CIENCIA APARTE
Qué dice el estudio sobre las sustancias detectadas en el cordón umbilical (y qué no dice)
"Las muestras de cordón umbilical de 2004 y 2005 analizadas en este estudio no representan la realidad actual de la formulación cosmética. Si las conjeturas del estudio fuesen ciertas, las muestras de cordón umbilical tomadas una década más tarde ya no contendrían estas sustancias...".
La semana pasada saltó a los medios de comunicación generalistas el resultado de un estudio publicado en marzo de 2023 sobre la detección de una serie de sustancias en el cordón umbilical. Algunas de estas sustancias se han empleado en productos de cuidado personal, generalmente como conservantes o filtros ultravioleta, por lo que algunos titulares crearon una importante alarma social.
El artículo científico está publicado en abierto, así que cualquiera lo puede consultar; no obstante, se requieren conocimientos científicos previos para interpretarlo correctamente. A continuación voy a resumir de forma divulgativa qué dice este estudio (y qué no).
El estudio científico se realizó con 69 muestras de sangre de cordón umbilical recogidas inmediatamente después del parto, justo antes de la expulsión de la placenta. La toma de muestras se realizó entre 2004 y 2005 en un hospital de Barcelona. Las muestras se mantuvieron perfectamente conservadas, congeladas a -80°C, hasta que recientemente fueron analizadas para este estudio en el que participaron grupos de investigación del CSIC, la Universidad de Barcelona y el Instituto de Salud Carlos III.
Las muestras se analizaron con técnicas analíticas habituales como la cromatografía y la espectrometría de masas. De las 3.426 sustancias sospechosas, solo se identificaron 21 sustancias susceptibles, de las cuales la mayoría ya eran conocidas y se pueden explicar por el uso de medicamentos durante el embarazo y el parto. Sin embargo, en este estudio se detectaron por primera vez algunas sustancias nuevas, como algunas benzofenonas y parabenos, en 24 de las 69 muestras analizadas, es decir, en el 35% de los cordones umbilicales muestreados. En 45 de las 69 muestras no se encontró nada.
Se detectaron tres benzofenonas (avobenzona, benzofenona-2 y benzofenona-3) y un parabeno (metilparabeno) en al menos una de las 69 muestras de cordón umbilical. Las vías de exposición del feto a estas sustancias son desconocidas, es decir, no se puede asegurar con rotundidad de dónde vienen o cómo se han formado esas sustancias en el cordón umbilical. Sin embargo, los investigadores plantean en el estudio la conjetura de que el origen está en productos cosméticos cuyos ingredientes podrían haber atravesado la piel y la placenta hasta alcanzar el cordón umbilical.
Las benzofenonas detectadas son sustancias que absorben la radiación ultravioleta, por lo que se utilizan como conservantes y como filtros ultravioleta en sectores como el farmacéutico, alimentario y cosmético, para proteger a los productos de la degradación y garantizar la seguridad del consumidor. En el sector cosmético se pueden usar tanto para proteger las fórmulas como para actuar como filtros solares, por lo que podrían estar en cremas de protección solar. No obstante, desde 2009 existe un reglamento europeo por el que se limitó la concentración máxima de benzofenonas permitida en los cosméticos al 6%. Además, desde que se encontraron evidencias de la posible disrupción endocrina de la benzofenona-2 y la benzofenona-3, además de la regulación para limitar su uso a niveles considerados no tóxicos, la práctica totalidad de los laboratorios cosméticos, por principio de precaución, ya no formulan productos con estos compuestos.
Los parabenos son una familia de compuestos muy grande, así que no se debe hablar sobre ellos como conjunto, sino de forma individual. Los parabenos que se analizaron en este estudio se utilizaban como conservantes para evitar la proliferación de hongos y bacterias, es decir, para garantizar la seguridad de los productos. Los llamados parabenos de cadena larga (isobutilparabeno, bencilparabeno, etc.) llevan más de una década en desuso por principio de precaución por su posible efecto disruptor endocrino, hasta que en 2014 se prohibió su uso definitivo en productos cosméticos. Sin embargo, el parabeno que se encontró en las muestras de cordón umbilical es el metilparabeno, un conservante que se lleva utilizando desde hace más de 85 años con un excelente perfil de seguridad, que no produce alergias y que funciona en concentraciones excepcionalmente bajas. Es uno de los mejores conservantes que conocemos, sin embargo, la alarma social que se generó por el desconocimiento científico y la desinformación de algunos medios, llevó a que la mayoría de laboratorios cosméticos dejasen de usar todos los parabenos (incluidos los aprobados por las autoridades sanitarias), y los reemplazasen por otros conservantes con mejor prensa.
En conclusión, esto significa que las muestras de cordón umbilical de 2004 y 2005 analizadas en este estudio no representan la realidad actual de la formulación cosmética. Si las conjeturas del estudio fuesen ciertas, las muestras de cordón umbilical tomadas una década más tarde ya no contendrían estas sustancias.
No obstante, algo muy importante que sugiere este estudio es que algunas sustancias que teóricamente no podrían llegar a través de la dermis y atravesar la placenta (porque impedimentos estéricos y de carga, es decir, porque "no caben") se han encontrado en el cordón umbilical, así que hay que seguir estudiando cómo han llegado ahí. Hay que analizar la contribución de otras vías de exposición posibles, como los contaminantes presentes en las aguas o en el aire.
Otro aspecto importante del estudio es que, aunque las concentraciones detectadas están por debajo de los niveles que se consideran tóxicos, y todos los bebés de la muestra fueron bebés sanos, se seguirán estudiando los posibles efectos de estas sustancias en el desarrollo fetal. Tal y como han hecho siempre, las autoridades sanitarias reaccionarán ante cualquier indicio o sospecha de toxicidad, y jamás permitirían el uso de una sustancia si no hubiese evidencia científica de su seguridad. Este estudio es una prueba más del nivel de detalle al que se estudia la exposición a cualquier tipo de sustancia, sea de la naturaleza que sea, así que esta información debería difundirse como ejemplo de buen hacer y no como alarma.
Y, por último, es fundamental recordar que hay un contundente consenso científico sobre la importancia de utilizar productos de protección solar para cuidar la salud y prevenir enfermedades como el cáncer, el envejecimiento celular prematuro y la alteración del sistema inmunitario. Hay que ser muy prudentes con cómo se comparte la información, porque de lo contrario algunas personas podrían tomar la decisión equivocada de dejar de usar cosméticos con protección solar por un miedo infundado a las sustancias que contienen, en lugar de estar preocupados por lo importante, que es protegerse de los daños que produce la radiación ultravioleta.