'Los bulos, la gran amenaza a la democracia'

Cómo combatir la desinformación en la nueva era de la polarización

El escenario político extremo se aprovecha de los avances de la tecnología para profundizar en la polarización social y expandirse mediante la desinformación y las fake news. Hablamos con expertos para ver si es posible combatir esta situación.

Cuando la periodista filipina María Ressa se enteró de que había ganado el premio Nobel de la Paz en 2021, destacó que el hecho de que lo hubieran ganado "unos periodistas de Filipinas y de Rusia" indicaba el "estado del mundo". No se imaginaba Ressa que el estado del mundo iba a ser todavía más complicado solo unos meses después.

La periodista, amenazada por el entonces presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, por publicar en su medio información sobre el uso de la violencia de su Gobierno, estará en Madrid el próximo 24 de noviembre en el evento Metafuturo, organizado por laSexta. Allí hablará junto a la periodista Ana Pastor, directora de Newtral.es y del programa El Objetivo, sobre su situación y sobre ese estado del mundo y la libertad de expresión en la charla Los bulos, la gran amenaza a la democracia. Tanto este como el resto de encuentros, que tendrán lugar del 21 al 24 de noviembre, se podrán seguir en directo.

Filipinas es uno de los países donde los periodistas lo tienen más difícil para desempeñar su trabajo y ocupa el puesto 147 de 180 en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2022 de Reporteros sin Fronteras (RSF). En ese mismo listado, Rusia está en el puesto 155, debido a la fuerte censura y el control de la prensa que ejerce el Kremlin.

La organización de periodistas reveló en su último informe la existencia de una "doble polarización", tanto política como mediática. Una guerra en suelo europeo, la escalada militar internacional, la extrema derecha gobernando en Italia, el negacionismo climático y el de las vacunas de la pandemia... En este escenario internacional extremo, apunta RSF, campan a sus anchas "el caos informativo" y un "espacio digital globalizado y sin regular que favorece las informaciones falsas y la propaganda".

En este punto, surgen las preguntas: ¿estamos tan polarizados realmente? ¿Se puede combatir la polarización? Algunos estudios matizan la relevancia de este fenómeno y apuntan a una sociedad más madura. Y todo a pesar de la política, donde no abundan los discursos moderados, y de los medios de comunicación. Sí, un pequeño tirón de orejas que da Albert Padró-Solanet, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Oberta de Catalunya, que considera que a menudo los medios otorgan demasiada atención a esos grupos que polarizan y desinforman, pero que son "minoritarios".

De hecho, incluso en esta coyuntura Padró-Solanet explica que "en contra de muchos temores que había al inicio de internet, la población tiende a visitar medios de comunicación de referencia" e insiste en que la posibilidad de tener mayor pluralidad de fuentes ayuda a "despolarizar". Son las conclusiones que se extraen de'La dieta mediática y la polarización de la sociedad', estudio que recoge su análisis, de la mano del también profesor Joan Balcells, de la relación entre consumo de información y polarización en España entre octubre de 2018 y abril de 2019. Su conclusión que fue que la "dieta informativa" es más plural de lo que se temía inicialmente —"La gente aprovecha la red para acceder a puntos de vista diferentes a los suyos", apunta—, pero no siempre.

Por ejemplo, si hablamos en términos políticos del eje izquierda-derecha, cuanta más pluralidad, más se "despolariza" la opinión, pero en el debate centro-periferia —como se dio durante el conflicto de Cataluña— ocurría al contrario, según el estudio publicado en la revista South European Society and Politics.

La desinformación y las fake news

Mención especial merecen en este aspecto la desinformación y las llamadas fake news(noticias falsas), una realidad que se expande de forma descontrolada a nada que encuentra un hueco en el sistema. Aquí la tecnología desempeña un papel tan dañino como curativo. Hoy es más fácil que nunca comprobar la veracidad de una información, pero hoy también más que nunca la información discurre con tal velocidad y caudal que las fake news nos asaltan a diario.

Y es en un escenario polarizado donde la desinformación encuentra su terreno favorito. Solo en lo relacionado con la guerra en Ucrania, la Red Internacional de Verificación de Datos (IFCN, por sus siglas en inglés) ha desmentido ya más de 2.400 bulos; noticias falsas que, en muchas ocasiones, saltan de un país a otro a la velocidad del rayo.

Los creadores de bulos van aprovechando nuevos temas (Covid) o espacios (TikTok), y allí anidan

Esta red, a la que pertenecen varios medios como Newtral o secciones de medios de comunicación españoles especializados en verificación, recoge estas noticias falsas en una plataforma llamada #UkraineFacts, lo más cercano que hay a un contador de bulos a escala internacional, pues no existe un método unificado para medir la desinformación en el mundo.

