Trabajos sucios
Calle Eloy Quirós
"Lo más importante que ha dejado el comisario Eloy Quirós tras cuatro décadas en la Policía han sido sus enseñanzas, su permanente tutela sobre los suyos, su forma de trabajar y su extenuante nivel de exigencia".
Si este verano pasan por Villaseca de Laciana, un pueblecito de esa comarca leonesa fronteriza con Asturias, pregunten por la calle Eloy Quirós. Hasta el pasado fin de semana, la vía se llamaba El Roble, pero no tiene pérdida.
Todos los vecinos saben que allí nació y creció Eloy, el hijo de una familia de mineros –la actividad que durante décadas fue el sostén de la zona– que salió de Villaseca para convertirse en uno de los policías más importantes de nuestro país. Sin memoria histórica ni democrática de por medio, sólo por una cuestión de justicia, los responsables municipales decidieron que la carrera de su ilustre vecino merecía una calle. Y el pasado sábado se inauguró la vía con la presencia del homenajeado, su familia y un puñado de policías que quisieron acompañar a quien durante tantos años dirigió la lucha contra el tráfico de drogas, el crimen organizado y, en sus últimos años de carrera, toda la policía judicial española.
Prácticamente todos los presentes habían estado bajo su mando, crecieron con él e hicieron propia la obsesión que recordó el sábado en Villaseca Rafael Pérez, su sucesor al frente de la Comisaría General de Policía Judicial: "Investigar y pillar".
Hace un año, cuando estaba a punto de jubilarse, escribí sobre el comisario Eloy Quirós. En agosto del 2020 puso fin a más de cuarenta años de éxitos profesionales, a una carrera difícilmente igualable. Y el pasado fin de semana dejó claro que los miles de detenidos y las toneladas de droga incautadas durante sus mandatos no son su legado más importante. Lo más importante que ha dejado el comisario Eloy Quirós tras cuatro décadas en la Policía han sido sus enseñanzas, su permanente tutela sobre los suyos, su forma de trabajar y su extenuante nivel de exigencia, que devolvía protegiendo a sus policías como una loba a su manada.
Ese legado sigue vivo hoy en la UDYCO Central, cuya cúpula ocupan en la actualidad pupilos del comisario Quirós, herederos de sus obsesiones –"pillar, pillar y pillar"– y que no están dispuestos a romper ese cordón umbilical que mantiene con vida cualquier profesión: la transmisión de conocimiento de los veteranos a los jóvenes. En otros oficios hemos aprendido que cuando eso deja de existir, la profesión empieza a morir o a convertirse en otra cosa.