UNA LUZ QUE NUNCA SE VA
Nuestro orgullo no se mueve
"La diversidad, como todo aquello que es posible, convive en todos y cada uno de los rincones de este planeta. En padres, madres, curas, escuelas, plazas, camas, campos de fútbol, cruceros, playas, supermercados, programas de televisión, naves espaciales y también bajo tierra. No pueden separarnos de los demás porque estamos en todos lados"...
Dice el candidato a la alcaldía de Madrid por Vox, Javier Ortega Smith, que quiere trasladar la celebración del Orgullo LGTBI a la Casa de Campo.
Básicamente porque en el centro, molesta.
Que con nuestra presencia molestamos a cierta parte de la sociedad no es una novedad.
Pretender mover así nuestro orgullo, ese que tantísimo nos ha costado expropiarle a la violencia del resto sobre nuestros cuerpos, desde el corazón mismo de la ciudad al exterior es una vez más querer invisibilizar nuestros afectos, nuestras identidades y nuestros deseos.
Porque al final siempre planea esa idea cargada de fobia que tiene que ver con "vale que hagan sus marranadas, pero que nosotros no lo veamos porque qué ejemplo para nuestros hijos".
Siempre se trata de alejarnos lo más posible de las "existencias normales" para así quedarse tranquilos de que todo eso que ellos llaman contra natura no les va a afectar.
No se les vaya a pegar.
Pero es que resulta que la diversidad, como todo aquello que es posible, convive en todos y cada uno de los rincones de este planeta.
En padres, madres, curas, escuelas, plazas, camas, campos de fútbol, cruceros, playas, supermercados, programas de televisión, naves espaciales y también bajo tierra.
No pueden separarnos de los demás porque estamos en todos lados.
Siempre lo hemos estado aunque nos hayan querido escondidos y escondidas bajo la amenaza de dejar de querernos, de hacernos daño, de intentar curarnos, de privarnos de libertad o de matarnos.
Y lo vamos a seguir estando le pese a quien le pese.
Por eso el orgullo no se mueve.
Porque cuando tú te celebras, cuando tú te levantas de toda esa mierda que te han tirado encima por ser quien eres o sentir lo que sientes, cuando tú pierdes el miedo, tú sales a la calle con alegría.
Tú asaltas por fin los espacios que siempre han sido tuyos porque este mundo también es nuestro piensen lo que piensen.
Y este sucede en el centro de Madrid porque al parecer algunos y algunas no se han enterado de que Madrid es una ciudad que no odia sino que ama.
Madrid es lugar de acogida para todas esas personas a las que un día les negaron los cuidados.
A las que vomitaron de sus casas como si fueran cosas inservibles e inútiles.
Madrid es la familia elegida.
Es coger de la mano a las personas que te quieren y te respetan, y bailar.
Porque si algo ha sabido hacer el colectivo LGTBI es bailar su dolor.
Es negarnos a la diáspora.
Es hacer vida con los restos que nos han dejado.
Nuestro orgullo no se mueve.
Y no se mueve porque no pueden colocarnos en un lugar en el que resultemos cómodos y cómodas.
Porque no tenemos que serlo.
Tenemos que ser nosotrxs de una vez por todas.
Y tenemos que serlo en las mismas calles en las que vivimos.
Porque el orgullo es una verbena presente.
Que alivia el pasado y dota de esperanza al futuro.
Porque seguimos aquí.
Seguimos vivos y vivas.
Para mostrarnos.
Con toda la alegría.