Además, la desinformación, como si de un virus se tratase, "va evolucionando constantemente", apuntan desde Maldita.es, verificador miembro de la IFCN que desarrolló este mapa para seguir los bulos en torno a la guerra. Los creadores de bulos van aprovechando nuevos huecos o vacíos de control y de información, y allí anidan; puede ser en torno a un tema nuevo, como fue con la llegada de la pandemia, pero también una tecnología, como TikTok, donde aseguran que están proliferando multitud de bulos al pasar de un uso de puro entretenimiento a ser un canal en el que los jóvenes buscan también información.

En 2019, un estudio de la Universidad Complutense de Madrid encontró que el 60% de los españoles cree que sabe detectar noticias falsas, pero que en realidad solo el 14% las distinguía. La cifra ascendía a un 22% en el caso de los jóvenes de entre 16 y 24 años. La sobreabundancia de contenido y la rapidez con la que se consume la información influyen en gran medida en este problema, pero si sumamos un contexto político y social polarizado, tenemos el caldo de cultivo perfecto para que este virus de la desinformación se expanda con muy difícil control.

Afortunadamente, cada vez existen más medios que luchan contra la desinformación con un método específico e incluso en alianza con las demonizadas redes sociales.

Un ejemplo de ello es Newtral.es, otro de los medios pioneros en verificación en España. Como miembro de la IFCN, Newtral.es participa en el programa de verificación de datos externo de Facebook, que arrancó en España en marzo de 2019. Con este proyecto, se busca frenar desde las tripas de la red social la difusión de informaciones falsas.

Pero además, Newtral.es mantiene un canal de comunicación directo con el público vía WhatsApp, otra de las autopistas de la desinformación, para adjuntar posibles noticias falsas a un chat y obtener el desmentido al momento.

Muy importante es tener un equipo fact-checking como el suyo, que analiza a diario incluso las declaraciones de líderes políticos para sacarles los colores cuando faltan a la verdad. Así, de sus más de 900 comprobaciones, 458 han resultado falsas, 423 son engañosas o verdades a medias y tan solo 28 son verdaderas.

¿Se puede combatir la desinformación?

Con un panorama internacional tan incierto como el que vivimos, es difícil discernir si la polarización será coyuntural o un estado social. Para combatirla, los expertos coinciden en que la educación y la formación de la población son elementos clave. Además, la Comisión Europea trabaja en una Ley de Medios de Comunicación, que tiene como objetivo "proteger el pluralismo y la independencia" de los medios en la UE y creó un "Código de buenas prácticas" contra la desinformación.

Pero queda mucho por hacer. "Educación, formación y ética profesional", apunta Alfonso Bauluz, presidente de RSF España, que defiende el criterio periodístico y la ética profesional como ejercicio indispensable frente al llamado periodismo ciudadano. Las redes sociales están llenas de información ciudadana que puede ser muy valiosa, pero que "no se ajusta a la profesionalidad del periodismo", explica.

Por otro lado, la educación y la formación de la población "van a garantizar que los discursos de odio no tengan cabida", afirma. En un plano internacional, Bauluz exige a los gobernantes que tengan en cuenta también estos criterios a la hora de suscribir tratados con otros países. Desde los medios, por su parte, combatir la desinformación supone llegar a la gente antes que la desinformación en sí: que el público disponga de una fuente y un contenido fiable y contrastado antes de que le llegue el bulo.

Pero no sirve solo poner contenidos de calidad sobre la mesa, "sino trabajar en los receptores, que la gente esté más preparada para que no les pillen", explica Pablo Hernández, coordinador de Investigación Académica en Maldita.es. Además, añade, es crucial la colaboración entre instituciones, medios y verificadores, más allá incluso de las fronteras de España, como ya pone en práctica la IFCN.

Por su parte, el investigador Padró-Solanet refuerza también la importancia de la educación para hacer frente a los discursos que pretenden polarizar la sociedad pero, asegura, no basta con un tener alto nivel educativo, sino que hace falta también recibir formación específica. Y sugiere recurrir a la misma tecnología que genera el problema: "En el mismo mal estaría la cura".

La inteligencia artificial se ha sofisticado a tal nivel que de los fakes se ha pasado a los deep fakes —deep fake une en una sola expresión los términos fake (falso) y deep learning (aprendizaje profundo), en referencia a un contenido visual falso que engaña al usuario realizado a base de inteligencia artificial—, como ocurrió con el vídeo de TikTok que se comió todo internet en el que un supuesto Bryan Cranston, el actor protagonista de 'Breaking Bad', bailaba con un ritmo admirable la canción Despechá, de Rosalía.

Era un vídeo falso, pero coló . Este caso es anecdótico, pero solo hay que imaginar este mismo deep fake con un líder político o social y difundiendo falsedades o discursos de odio. O señalando a periodistas como María Ressa que se juegan la vida en su país defendiendo la libertad de expresión. La broma de la tecnología puede costar vidas, o la propia libertad, como el reciente caso de un tuitero condenado a 15 meses de cárcel por difundir un vídeo falso en el que se denigraba a los extranjeros menores de edad y que se ha convertido, además, en el primer condenado en España por una fake new.

laSexta