ABRIENDO BOCA

Cuando "darse un homenaje" es una enfermedad

"Si sientes que no puedes parar de comer por mucho que quieras, ahí ya tenemos síntomas de que algo no va bien"...

Todos nos hemos dado de vez en cuando un homenaje. Quien más y quien menos hemos tenido momentos que hemos comido más de lo que debíamos. Y no estoy hablando de una celebración como un cumpleaños, las Navidades o una reunión con amigos. Estoy refiriéndome a ese día que por estrés, aburrimiento o porque sentimentalmente estamos mal hemos atracado la nevera y la despensa de nuestras casas.

Es algo normal. Comer es un placer y debe ser un placer. Pero a veces ese placer lo hemos utilizado para "tapar" una situación negativa y lo hemos hecho con comida. Y no precisamente con frutas, que pude que haya casos, y los hay. Si no que lo hemos hecho la mayoría de las veces con los alimentos "prohibidos". Esos que en nuestra cabeza, cuando los comemos, pensamos "no debería estar haciéndolo", "eso no es sano" o "esto viene cargado de azúcares añadidos".

Esto, que puede ser algo puntual, puede llegar a convertirse en una verdadera enfermedad. Tal es así, que tiene hasta nombre propio: trastorno por atracón. Un problema que en los últimos días, a raíz de la campaña del Ministerio de Consumo y la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) del #AzúcarMata, donde voces a favor y en contra se han alzado, siendo éstas últimas las que han recordado que mensajes extremistas pueden ser factores que precipiten un trastorno de la conducta alimentaria como éste, o como la ortorexia, la anorexia nerviosa o la bulima nerviosa.

¿Qué es el trastorno por atracón?

El trastorno por atracón es un problema psicológico que se caracteriza por que las personas que lo sufren tienen episodios de ingesta compulsiva de comida de una forma más o menos frecuente. Es decir, que no es un día suelto, si no que se dan "atracones" de comida con relativa frecuencia. De hecho, en estos atracones se llega a consumir una cantidad de comida muy superior a la que la mayoría de las personas comería en el mismo tiempo. No hablamos de un par de cruasanes o magdalenas. Hablamos de un verdadero asalto a la despensa de casa.

Lo que sigue a este episodio es un fuerte sentimiento de culpa, ya que no han comido por hambre, si no por situaciones de ansiedad, malestar o inestabilidad emocional. Además, y a diferencia de otros trastornos de la conducta alimentaria, no suele haber una conducta que intente compensar este exceso, lo que suele llevar asociado un aumento del peso que puede llegar a desembocar en una obesidad.

¿Es frecuente el trastorno por atracón?

La verdad que no existen estudios que sean lo suficientemente amplios como para saber hasta qué punto está presente este problema en la población española. Pero los expertos, basándose en otros estudios de otros trastornos de la conducta alimentaria y cifras de otros países, calculan que un 3% de la población podría estar sufriéndolo aún no habiendo sido diagnosticado.

Aunque se estima que las principales afectadas son las mujeres, sí es verdad que podría existir un 20-30 % de los casos en hombre, y en edades más mayores que las personas que sufren anorexia nerviosa, que suele empezar en la adolescencia. Se calcula que la edad de aparición de este trastorno podría estar entre los 23 y 25 años.

¿Qué causa el trastorno por atracón?

No podemos hablar de una sola causa o factor. Como la anorexia o la bulimia, los factores son muchos y, a veces, interrelacionados entre ellos y difíciles de identificar. No podemos achacar a una sola situación el que aparezca este trastorno en una persona. Se habla de que pueda haber una predisposición biológica en determinadas personas, o que psicológicamente haya rasgos que nos hagan más sensibles, como la falta de autoestima, la ansiedad, problemas a la hora de afrontar el estrés o la dificultad para las relaciones con otras personas.

Pero podemos destacar las causas sociales. Un mundo donde la presión por estar delgado es cada vez mayor, muy lejos de las modelos de pasarela y revistas que hace unas décadas se señalaban como culpables. Vivimos en una "infodemia" nutricional, donde nos bombardean constantemente con información de cómo comer bien, cómo perder peso y cómo conseguir un cuerpo perfecto. De hecho, muchas veces estos "prescriptores" de la nutrición nos muestran un mundo ideal, donde hay tiempo para cocinar, pasear al perro, ir al gimnasio a las 11 de la mañana y, además, escribir un libro, dar conferencias, tener amigos y pareja, y viajar a lo ancho y largo del mundo.

