciona como el segundo más importante dentro de los atunes.

Otro dato para tener en cuenta es la huella hídrica. La huella hídrica serían los litros de agua necesarios para producir un gramo de proteína. Las legumbres estarían en torno a 20 litros de agua por cada gramo de proteína, mientras que la carne de vacuno estaría en los 112 litros, la leche en 31 litros y el pollo en 34 litros. Sin embargo, la huella hídrica del pescado se considera despreciable, convirtiéndolo en la proteína más sostenible también desde este punto de vista.

Las flotas de cerco dedicadas a la captura del atún tropical, tales como la española agrupada en OPAGAC, se han diferenciado por la incorporación de nuevas tecnologías encaminadas a reducir al mínimo la huella ambiental de su actividad. En 2012 entró en vigor un nuevo código de buenas prácticas que desde entonces ha minimizado el impacto de la pesca de cerco en el ecosistema, al reducir la captura incidental de especies accesorias, eliminando prácticamente la mortalidad de tortugas marinas y reduciendo significativamente la de tiburones, mantas y rayas al desarrollar maniobras de liberación específicas para estas especies sensibles. Entre otras soluciones, destaca el uso de boyas selectivas que, equipadas con una ecosonda doble, aportan información sobre la ubicación de los bancos de atún tropical, así como sobre su volumen y especie, lo que permite reducir su huella de carbono al exigir menores distancias de navegación.