De puño y letra

La vida personal de Ábalos y la última vida de Pedro Sánchez

Las siete vidas de PasoliniVVAA
  Madrid | 16/12/2025

"De manera trucada, Sánchez evita expresar lo inevitable, es decir, que si Ábalos está en la cárcel no es por ser un putero, sino por ser un ladrón. Y es aquí donde Pedro Sánchez se pone él mismo la soga al cuello, haciéndole el trabajo sucio a la otra derecha que es la que quiere gobernar...".

De todo el mundo es sabido que Pier Paolo Pasolini buscaba la emoción del amor secreto que habita al otro lado de la decencia burguesa. Por eso mismo, su asesinato, envuelto en el morbo de la desproporción sexual, vino a eclipsar su vida artística. Ahora leo el homenaje que se han marcado los de la editorial Dos Bigotes, un texto colectivo prologado por Vicente Monroy.

Pablo Caldera, Mario Colleoni, Juan Gallego Benot, Pedro Víllora, Déborah García, Silvia Martín Gutiérrez y Andrés Catalán firman este libro que se titula Las siete vidas de Pasolini. Un título muy acertado; a cada texto le corresponde una disciplina artística donde Pasolini destacó con creces. Porque, además de cineasta, Pasolini fue novelista, pintor, filósofo, poeta, dramaturgo y, por qué no, también amante. El amor, llevado hasta los últimos fuegos, tuvo en Pasolini una figura mediática desde que su cuerpo fue encontrado en la playa de Ostia. Como bien señala la historiadora Déborah García, desde ese dramático momento "la lectura dominante fue moral"; el suceso fue emitido de manera ejemplarizante como si nos dijeran: "mirad lo que os puede pasar si tomáis el camino desviado de la vida". Acabar como acabó Pasolini no es plato de gusto, así que mejor seguir la senda que no está libre de hipocresía.

Y estas cosas me vienen ahora al pelo para encajarlas en nuestra actualidad política, apestosa a más no poder, culpa de esa interpretación material con la realidad donde la corrupción va dejando un reguero de detenciones que nos traerán tiempos más oscuros; tiempos en lo que la indignación va a quedar convertida en votos para la derecha en su expresión extrema. Para echarse a temblar. Porque, si analizamos las palabras de Pedro Sánchez tras la entrada de Ábalos en prisión, nos damos cuenta del juego sucio y trilero que se trae el presidente del gobierno.

"Era un gran desconocido en lo personal para mí", dice Pedro Sánchez, dirigiendo la atención del escándalo a la vida disoluta del que fuera ministro de su gabinete. De manera trucada, Sánchez evita expresar lo inevitable, es decir, que si Ábalos está en la cárcel no es por ser un putero, sino por ser un ladrón. Y es aquí donde Pedro Sánchez se pone él mismo la soga al cuello, haciéndole el trabajo sucio a la otra derecha que es la que quiere gobernar. Pedro Sánchez nunca estuvo libre de hipocresía, lo que sucede es que ahora salta a la vista.

Sirva de ejemplo -salvando distancias- el caso de Pasolini, un artista múltiple que vivió su sexualidad de manera escandalosa. Además de homosexual y comunista, iba tras la búsqueda del placer estético entendido como una de las múltiples conquistas de la ética. Su bajada a los infiernos de la disidencia provocó los sarpullidos de los bien pensantes y bien comidos de su tiempo. Coleccionista de enemigos a ambos lados del espectro político, si hubo algo que se reveló en cada uno de sus saltos y piruetas artísticas, ese algo fue la hipocresía burguesa. A Pasolini no lo tragaban. Por eso, el altavoz mediático que se le puso tras su asesinato, vino a cubrir lo más importante: su fiebre creativa.