Abriendo boca
Uno de cada diez alimentos ‘mediterráneos’ no es saludable
"Solo un 13% de los productos que durante 2020 y 2021 se anunciaban como 'mediterráneo' tenían un perfil nutricional de valor alto..."
Lo 'mediterráneo' vende. Y no solo hablo de playas, sol, descanso y estilo de vida para disfrutar. Si no de la archiconocida dieta mediterránea. Una dieta patrimonio de la humanidad que se ha ganado su buena fama a pulso por ser una de las más saludables del planeta y que mejor previene enfermedades relacionadas con la mala alimentación.
Desde que se publicó el famoso estudio 'seven countries' donde se descubrió que la dieta de una región de Galicia, en comparación con otras seis dietas de otros países, tenía un poder de prevenir enfermedades cardiovasculares, se inició la mayor carrera publicitaria de la historia enarbolando las bondades y beneficios de una forma de entender la alimentación con los productos de la tierra de las zonas bañadas por el mar del que la dieta toma su nombre.
Una dieta con unas características muy concretas, con un claro protagonista: el aceite de oliva virgen extra. Basada en vegetales, legumbres, cereales integrales y frutas. Con un consumo destacable de pescado y un lugar menos importante para la carne magra. Donde la fibra tenía un papel protagonista. Y donde se acompaña de un estilo de vida activo. Nada que ver con cómo se come en este país, por muy a orillas del mar Mediterráneo que estemos.
Pero está en nuestro subconsciente y en nuestro imaginario de saludable: lo mediterráneo es bueno y sano. Por eso no es de extrañar que se esté utilizando en publicidad como sinónimo de producto saludable. Cuando vemos una pizza mediterránea, inconscientemente pensamos que es mejor que otras pizzas. Incluso que si la comemos seguramente estemos mejorando nuestra alimentación. Nada más lejos de la realidad.
Según una investigación llevada a cabo por la Universitat Oberta de Catalunya y la Universidad Pompeu Fabra, solo un 13% de los productos que durante 2020 y 2021 se anunciaban como 'mediterráneo' tenían un perfil nutricional de valor alto. Es decir, el 87% de los productos que se autodenominan como tal en verdad no están incluidos dentro de la pirámide nutricional de la dieta mediterránea.
En la investigación se analizaron más de 1.200 anuncios de alimentos y más de 500 anuncios de bebidas que aparecieron en medios de comunicación entre 2020 y 2021 en España. Y como hemos dicho, solo un 13,59% tenían un valor nutricional alto según la etiqueta Nutri-Score. Concretamente, los que más usan este reclamo, según este estudio, son el tomate frito y las salsas, sopas y platos precocinados. En cuanto a las bebidas, el 89% eran alcohólicas. Todo lo contrario, a algo saludable y mediterráneo.
Si, además, tenemos en cuenta que medir los alimentos con Nutri-Score está actualmente en tela de juicio, aplicando otros estándares más restrictivos, seguramente sean incluso menos los alimentos con un valor nutricional alto los que se salven de este estudio.
No es publicidad engañosa. A pesar de todo lo que hemos comentado, no se puede decir, con la ley actual en la mano, que sea publicidad engañosa. Por dos motivos. El primero, muchas veces la etiqueta de “mediterráneo” viene dada por un componente del alimento (no por el alimento completo). Y por otro lado, la actual ley de publicidad tiene imprecisiones, algunos conceptos vagos y muy generales, y está sin actualizar: estamos hablando que es de los años ochenta. Y queramos o no, el contexto de la alimentación y la industria alimentaria ha cambiado y evolucionado mucho. Tanto para bien, como para mal.
Vista la situación, de la misma manera que lo reclaman las autoras de este estudio, se hace patente la necesidad de una nueva regulación mucho más rigurosa, además de formar al consumidor para que sepa detectar y analizar bien la publicidad que le llega. Incluyendo, por supuesto, saber leer e interpretar las etiquetas de los alimentos. Al fin y al cabo, la etiqueta de un producto es casi como un contrato con la marca, donde están todas las clausulas y a lo que se compromete el vendedor cuando compramos algo.
No olvidemos que la alimentación es sinónimo de salud. Hoy y mañana. Y una mala alimentación se relaciona con mayor enfermedad. Y ello con mayor gasto sanitario.