MALAMADRE JEFA AL HABLA
El falso relato de que "las mujeres hoy en día no quieren ser madres"
"Hay que trabajar por un sistema que nos permita ser madres sin empobrecer, sin renunciar y sin ser expulsadas de un mercado laboral que da la espalda a los cuidados y a la maternidad"...
El deseo de ser madre sin un trabajo estable, sin una vivienda digna, sin políticas de conciliación y un contexto social que nos proteja es difícil que llegue. Y así nos va… La natalidad en mínimos históricos, pero los Gobiernos siguen sin enfrentarse a las causas que determinan esta realidad demográfica, que necesita de presupuestos y un plan urgente que reconozca y proteja la maternidad de una vez por todas.
Me encuentro en debates en los que se cuestiona constantemente el deseo de las mujeres de ser madres. Se cuestiona si somos madres demasiado mayores, si retrasamos la maternidad, si decidimos no ser madres… Recuerdo perfectamente cuando en uno de esos debates un sociólogo dijo: "las mujeres jóvenes tienen otros intereses y ahora no quieren ser madres". Esas palabras se me atragantaron por venir de un hombre, de un sociólogo y por proclamarlo como una verdad absoluta. Menos mal que, por supuesto, no tenía datos para confirmar su absurda hipótesis.
Y no digo que no haya mujeres que no quieran ser madres. Yo misma he cuestionado años después si la primera vez que fui madre quería realmente serlo. Estamos construyendo una sociedad, que esperamos se libere de las creencias y de los pesos culturales, para poder ser mujeres libres y decidirlo. Pero aún queda. Lo que me preocupa realmente es que usen nuestro "deseo de ser madre" como arma política para sus propios intereses, sin indagar en las razones que determinan ese deseo. Porque el mito de la libre elección nos acompaña con demasiada hipocresía.
A los gobiernos les interesa hacer política desde ese mito de libre elección. Porque si tu destino, tus decisiones vitales, tu camino lo decides tú libremente, se lo ponemos fácil a quienes tienen que cambiar las cosas. "Vivimos en una sociedad en la que es más fácil justificar que elegimos libremente nuestro destino que cuestionar los factores que lo condicionan", dice mi compañera y también socióloga Maite Egoscozabal. Mejor convertirnos en personas libres y dueñas de nuestras decisiones para no tener que asumir las responsabilidades sociales.
El pasado 9 de octubre en pleno Congreso el presidente del Gobierno dijo: "muchas familias no tienen tantos hijos como antes, entre otras cosas, porque no quieren y esa es una decisión que les guste o no a algunos todos debemos respetar como sociedad", como antesala de justificar la necesidad urgente de regular la migración por el reto demográfico que tenemos. Y me cabrea. Porque por supuesto hay que regular la migración, pero también hay que trabajar por un sistema que nos permita ser madres sin empobrecer, sin renunciar y sin ser expulsadas de un mercado laboral que da la espalda a los cuidados y a la maternidad.
Al presidente se le olvidó enumerar esas "otras cosas" por las que no tenemos hijos. Yo se lo recuerdo: "7 de cada 10 mujeres tendrían más hijos e hijas si contáramos con medidas de conciliación". Esas "otras cosas" no enumeradas e invisibles por las que no quieren tener hijos o hijas las mujeres responden a la responsabilidad que tiene el
Estado para que esta sociedad no se quede sin futuro. Y en ese reto entra en juego la conciliación. Porque sin políticas públicas de familia difícilmente "el deseo de ser madre" cambiará.
Imaginemos, por ejemplo, una madre, que cría en soledad, que tiene una hija de 5 años, que hace malabares a diario para sobrevivir, que ha reducido su jornada para llegar a tiempo a recogerla del colegio, que cuando enferma, paga a una cuidadora, porque no cuenta con apoyo familiar, que llega a final de mes a duras penas, compartiendo piso. Esa madre, ¿quiere tener otro hijo? Seguramente ni siquiera se lo haya planteado porque esa madre vive agotada, sin recursos, conciliando como puede. Esta realidad, que seguramente se aleja de lo que tienen en mente nuestros políticos como "familia", es la realidad de muchas. Pero también la realidad de las madres que viven en pareja y por ejemplo han renunciado a trabajar fuera de casa porque no les compensa, porque con su sueldo pagaban la escuela infantil y lo poco que les quedaba se le iba en su salud mental. O la de esa mujer que se acerca a los 45, negando su deseo de ser madre porque sabe que si se lo plantea en serio tendrá que tomar una decisión laboral que le duele porque se ha dejado la piel para tener un puesto que lleva luchando años, pero empieza a sufrir porque no sabe si quiere ser madre o no.
El deseo de ser madre necesita de un contexto social para que aparezca. Una mujer joven para "desear" ser madre tiene que tener un trabajo digno, una vivienda digna y un presente estable. Si estas condiciones sociales no se dan, difícilmente el deseo puede llegar.
Así que en estos momentos ni siquiera el deseo de ser madre nos es propio y libre. Se nos empuja a elegir entre "nuestro deseo" de ser madres y la estabilidad en el empleo. Elisabeth Badinter lo analiza en su polémico libro "La mujer y la madre", hablando de la negociación para lograr el "ideal de vida" que enfrenta una mujer entre un camino u otro y que es la posibilidad de escoger entre sus intereses como mujer que no quiere perder su identidad como mujer y sus deseos de maternidad. Porque ambas cosas se alzan como una utopía.
Pero tranquilas, mujeres jóvenes, que ahora ha llegado la solución a vuestros problemas: el bono joven de alquiler, una propuesta abocada al fracaso, una vez más. Pues el problema de la vivienda en España es una emergencia social que no necesita tanto de ayudas como de limitar precios y poner freno al despropósito de los fondos inmobiliarios.