A TU SALUD

¿Es normal que mi bebé vomite tras cada toma?

"Cuando la comida llega al estómago, generalmente el esfínter esofágico inferior que separa esófago de estómago, se cierra como si de unas compuertas se tratase y esto evita que la comida vuelva a subir de nuevo al esófago. Pues bien, en los lactantes, este esfínter no funciona del todo bien"...

Probablemente uno de los motivos más frecuentes de consulta es el siguiente, ¿os suena?

  • Es que vomita mucho. Tengo que cambiarle de ropa varias veces… ¡Parece un grifo! No será que le leche le sienta mal.

Y lo cierto es que a lo que la mayoría de vosotros llamáis “vómitos”, nosotros los pediatras llamamos “regurgitaciones”.

Las regurgitaciones son normales

Cuando la comida llega al estómago, generalmente el esfínter esofágico inferior que separa esófago de estómago, se cierra como si de unas compuertas se tratase y esto evita que la comida vuelva a subir de nuevo al esófago. Pues bien, en los lactantes, este esfínter no funciona del todo bien. Digamos que esas compuertas están aún muy blanditas lo que hace que la comida que llega al estómago pueda subir con facilidad hacia el esófago y de ahí a la boca. Es lo que llamamos REFLUJO GASTROESOFÁGICO en este caso FISIOLÓGICO, es decir, normal para su edad.

Entendemos por reflujo gastroesofágico (RGE) el retorno sin esfuerzo del contenido del estómago a la boca, de forma esporádica y especialmente tras las comidas.

Tened en cuenta que durante los primeros 6 meses de vida los niños solo toman leche, entenderéis que es mucho más fácil que estos episodios de reflujo sean más frecuentes. Al estómago no le cuesta casi ningún trabajo “empujar” la leche hacia arriba; cuando empecemos con las papillas y la alimentación sólida, estos eventos no se producirán con tanta facilidad.

Con el paso de las semanas y los meses, el esfínter comenzará a adquirir tono muscular, y las “compuertas” serán capaces de cerrar de forma competente la comunicación entre estómago y esófago. Hasta que esto se produzca (entre los 6 y los 12 meses) es muy normal que los niños regurgiten un poco de leche tras las tomas.

¿Cómo sé que no es nada importante?

Veréis a vuestros hijos expulsar esa leche de forma tranquila, sonrientes incluso, sin llanto y sin gesto alguno de dolor y esto, repito, es normal.

Ni la leche le sienta mal, ni vomita lo que le sobra, ni su estómago es pequeño, ni hay que cambiar a una leche antirreflujo.

Es normal y con el tiempo se irá.

¿Hay que hacer pruebas?

Normalmente no. Cuando no hay ningún signo de alarma no es necesario hacer ningún estudio complementario, ni ecografías, ni radiografías, ni contrastes. Vuestro pediatra os explicará que todo es normal y que no debéis preocuparos.

Pero… no todo son regurgitaciones, de vez en cuando es otra patología que sí merece ser estudiada y en ocasiones tratada.

¿Por qué? Porque cuando estos episodios de reflujo superan la frecuencia e intensidad normal de un lactante, pueden llegar a lesionar la mucosa del esófago; tened en cuenta que la leche caer al estómago se mezcla con los ácidos estomacales y al volver este contenido al esófago en repetidas ocasiones pueden provocar daños en las paredes del esófago que no están preparadas para tal acidez. Los niños entonces, comenzarán a tener síntomas, es lo que llamamos ENFERMEDAD POR REFLUJO GASTROESOFÁGICO.

¿Cuáles son los signos de alarma?

Tu pediatra deberá valorar al niño si:

  • 1. Si llora con el vómito, tiene gesto de dolor.
  • 2. Si no gana peso adecuadamente o está perdiendo peso.
  • 3. Si está muy irritable, llora la mayor parte del tiempo
  • 4. Si al mamar o al tomar los biberones, el niño se echa hacia atrás, se arquea, llora. Se engancha y enseguida se suelta.
  • 5. Diarrea o estreñimiento importante.

Iréis a urgencias si:

  • Los vómitos se presentan de repente, muy abundantes y violentos, con mucha ansia por comer y empeoran de forma brusca en 2-3 días.
  • Si además de vomitar presenta lesiones en la piel, eccemas, ronchas en la cara o alrededor de los labios sobre todo inmediatamente después del biberón o del pecho, lo que nos hará sospechar de una reacción alérgica.
  • Si está decaído, apático, febril, y con poca actividad.
  • Si los vómitos son biliosos (verdes).

Así que la próxima vez que vomite tu hijo, si lo hace con una sonrisa de oreja a oreja, si el resto del tiempo está contento y feliz y si gana peso adecuadamente, ya sabes a qué se debe. Cómprale unos cuantos baberos porque serán su prenda más habitual en los próximos meses.

laSexta/ El Muro/ Lucía mi pediatra (Lucía Galán Bertrand)