Una luz que nunca se va

Elogio de la dependencia

Imagen de un abrazo | https://unsplash.com/ - Matthew Henry
  Madrid | 08/12/2023

"Necesitamos la emoción para seguir viviendo, generar vínculos, un hogar, una certeza, algo de afecto..."

Parece que no quieren independientes, pensando que no dependemos de nada, ni de nadie. Nos dicen que la dependencia emocional está mal y yo me pregunto si uno puede vivir sin depender emocionalmente de alguien, si es posible no depender del afecto de los demás, si podemos construirnos sin un otro, si podemos hacernos a nosotros mismos en soledad, sin esperar nada, sin depositar esperanzas o expectativas.

Ser independiente no es decir que puedes con todo sin la ayuda de nadie porque las personas necesitamos a las personas, nos necesitamos. Necesitamos la emoción para seguir viviendo, generar vínculos, un hogar, una certeza, algo de afecto, necesitamos confianza y también un sentimiento de pertenencia, necesitamos que los demás nos recuerden quiénes hemos sido y, sobre todo, quiénes pretendemos ser.

Ser independiente nada tiene que ver con hacerse el fuerte ni con rechazar cualquier atisbo de vulnerabilidad, tampoco con huir de la ternura. No es tratar sin cuidado a la gente, no sea que si tienes cuidado se piensen 'algo que no es' y entonces se piensen con la legitimidad de poder 'reclamarte algo'. Todo es algo ya. Siempre lo es. Desde el momento en que interactúas con otra persona lo está siendo, desde que te implicas con otra persona, endeudas su tiempo aunque sea mínimo, lo está siendo, estás construyendo un mundo con ella, efímero, pero mundo al fin y al cabo.

Ser independiente nada tiene que ver con ir dejando cadáveres a tu paso porque tú 'no le debes nada a nadie', tampoco es una excusa para no cerrar, para no dar explicaciones, para no darle al otro la posibilidad de una explicación. La independencia no es incompatible con poder compartir, con pedir ayuda cuando no puedes más, con derrumbarnos en confianza de toda esta independencia mal entendida y peor gestionada.

Con ser frágiles de manera conjunta, llorar o estar en silencio o hablar de flores o de nuestras madres o de nuestros miedos o de la insatisfacción o la frustración o la rabia que sentimos. Depender del otro para poder prometernos y perdonarnos y hacer de la vida un lugar común en el que no siempre saldrá todo bien, en el que nos harán daño y causaremos heridas, porque en eso consiste esto, pero en el que podamos decir que sí, que necesitamos de los otros y que tenemos derecho a pedir y que nos pidan aquello que necesitamos.