Es decir, parece que comer bien es el camino para una vida perfecta. Una vida feliz. Y aunque esta presión parece que es menos importante para desarrollar un trastorno por atracón que una anorexia o bulimia nerviosas, si nos puede hacer reflexionar hasta qué punto nos "estamos pasando" con esto de que hay que comer bien. Que es importante, nadie lo niega. Pero para la salud. Para estar sanos. Para prevenir enfermedades. No para ser felices o ser "perfectos".

¿Cuándo un atracón es un problema?

Como hemos dicho, que un día hayas tenido tu propio "festín" porque estabas triste o te ha dejado el novio o novia no significa que tengas un problema. De hecho, según los psicólogos y psiquiatras, tanto el atracón, como la enfermedad, tienen que cumplir una serie de requisitos para que salten las luces de alarma.

El atracón de esta enfermedad se caracteriza porque se come una grandísima cantidad de comida en un período de tiempo relativamente corto. No hablamos de la comida con entrantes, primero, segundo, postre, copa, aperitivo de gominolas, y seguir con la merienda durante horas y horas alrededor de una mesa. Además, es muy significativo la sensación de falta de control durante el atracón. Sentir que no puedes parar por mucho que quieras. Ahí ya tenemos síntomas de que algo no va bien.

Por otro lado, también se suele decir que se cumplen, al menos, 3 de las siguientes circunstancias:

Se come mucho más rápidamente de lo normal

Se come hasta sentirse desagradablemente lleno

Se comen grandes cantidades de alimentos cuando no se siente hambre

Se come solo, debido a la vergüenza que se siente por la cantidad que se está comiendo

Se siente culpabilidad y disgusto con uno mismo, deprimido y muy avergonzado una vez pasado el atracón.

¿Por qué los atracones son con alimentos "insanos"?

Porque buscamos sentirnos bien. Compensar que nos sentimos mal con algo que nos sienta bien psicológicamente. Que nos gusta. Y que además, nos gusta más porque está "prohibido". En el mismo momento que decimos "no" a un alimento, que le tildamos de "insano", que "engorda" o similar, en ese mismo momento, parece que nos apetece más.

No hemos dicho "no puedo comerlo todos los días", o "solo se puede comer de forma ocasional". No. Hemos dicho directamente "no, nunca" al alimento. Es decir, nosotros mismos hemos aumentado la ansiedad por comerlo, ya que prevemos que nunca podremos comerlo. He ahí un factor clave: darles a los alimentos la importancia que no tienen.

Este ha sido el gran estigma desde que la nutrición se hizo tan social hace ya bastantes años. Categorizar los alimentos en extremos: engorda-adelgaza, sano-insano, bien-mal, etc. Un planteamiento totalmente erróneo, ya que, lo que hace que algo esté bien o mal, sea sano o no lo sea, o engordemos o adelgacemos es la dieta. Todo lo que comemos, en qué cantidad, cuándo, con qué frecuencia.

He ahí la gran clave. Si tengo que recompensarme, que sea con algo que me apetece. Y si nosotros hemos hecho aumentar esa "apetencia", mejor premiarme con algo "prohibido", pero que está bueno. De hecho, una vez que ya te has saltado tu propia regla del "no" con el alimento, ¿qué más da ya todo? Ya que lo "he hecho mal" y como pretendo no volver a hacerlo mal en un futuro, disfruto el momento, y me doy el atracón.

¿Cómo podemos evitar esto? Entendiendo que no hay alimentos malos, insanos o que matan. Lo que hay son alimentos que, por su composición, no pueden estar en nuestro día a día. Llámalo bollo. Llámalo refresco. Llámalo como quieras a todos los alimentos que los dietistas-nutricionistas y profesionales de la nutrición tratamos de hacer educación con ellos para que la gente entienda que no puede consumirlos en tanta cantidad.

Pero limitar o controlar no es prohibir. Los dietistas-nutricionistas también comen pizza, hamburguesas o helados. Disfrutan las tartas como el que más, y comen gominolas. Pero no de forma frecuente. Ni cada día, ni cada semana, ni siquiera cada mes. Pero sabiendo que, si se presenta una ocasión donde hay una reunión de amigos, por ejemplo, y se decide cenar pizza, cenarán pizza. A lo mejor intentado buscar una bien hecha con ingredientes de calidad (ojo que no he dicho "sana", si no de calidad). Pero la comerá y no pasará nada

¿Qué hemos conseguido? Quitarle una importancia inmerecida a la pizza. Es un alimento más. Y de la misma manera que no como todo el año turrones, sólo en navidad, hacemos con los alimentos. No hay nada prohibido. Lo que hay es que saber cómo comerlo y cuándo comerlo. Porque la nutrición es una ciencia de excesos y carencias. De porcentajes. De pesos y frecuencias. Pero en alimentos, como tal, no son un sí o un no.

laSexta/ El Muro/ Luis Alberto Zamora