MALAMADRE JEFA AL HABLA
La tribu invisible de la maternidad
"La mercantilización de los cuidados y la individualización de esta nuestra sociedad nos deja solas ante la crianza. Si te atreves a decir algo, te dirán: "pues habértelo pensado mejor". Si osas a quejarte, te espetarán: "no haber tenido hijos e hijas""...
"Para criar un niño (o una niña) hace falta una tribu entera". ¿Cuántas veces habéis escuchado este proverbio africano? Hace años que resuena en nuestras cabezas. Lo mencionan muchos educadores. Lo usan hasta políticas y políticos en sus campañas electorales. Pero ¿se está haciendo algo al respecto? Parece que las madres hoy en día nos seguimos sintiendo solas, muy solas, ante la crianza de nuestras hijas e hijos.
Nuestro estudio 'Somos Invisibles' lo deja claro: 7 de cada 10 madres afirman sentirse solas ante la crianza y educación de sus hijos e hijas por la falta de corresponsabilidad. Entonces… ¿dónde está la tribu? O más bien, ¿quién es la tribu? El problema es que 'la tribu' como tal no existe y tu tribu al final se compone de tu pareja, si la tienes, de los abuelos y abuelas, si puedes contar con ellos, y de cuidadores, si puedes pagarlo. Así que muchas madres están solas de verdad y a la sociedad parece importarle más bien poco. La tribu se ha mercantilizado, esa es la realidad. Mi compañera Maite me contaba el otro día que una amiga le decía "me tengo que partir para poder acompañar en los deberes a la mayor y llevar a la pequeña al parque porque claro si le pido a una de las madres del cole el favor me tacharán de Malamadre o parecerá que tengo mucho morro".
La mercantilización de los cuidados y la individualización de esta nuestra sociedad nos deja solas ante la crianza. Si te atreves a decir algo, te dirán: "Pues habértelo pensado mejor". Si osas a quejarte, te espetarán: "No haber tenido hijos e hijas" o "pues como toda la vida, chica, tirábamos para delante". Pero es que antes era distinto. Recuerdo quedarme después del cole en casa de una vecina, cuando mi madre tenía que ir al hospital a cuidar de mi abuelo y también recuerdo a mi amiga Eli venir a casa cuando sus padres salían a cenar una noche de verano. Eso era tribu, no se juzgaba, se apoyaban unas a otras. Ahora nos cruzamos con los vecinos y no sabemos ni sus nombres. Vamos corriendo a todos sitios, sin tiempo ni de pensar en que quizás podemos ayudarnos, acompañarnos en la crianza, echar una mano cuando surge una urgencia.
Dice mucho de este individualismo con el que vivimos la maternidad el hecho de que las Malasmadres de nuestra comunidad lo que más nos dicen en redes sociales sea: "Gracias porque ya no me siento tan sola". Gracias a una plataforma "digital" que te escucha y que te acompaña. La necesidad está ahí, pero nos cuesta romper la inercia y encontrar las vías para cambiarlo. Y creo que mucha culpa la tiene este sistema productivo, que nos arrastra y nos suelta derrotadas a las 10 de la noche en el sofá sin fuerzas ni para pestañear.
Vamos sobreviviendo y cuando no podemos más, nos hartamos y nos sobrepasa la maternidad precaria que vivimos, lo que hacemos es renunciar a nuestras carreras, a nuestras metas, a nuestros sueños y a nuestras vidas. Y nos lo venden como elección propia. Y aún tengo que escuchar como algunas mujeres, también madres, me acusan de perpetuar el concepto de la madre que puede con todo por decir bien alto que "Yo no renuncio". Lo digo y lo seguiré diciendo porque es posible. No es una utopía. Pero no depende solo de nosotras el poder compatibilizar familia y trabajo. No es nuestra culpa si no llegamos. Con este grito de guerra lo que pretendemos es desprivatizar nuestras historias, abrir la puerta de nuestras casas, para que entre la tribu completa.
Porque la tribu no solo son las vecinas, las tías y la buena gente dispuesta a ayudar. La tribu también son las políticas públicas, las redes formales del cuidado, los beneficios fiscales, las oportunidades laborales con flexibilidad, los permisos cuando un hijo o una hija enferma y tantas medidas que estamos esperando que lleguen hoy, porque mañana ya es tarde. Así que no pongamos el foco en nosotras mismas, pidamos responsabilidades a aquellos poderosos (y a aquellas poderosas) que usan este maravilloso proverbio, pero no actúan en consecuencia.
Mientras sigamos creyendo que todo depende de nosotras, seguiremos siendo cómplices de esta trampa de la tribu invisible.