OJO AL PARCHE
Una ronda más
"La vida sigue y las campañas electorales también. Es como si hubiera que afrontar esa España bipolar, donde el debate político va por un lado y los problemas de la ciudadanía por otro"...
Hay cabreo entre el personal. Mucha gente que está hasta el gorro. O es lo que te dicen: "¿Otra vez elecciones?, ¡qué vergüenza!", "que no cobren", "que las paguen ellos", "yo ya voté", "me engañó"… Son comentarios de este tipo que están pegando fuerte en nuestra banda sonora. Yo ignoro cómo se reflejará esto en las urnas, porque queda tiempo, pero hoy en día percibo un runrún en la calle de consecuencias imprevisibles.
Anoto el mal rollo no solo por la repetición electoral, sino por el cainismo. Especialmente llamativo es el desencanto entre los que creyeron que habría un gobierno que llamaban progresista y han ido viendo el resultado. Si se le puede llamar izquierda, porque hasta en el nombre hay discrepancias, digamos que salen de esta a garrotazos, con reproches, engaños y traición. Con acusaciones de arrogancia y de no estar a la altura.
Entre el PSOE y Podemos no ha habido suma, sino resta. No era lo prometido y esperado por muchos. Añadan que, si en las próximas elecciones aparece el partido de Íñigo Errejón, que veremos, habrá más para repartir, en todos los sentidos. Intuyo que se van a dar. De lo lindo. Por ahora, Sánchez ha anunciado que tendrán "la oportunidad de decir las cosas mucho más claras". Por si no se han entendido. En la anterior campaña apenas se rozaron, por aquello de que harían el gobierno progresista; ahora, se ve venir un cambio de guión.
Cuando el presidente en funciones decía "lo he intentado por todos los medios, pero nos lo han hecho imposible", los suyos clamaban contra Iglesias por ser "la cuarta vez que impide un gobierno progresista". Mientras, hervían las redes recordando las palabras de Sánchez cuando le reprochó a Rajoy su "incapacidad" por no lograr la investidura: "La responsabilidad es exclusivamente suya, por no articular una mayoría".
Pedro Sánchez explica que buscó una investidura "sin estar condicionada por los independentistas", con el apoyo de Podemos y "la abstención técnica" de PP y Ciudadanos. Al pasar otra vez por las urnas, en el PSOE creen que subirán, que Podemos caerá y que el principal correctivo se lo llevará Ciudadanos. Prevén un escenario con Rivera mucho más debilitado, si es que no queda fuera de la circulación, y con el PP impidiendo unas terceras elecciones por responsabilidad. Mucho se habla también entre bambalinas de la posible presencia del partido de Errejón.
Veremos, porque así termina la primera parte de la función, pero queda por lo menos otra. Hacía tiempo que se veía que estábamos otra vez en campaña, preparando los relatos, echándole la culpa al otro y haciendo cálculos que lo han condicionado todo. Llegan nuevas elecciones con la incógnita de la abstención, sin que Vox sea ya tanta novedad, con Rivera acusado de bandazos, con Casado y sus 66 escaños lastrados por las noticias de la corrupción, con el PSOE y Podemos y su "fuiste tú el culpable o lo fui yo", pendientes de la sentencia del procés y del parón económico.
La vida sigue y las campañas electorales también. Es como si hubiera que afrontar esa España bipolar, donde el debate político va por un lado y los problemas de la ciudadanía por otro. Lo mismo entre zasca y zasca sacamos un rato para debatir sobre las políticas de empleo, las pensiones, la sanidad o la educación. Sobre el sistema judicial, el cambio climático o los avances tecnológicos. Lo mismo entre tanto mal rollo, que envenena así al personal, hablamos de que la política está para servir al pueblo y no para servirse del pueblo. Otra vez a elecciones. Sigue la juerga, borrachos de ego, con mucho hielo, y que el pueblo sirva una ronda más.