MALAMADRE JEFA AL HABLA
¿Jornada continua o jornada partida? Ayuso reabre el debate de la conciliación con su nueva medida
"Adaptar la escuela sin que nada cambie en el sistema laboral no es la solución. Quizás beneficie a algunas familias, quizás beneficie al rendimiento escolar, está por ver, pero seguro que a quién beneficia es a las empresas".
Primero de todo, recordemos algo importante, que parece que las políticas y los políticos de este país siguen sin entender: los horarios escolares no pueden adaptarse a los horarios laborales. Esto no es conciliación.
¿Jornada continua o jornada partida? Se preguntan los medios de comunicación y los expertos y expertas estos días, después de que Ayuso abriera el melón de nuevo con su anuncio de que "los nuevos colegios públicos de Madrid tendrán obligatoriamente jornada partida" y cuando la mayoría, hoy en día, tienen jornada continua (el 80% concretamente).
Lo primero que me chirría de este anuncio de la presidenta de la Comunidad de Madrid es la palabra "obligatoria" frente a su deseo expreso de "libertad". Lo segundo que me llama la atención es que se haga un cambio tan importante sin contar con la comunidad educativa, la voz de las familias y los sindicatos, como se ha expresado públicamente. Y lo tercero que no es que me sorprenda, sino que me cabrea y mucho, es que se hable de que la jornada partida favorece la conciliación.
Llevo días leyendo a madres, padres, expertos y expertas sobre el tema. He pedido opinión a las Malasmadres, que prefieren la jornada continua en su mayoría y he hablado con educadoras y psicólogas sobre el tema, que no tienen una respuesta única. Además, tengo mi opinión, por supuesto, como madre de tres hijas en la educación pública y que he experimentado lo que es la jornada partida hace años en Madrid, pasando después a la continua.
¿Cambió nuestra vida, en lo que a organización familiar y tiempo juntas se refiere, con el paso de la jornada partida a la continua? Por desgracia no, y esta es la realidad de la mayoría de las familias que conciliamos como podemos, alargando horarios escolares y pagando comedor, conscientes del privilegio de poder hacerlo. La mayoría de los hijos e hijas pasan una jornada extensa en los centros escolares, muchas veces con ratitos de mañana y extraescolares encadenadas. ¿Es lo que queremos las familias? ¿Que nuestros hijos e hijas pasen jornadas maratonianas en las escuelas, sin tiempo en familia ni tiempo de juego? Evidentemente no.
Hay estudios que refuerzan la jornada partida y la propia OCDE instaba a España a seguir el ejemplo de otros países como Portugal, pero lo hacía marcando que la decisión tenía que ser acompañada por una mayor inversión en comedores y actividades extraescolares. En estos últimos años se ha experimentado un descenso de la calidad en los comedores públicos y también en la oferta de extraescolares, incluso desapareciendo en muchos centros. Esto es lo que no podemos permitir.
Cuando se plantea una jornada partida en un mundo idílico en el que una familia puede pagar los servicios extras del colegio o contar con que la madre, por supuesto siempre nosotras, pueda ir a recoger a su hijo o hija, llevarlo a comer a casa, descansar y luego ir de vuelta al colegio, ¿somos conscientes de que esta no es la realidad de muchas familias? Yo fui una niña que vivió esa realidad porque mi madre trabajaba en casa, porque mi madre dedicó su vida a nosotras y al cuidado, un trabajo invisible y no remunerado.
Cuando hablo de que el modelo escolar tiene que evolucionar y quizás replantearse las vacaciones escolares por modelos europeos que ya existen, siempre lo acompaño de un urgente cambio en el modelo laboral. Porque siempre lo he dicho y desde aquí se lo recuerdo a la señora Ayuso: los horarios escolares no pueden adaptarse a los laborales. Y lo que no voy a permitir además es que se hable de que ayuda a la conciliación, igual que no lo permití cuando lo dijo Juan Lobato, portavoz del PSOE de Madrid hace un año.
Adaptar la escuela sin que nada cambie en el sistema laboral no es la solución. Quizás beneficie a algunas familias, quizás beneficie al rendimiento escolar, está por ver, pero seguro que a quién beneficia es a las empresas que no tienen que replantear sus horarios, ni apostar por la flexibilidad laboral, el teletrabajo y otras medidas que sí favorecen la conciliación. Y a los gobiernos para que no cumplan con las políticas de conciliación que marca Europa.
El sistema educativo público necesita recursos, económicos y humanos, necesita más cariño, más escucha activa e implicación. Las familias necesitamos conciliación. Y para eso hay que implicar a las empresas y hay que legislar para que se nos permita cuidar con dignidad, si no, no se preocupe señora Ayuso porque a este paso no tendrá que abrir más colegios públicos, porque niñas y niños no habrá si no apuestan por la conciliación, con seriedad y presupuestos.